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Un antieuropeo a prueba de accidentes aéreos

El diputado chauvinista británico Farage sobrevive a la caída de su avioneta

DANIEL DEL PINO

Nadie dijo que una campaña electoral fuera pan comido. Además, los candidatos suelen hacer cosas que se salen de lo normal. Por eso Nigel Farage tiene 'suerte de estar vivo'. El diputado del UK Independence Party (Ukip) empezó ayer muy mal el día de las votaciones. Pasadas las ocho de la mañana se subió a una avioneta para desplegar una pancarta por el cielo de Buckingham, circunscripción por la que se presentaba al Parlamento. La tela se enrolló en la cola y el aparato cayó al suelo tras el despegue.

El parte médico del hospital John Radcliffe de Oxford le diagnosticó unas cuantas contusiones, cortes en la cara y un par de costillas rotas. El piloto, que quedó atrapado en el amasijo de hierros, también salió casi ileso.

Farage no es una persona que pase inadvertida. Por eso es posible que el accidente sólo engorde una larga lista de anécdotas. En junio de 2009 colocó al Ukip, del que por entonces era líder, en un récord histórico de votos tras las elecciones al Parlamento Europeo. Su partido fue el más votado en Reino Unido por detrás de los conservadores y consiguió 13 asientos en Bruselas, tantos como los laboristas.

A pesar de aquello, el chauvinista Ukip decidió en noviembre darle el liderazgo a Lord Pearson of Rannoch, famoso, entre otras cosas, por invitar al máximo exponente de la extrema derecha holandesa, Geert Wilders, para que proyectara un vídeo contra el islam. Farage tenía un trabajo más importante por hacer en el Parlamento: convertirse en la némesis de todo lo que representa la Unión Europea.

De ahí que el pasado 25 de febrero se atreviera a decirle al presidente permanente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, que 'tiene el carisma de un trapo mojado y la presencia de un empleado de banca segundón'. Que Van Rompuy era un completo desconocido hasta su nombramiento es difícil de discutir, pero hasta entonces nadie lo había dicho así en público.

Aquello le costó 10 días de sueldo, unos 3.000 euros. Farage aceptó la multa de buena gana, pero con una condición. No pensaba disculparse públicamente más que 'con los empleados de banca segundones'.

Los medios británicos creen que lo de Farage no es más que un papel ensayado. Pero como se vio en las elecciones europeas, lo interpreta a la perfección. El plan estaba pactado de antemano. Farage, pese a haber dejado el liderazgo del Ukip, sigue siendo la cabeza más visible. Sus constantes ataques a la Unión Europea son buenos para el partido porque liberan a Lord Pearson de dar explicaciones y a la vez dejan claras las ideas del Ukip.

De hecho, ahora mismo es el único partido con opción a obtener un importante número de votos que sigue presionando para hacer un referéndum sobre la pertenencia a la UE. En el Ukip creen que esto les puede ayudar a quitar votantes a los conservadores, que se retractaron a última hora de llevar a cabo una consulta sobre el Tratado de Lisboa.

El antieuropeísmo, aderezado con unas gotas de xenofobia contra los trabajadores extranjeros, son la mezcla perfecta para que el Ukip pesque votos en las urnas. A pesar de los sustos y, sobre todo, después de lo que está sucediendo en Grecia.

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