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Congelación de fondos a Meloni y críticas de Feijóo a Von der Leyen: las fricciones crecen en la derecha europea

Mientras España fue el primer país en recibir la aprobación de Bruselas para la tercera remesa de las ayudas anticrisis, la Italia de Meloni ve bloqueados sus 19.000 millones de euros por no cumplir los hitos establecidos.

Foto de archivo de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen
Foto de archivo de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Dati Bendo / Europa Press

La Comisión Europea, encabezada por Ursula von der Leyen, ha avalado recientemente el tercer pago de los fondos europeos España, ha dado luz verde a la ampliación de la excepción ibérica hasta diciembre y ha bendecido la reforma de las pensiones del Ejecutivo que encabeza Pedro Sánchez. Todo ello a pesar de la campaña de desprestigio que ha librado en la capital comunitaria el PP de Alberto Núñez-Feijóo para intentar frenar estos hitos. Quien sí ha visto este martes congeladas sus ayudas europeas es la Italia de la ultraderechista Giorgia Meloni. Y, entretanto, la derecha europea, bajo la presión creciente de las fuerzas de extrema derecha, busca su lugar a poco más de un año de las elecciones al Parlamento Europeo.

El PP español llegó a calificar como "timo ibérico" el mecanismo por el que se fijó un tope al precio del gas en Madrid y Lisboa para contener la factura imparable de la luz. Bruselas y los 27 Estados miembros accedieron en su momento a otorgar esta prerrogativa a la Península Ibérica. Y esta semana, de hecho, el Ejecutivo comunitario ha aprobado su aplicación en otros siete meses. "El modelo aplicado por España y Portugal ha reducido el precio de la electricidad. Debemos considerar su puesta en marcha a nivel europeo", admitió Von der Leyen hace unos meses.

La idea del Gobierno español para imponer un impuesto a los beneficios extraordinarios de las eléctricas también fue abrazada en Bruselas y criticada por el PP español. La propia Von der Leyen, poco sospechosa de ser una comunista como calificaron los opositores esta medida, afirmó en su último discurso sobre el estado de la Unión que muchas eléctricas estaban obteniendo en los tiempos actuales de crisis "ingresos con los que no contaban, ni soñaban" y propuso medidas para limitar estos beneficios extraordinarios en línea con lo que había hecho antes el Ejecutivo español.

La última estrategia de los populares españoles para hacer oposición en Bruselas fue verter sombras sobre la gestión de los fondos europeos y sobre la reforma de pensiones, uno de los hitos marcados con fuego para que el Ejecutivo comunitario autorice futuras remesas. España es el país más avanzado en la recepción del dinero de Next Generation EU. Y el único que ha recibido el visto bueno para ingresar la tercera partida.

Bruselas aplaude la administración de los fondos europeos de España 

La situación contrasta con las noticias que llegaron el pasado martes en el eje Bruselas-Roma. La Comisión Europea ha puesto en pausa los 19.000 millones de euros que Italia debe recibir en el marco de la tercera partida del Fondo de Recuperación por problemas con las reformas que está acometiendo el Ejecutivo transalpino comandado por la líder de la formación ultra Hermanos de Italia, Giorgia Melonia. Tras constatar el incumplimiento de los hitos acordados, Bruselas y Roma se han dado un tiempo extra de un mes para intentar solventar este traspiés, que ha pasado de puntillas en la prensa italiana, mientras el plan español abría titulares en las cabeceras de la derecha española con escenarios apocalípticos que no se han cumplido. En los pasillos de Bruselas están satisfechos con la gestión española de su plan más ambicioso, Next Generation EU, y ponen al país como ejemplo de niño avanzado de la clase.

Feijóo insiste en que, a pesar de todo ello, mantiene una buena relación con Von der Leyen, aunque a su paso por Bruselas la semana pasada la única prueba que aportó es que su vuelo se retrasó una hora y la alemana lo esperó una semana para cenar. Por su parte, la sintonía que muestra públicamente con Pedro Sánchez, quien le regaló unos patucos para su nieta, se percibe de manera más patente.

Hace unos días, el gallego evitó también avalar la candidatura de la exministra de Defensa de Angela Merkel como Spitzenkandidaten, es decir, candidata del Parlamento Europeo para continuar presidiendo la Comisión Europea en un segundo mandato. El español no es el único que mira con recelo a Von der Leyen. Hay una sensación generalizada de que la alemana ha adoptado una estrategia, una visión y unas políticas demasiado de izquierdas. Y a menudo es más alabada por el grupo socialdemócrata que por su propia familia política.

Elecciones a la vista

Las elecciones europeas de 2019 dejaron a la extrema derecha como fuerza más votada en Francia con Agrupamiento Nacional de Marine Le Pen, en Italia con la Liga de Matteo Salvini, en Hungría con el Fidesz de Víktor Orbán y en Polonia con el PiS de Mateusz Morawiecki. Desde entonces, el panorama político del arco parlamentario y de los gobiernos nacionales ha cambiado. Y mucho. Tras una deriva y confrontación insostenible, el Fidesz de Orbán abandonó las filas del Partido Popular Europeo, su familia política hasta la fecha.

Los eurodiputados de extrema derecha esperan sumar fuerzas en las próximas elecciones 

Desde entonces, sus eurodiputados se encuentran en el grupo de los no inscritos con la ambición de cerrar un frente común entre todas las fuerzas ultras del continente de cara a los próximos comicios, previstos para mayo de 2024. Actualmente, la ultraderecha está dividida en tres grupos –Conservadores, Identidad y Democracia y no inscritos-, pero si se unieran en torno a una misma familia serían el segundo grupo más importante de la cámara, por delante de los Socialdemócratas. Y tendrían capacidad de bloqueo. Este es el objetivo de Vox, PiS, La Liga, el Fidesz o AfD de cara a las próximas elecciones, pero sus discrepancias en posturas como la guerra en Ucrania o las relaciones con China lo ha imposibilitado. Hasta el momento.

El auge de estas fuerzas se produce en detrimento de la popularidad de los democristianos, que ya están adoptando posturas más radicales para competir con este nicho de votos. De hecho, el propio grupo de Le Pen afeó en la Eurocámara que el Partido Popular les "robase" sus ideas de más control fronterizo y más barreras físicas para el control de la migración. En paralelo, esta radiografía también se ha reproducido en las capitales.

La ultra Meloni controla la cuarta economía de la Eurozona y la derecha ha perdido el Gobierno de Alemania tras dos décadas. Todo ello se ha traducido en una normalización creciente de las fuerzas de extrema derecha en la vida política. Los cordones democráticos ya no son sacrosantos en países como Suecia. Y la formación del primer gobierno de extrema derecha en Italia, un miembro fundador de la UE, no ha levantado mucho polvo en Bruselas.

Las medidas adoptadas en Bruselas eclipsan los problemas de los partidos autoritarios

Además, los tiempos actuales de convulsión social, hastío o inflación récord que dejan la pandemia y la guerra en Ucrania han eclipsado la problemática de las derivas autoritarias que viven Polonia y Hungría. La energía europea se ha redirigido y centrado en abordar soluciones ante las grandes crisis actuales y ha aparcado la situación de los abusos de derechos fundamentales dentro de sus fronteras, un precedente que amenaza con agrandar la popularidad en sus líderes dentro de sus países y servir de ejemplo para futuros gobiernos ultranacionalistas.

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