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Biden fuerza al príncipe Bin Salman a poner fin a la guerra de Yemen

La nueva administración americana se ha marcado el objetivo de acabar con la guerra de Yemen. El secretario de Estado, Antony Blinken, fue claro en este sentido en su comparecencia ante el Senado el 19 de enero. La suspensión temporal de venta de armas y municiones a Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos constituye un paso decisivo en esa dirección.

Joe Biden durante una rueda de prensa.
El presidente de EEUU, Joe Biden,  en la Casa Blanca.- ATLAS 

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

La terrible guerra de Yemen se acerca a su fin después de que el presidente Joe Biden ordenara el pasado miércoles congelar la venta de armas y munición a los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, una decisión que contrasta con las políticas de Donald Trump de venta masiva de armas a esos dos países.

Parece claro que Europa no va a sustituir la munición que EEUU deje de proveer a Arabia Saudí. De hecho, en los últimos días en el Reino Unido han surgido voces discordantes que exigen que Londres imite a Washington con el fin acabar con la mayor catástrofe humanitaria de nuestros días.

Durante el mandato de Trump el partido demócrata trató entorpecer en el Congreso la venta de armas a Arabia Saudí y los Emiratos, pero sus iniciativas chocaron con las prerrogativas del expresidente. Al asumir Biden la presidencia, los obstáculos han desaparecido.

La decisión del Biden deja en suspenso el contrato de venta de decenas de aviones F-35 a los Emiratos que Trump aprobó cuando los Emiratos firmaron la paz con Israel. Esto no significa que los aviones no se vayan a vender, sino simplemente que el contrato se revisará y más adelante se adoptará una decisión definitiva.

La suspensión de la venta de munición surtirá un efecto inmediato

La suspensión temporal del contrato con los Emiratos no tendrá un impacto inmediato en la guerra puesto que esta clase de contratos necesitan varios años, entre tres y cinco por lo menos, para ser efectivos, puesto que deben superar distintas fases antes de la entrega.

En cambio, la suspensión de la venta de munición surtirá un efecto inmediato, puesto que los aviones de Arabia Saudí y de los Emiratos necesitan las bombas que han venido utilizando hasta ahora para continuar la guerra contra los hutíes. Una consecuencia adicional que pronto podría plasmarse es la retirada los expertos militares americanos que asesoran a Riad.

En los últimos dos años, Riad ha tratado de encontrar mercados alternativos. Según el periódico Al Quds al Arabi, España prohibió hace un año y medio la venta de munición a Arabia Saudí, especialmente de bombas inteligentes que se instalan en los F-15. Aunque los contratos firmados con anterioridad se han completado, Madrid no ha firmado nuevos contratos.

Un caso parecido es el de Alemania, país que ha vetado la venta de armas a Arabia Saudí y que no le está exportando bombas inteligentes con el fin de no participar en los crímenes de guerra que se cometen en Yemen, de manera que Riad está encontrando dificultades para hallar un mercado alternativo al de EEUU.

Arabia Saudí inició su intervención en Yemen en marzo de 2015, después de que los hutíes expulsaran de la capital Sanaa al gobierno internacionalmente reconocido. Los hutíes pertenecen a una secta chií que cuenta con el apoyo político de Irán. El Pentágono dice que también cuentan con su apoyo militar, algo que han negado altos cargos americanos.

En la actualidad más del 80% de la población de Yemen depende de la ayuda humanitaria. Un informe de las Naciones Unidas estima que cientos de miles de niños morirán en los próximos meses si no se pone fin a la guerra. La crisis se ha agravado con la pandemia, que se ceba sobre todo en la población civil, que en su mayor parte ni siquiera tiene acceso a agua potable.

La nueva administración quiere acabar con esa catastrófica situación, para lo que es imprescindible interrumpir el suministro de armas y municiones a Arabia Saudí y los Emiratos. Pero al mismo tiempo es necesario que incremente la presión sobre los hutíes con el fin de lograr un alto el fuego que sirva de base para la reconstrucción.

Solo un día antes de abandonar la Casa Blanca, el presidente Trump añadió a los hutíes a la lista de organizaciones terroristas, una calificación con la que buscaba complicar más las cosas a la nueva administración, y que ahora el presidente Biden va a revisar.

Aunque Donald Trump presume de que ha sido el primer presidente americano en muchos años que no ha iniciado ninguna guerra, también es cierto que no ha terminado ningún conflicto armado. Es más, algunas guerras se han recrudecido debido a sus políticas, como ha sido el caso de Yemen.

En diciembre último, Trump aprobó la venta de 290 millones de dólares en bombas a Arabia Saudí a sabiendas de que esas bombas se utilizan con frecuencia para atacar objetivos civiles yemeníes. Las cuantiosas ventas de armas a saudíes y emiratíes podrían haberse sustituido por ayuda humanitaria para poner fin a la hambruna que asola al país.

Distintos cargos yemeníes han indicado que la guerra de Yemen está sirviendo a Israel para poner un pie en ese país de la mano de emiratíes y saudíes, una circunstancia de la que periódicamente se ha hecho eco la prensa hebrea y que complica más la resolución de la crisis.

En el nuevo contexto de Washington, el príncipe saudí Mohammad bin Salman, y el príncipe emiratí Mohammad bin Zayed, van a experimentar una fuerte presión para poner fin a la intervención militar. Bin Salman y Bin Zayed seguramente tratarán de hallar una retirada honrosa pero la actual situación no podrá extenderse durante mucho tiempo.

Un acercamiento de Washington a Teherán podría servir para que los iraníes presionaran a los hutíes para negociar, pero también sería necesario que EEUU presionara a emiratíes y saudíes. En 2015 estos últimos pensaban que su intervención en Yemen iba a ser coser y cantar, pero la realidad es que se han visto atrapados en una pesadilla.

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