Letitia James, Fani Willis, John Bolton… la lista negra de Trump comienza a adelgazar tras los últimos ajustes de cuentas
El presidente ya ha logrado que imputen cargos contra el exdirector del FBI James Comey y la fiscal Letitia James, que lideró la acusación contra la familia Trump por fraude fiscal.

Washington DC--Actualizado a
Donald Trump lo había gritado a los cuatro vientos en numerosas ocasiones. Tenía una lista de enemigos preparada para empezar a tachar nombres nada más llegar al poder. El presidente estadounidense nunca ocultó su sed de venganza contra aquellos que consideraba como los villanos que se habían negado a rendirle pleitesía durante su primer mandato, o bien aquellos que se habían atrevido a sentarlo en el banquillo de los acusados.
Todo el tiempo que estuvo fuera de la Casa Blanca, Trump se quejó públicamente de los cuatro casos penales que se le imputaron y acusó a los demócratas de liderar una "caza de brujas" contra él. El magnate acusaba al entonces presidente Joe Biden de "instrumentalizar" el Departamento de Justicia por la imputación federal por instigar el asalto al Capitolio y por tener papeles clasificados en su mansión de Mar-a-Lago. En ninguno de los dos casos Trump llegó a ser sentenciado porque se libró de los juicios después de ganar las elecciones. Al sur del hemisferio, en Brasil, hace poco se conocía que Jair Bolsonaro era sentenciado a 27 años de prisión por su intento de golpe de Estado que emulaba el seis de enero del republicano.
Una vez en el poder, Trump ha instrumentalizado el Departamento de Justicia, así como el FBI, para sus propios fines, ya sean ideológicos o personales. Los recortes en las agencias y los despidos masivos de funcionarios y agentes secretos han dejado ambas instituciones a merced de los caprichos del presidente. El republicano no se esconde de su intención de usarlos para castigar a los que considera sus enemigos: dio una dura reprimenda pública a la fiscal general, Pam Bondi por no ser capaz de imputar cargos al exdirector del FBI James Comey. Una semana después del rapapolvo, Comey era imputado con los cargos de perjuicio y obstrucción a la justicia.
El exdirector del FBI, que el pasado miércoles compareció en la primera vista judicial y se declaró no culpable, ocupa las primeras posiciones de la lista negra del presidente. Tan solo cuatro meses después de que Trump fuera investido en 2017, Comey ya estaba en la calle por no jurar lealtad al magnate y por hacer público ante el Congreso que existía una investigación sobre una posible injerencia rusa para ayudar a que Trump ganara las presidenciales de 2016.
El episodio desencadenó en el nombramiento del exdirector del FBI Robert Mueller como fiscal especial para que supervisara la investigación que estaba realizando el FBI sobre la posible injerencia rusa. En ese informe, Mueller concluyó que aunque no se podía probar que la campaña de Trump hubiera conspirado con el Gobierno ruso en sus actividades para interferir en las elecciones, sí que se encontraron de que hubo una operación rusa. De este modo, Mueller apuntó que eso "establecía que el Gobierno ruso consideraba que se beneficiaría de la presidencia de Trump y trabajó para asegurar este resultado". A lo que añadía que la campaña de Trump "esperaba que se beneficiara electoralmente de la información robada y filtrada a través de los rusos".
Trump, que había quitado de en medio a Comey con la esperanza de atajar la cuestión, se encontró con que el caso ganó notoriedad y lo dejó ligado a la sospecha de los vínculos con Rusia. Cabe decir que el republicano tampoco se ha esforzado en disipar esa imagen, ya que constantemente está halagando al presidente ruso, Vladímir Putin, y le ha dado un trato preferencial en las negociaciones sobre la guerra de Ucrania.
Pero más allá de Comey, existen más nombres de esa lista de enemigos que ya han empezado a sufrir la venganza del presidente. Uno de ellos es otro exasesor de su primer mandato, el antiguo asesor de seguridad nacional John Bolton. A finales de verano, Bolton fue sorprendido en su casa de Bethesda, a las afueras de Washington, por una redada del FBI.
Bolton está siendo investigado por la fiscal de Maryland, Kelly Hayes, a raíz de una investigación que se inició a finales de 2020, en el ocaso de la primera Administración Trump, por supuestamente haber filtrado información sensible y clasificada a la prensa. Además de retomar este caso al que le dio carpetazo durante la Administración Biden, en la acusación también se incluyen todos los comentarios críticos que ha hecho Bolton sobre el republicano durante los últimos cuatro años. Ya cuando era asesor del magnate, el politólogo chocó en diversas ocasiones hasta que Trump lo despidió en septiembre de 2019.
A quien Trump también tenía en el punto de mira era a la fiscal general de Nueva York, Letitia James. La abogada fue imputada el jueves por mentir en una solicitud hipotecaria. Tres fiscales llevaban la investigación, dos de los cuales fueron colocados en el cargo por el mismo presidente y, para más inri, uno de ellos, Lindsey Halligan, es una antigua abogada personal de Trump.
La letrada fue quien logró imputar cargos por fraude fiscal al republicano y su familia con relación a los negocios inmobiliarios realizados en 2022. Acusaba a los Trump de inflar su patrimonio neto para obtener mejores condiciones para los préstamos. Tras un juicio que duró varios meses, el juez a cargo del caso dictaminó el año pasado que Trump era responsable de conspirar para cometer fraude. Pero después la corte de apelaciones, a pesar de mantener la sentencia, anuló la multa de 500 millones de dólares que se le impuso.
El senador demócrata de California Adam B. Schiff es otro de los que ha caído bajo la artillería del presidente. Fue uno de los primeros congresistas que en 2019 ayudó a sacar adelante el primer impeachment contra Trump. Para ponerlo en el blanco, el magnate ha usado la misma estrategia que también ha lanzado contra la gobernadora de la Fed, Lisa Cook, para intentar destituirla: acusarlo de fraude hipotecario.
Otra letrada que a Trump no se le escapa es la fiscal de Georgia, Fani Willis, quien llevaba la acusación contra Trump para el caso estatal de intento de interferencia electoral en Georgia. Ya durante el proceso del juicio la defensa del magnate se encargó de poner trabas y sacar trapos sucios de la abogada para así aplazar el caso hasta dejarlo en punto muerto. De hecho, el presidente está intentando sacar adelante las acusaciones por un supuesto conflicto de interés respecto a unos viajes que hizo durante el año pasado.
Al ser un convicto, muchos de los enemigos que tiene el presidente son abogados. Otro más es el exfiscal especial Jack Smith, que lideró las acusaciones de los dos casos federales en contra de él. Recientemente, Trump lo ha vuelto a atacar públicamente en Truth Social. El exdirector de la CIA John O. Brennan, que ayudó a recopilar la información para la investigación sobre la posible injerencia rusa en 2016, y el megadonante progresista George Soros, a quien también ha amenazado públicamente.

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