Malos tiempos para la ciencia médica en EEUU: "Muchos niños morirán por lo que está haciendo Robert F. Kennedy"
Las políticas del secretario de Salud suscitan el recelo de la ciudadanía hacia las agencias de salud pública y la vacunación de niños ya ha empezado a caer.

Antònia Crespí Ferrer
Washington DC--Actualizado a
"Cada una de las obligaciones de vacunación es errónea y rezuma desprecio y esclavitud". La afirmación no está sacada de ningún foro antivacunas, ni tampoco fue pronunciada por ningún activista de este movimiento. Es el argumento que ofreció el máximo responsable de Salud de Florida, Joseph Ladapo, cuando hace unos días anunció que pronto el estado dejaría de exigir la vacunación escolar. También es uno de los muchos efectos colaterales de la nueva Administración de Donald Trump, quien nombró a la cabeza del departamento de Salud al antivacunas Robert Kennedy Junior.
En poco más de medio año al frente de Salud, Kennedy ha normalizado las posiciones antivacunas aprovechando los altavoces institucionales. El secretario de Salud ha despedido a todos los miembros del comité de vacunación del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la máxima agencia de salud pública en el país; ha reducido el acceso a la vacuna de la covid-19, haciéndolo más complicado para la gente sin patologías de base; y ha propiciado el despido de la reciente directora de la CDC, Susan Monarez, por negarse a firmar "unas directivas, anticientíficas y temerarias".
A todo ello hay que sumarle las recientes declaraciones de Kennedy en el Congreso, donde puso en cuestión los datos del CDC sobre el número de muertes registradas durante la pandemia. El pasado viernes, The Washington Post publicaba en exclusiva que los oficiales de salud del Gobierno planean vincular las vacunas de la covid a la muerte de 25 niños, mientras consideran limitar qué ciudadanos deberían tener acceso a las vacunas.
Donde más se nota la creciente desconfianza es en las tasas de vacunación infantil. Según los datos del CDC en el año escolar 2024 -2025, la vacunación de los niños en edad de parvulario disminuyó respecto al año anterior en todas las áreas existentes: cayó un 92,1% para la vacuna contra difteria, tétanos y tos ferina acelular (DTaP) y hasta un 92,5 % para la vacuna contra sarampión, paperas y rubéola (MMR) y la vacuna contra la poliomielitis.
Este año, hubo un brote de sarampión en Texas que acabó con la vida de dos niños que no estaban vacunados. También se reportó una muerte de un adulto que no estaba vacunado del sarampión en Nuevo México y que estaría vinculado a la propagación viral. En abril, cuando aún no se daba por cerrada la epidemia interna, los más de 600 casos de sarampión ya duplicaban los del 2024 y apuntaban a sobrepasar los 1.274 de 2019.
"Si la tasa de vacunación baja incluso un 10% o 20 %, podría ser suficiente para desencadenar grandes brotes que causen muchas muertes. Y ahora mismo nos hemos movido por ese camino, y veremos cuánto dura", explica a Público Jerold Mande, profesor de Harvard y exsubsecretario adjunto de Seguridad Alimentaria del Departamento de Agricultura bajo la primera presidencia de Barack Obama. "En este momento, no hay duda de que en Estados Unidos, especialmente los niños, se enfermarán y morirán debido a lo que ha hecho el secretario Kennedy".
Mande advierte de cómo la dirección de Kennedy al frente de Salud ha acelerado el sentimiento antivacuna que nació con la pandemia y la desconfianza en la ciencia. El exfuncionario de Agricultura destaca cómo con el covid los partidos conservadores fracturaron el consenso social que existía en torno a los beneficios de la vacunación y extendieron la desconfianza entre la población.
"En Estados Unidos se puede ver cómo este tipo de escepticismo hacia las vacunas es adoptado por nuestras facciones más conservadoras y la extrema derecha. Y, de hecho, durante el covid lo vivimos: fueron nuestros políticos conservadores quienes empezaron a atacar la salud pública, a atacar las vacunas, a atacar el uso de mascarillas", explica Mande. Pero los recortes en las agencias de salud no solo implicarán la aparición de nuevos brotes o problemas de salud pública a la larga, sino que también "eliminan nuestra capacidad de detectarlos antes".
A la desconfianza en las vacunas también se le tiene que sumar el creciente recelo a las agencias públicas debido a las políticas de Kennedy. Casi seis de cada diez adultos, un 58%, decían tener poca o ninguna confianza en que las agencias de salud, como la CDC, tomen decisiones basadas en la ciencia, según una encuesta publicada en agosto por la Kaiser Family Foundation (KFF), una organización sin fines de lucro y no partidista dedicada a la investigación en salud.
El doctor Drew Altman, director ejecutivo de la KFF, también señalaba que esta desconfianza en las vacunas se vincula con que la gente ya no confía en las fuentes oficiales. "La gente está desconcertada por un debate sobre las vacunas intensificado y polarizado, y ya no sabe a dónde recurrir para obtener información científica confiable", expone, Altman que apunta que tan solo el "14 % de la población dice tener mucha confianza en agencias de salud del Gobierno federal como el CDC y la FDA para garantizar la seguridad y eficacia de las vacunas aprobadas para su uso".
Según el doctor, "esto podría deberse a que los demócratas no confían en la Administración actual -solo el 19 % de los demócratas dice tener mucha confianza en los CDC y la FDA en lo que respecta a las vacunas- o a que los republicanos no confían en estas agencias en general -solo el 13 % de los republicanos confía mucho en ellas en relación con las vacunas-".

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