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Elecciones en Austria Los conservadores austriacos de Kurz buscan socio ante una inminente victoria electoral

El Partido Popular Austríaco (ÖVP) encabeza claramente los sondeos con entre un 34 y un 35 por ciento de los votos. Con ello, se abren tres opciones de gobierno: reeditar la alianza con los ultraderechistas del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), una vieja coalición con los socialdemócratas o un tripartito inédito con Los Verdes y los liberales de NEOS.

El líder conservador del Partido Popular Austríaco, Sebastian Kurz, es el favorito en las encuestas. / Reuters

Àngel Ferrero 

Este domingo casi seis millones y medio de votantes están llamados en Austria a las urnas para elegir a su próximo gobierno. Lo harán con una única certeza: el conservador Sebastian Kurz, de 33 años, será el próximo canciller. El Partido Popular Austríaco (ÖVP) encabeza claramente los sondeos con entre un 34 y un 35 por ciento de los votos. La única incógnita es con quién formará gobierno de coalición. La respuesta que dé Kurz a esta pregunta no solamente determinará el futuro del país, sino que influirá en los países europeos del entorno, en particular en los partidos conservadores.

Todas las opciones están por ahora sobre la mesa: empezando por una reedición con el nacional-populista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), pasando por la vieja gran coalición con el Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ) y terminando con un inédito tripartito con Los Verdes y los liberales de NEOS. Radio France Internacional ha resumido bastante bien el dilema con el siguiente titular: “¿Orbán en potencia o Macron alpino?”.

Los conservadores austríacos fueron pioneros en romper el tabú de pactar con la ultraderecha –lo hicieron en 1999, cuando Jörg Haider lideraba el FPÖ– y mantienen buenas relaciones con el presidente húngaro, cuya política de inmigración ha sido citada como ejemplo en algunos círculos del ÖVP. Pero Kurz también podría decantarse por una coalición con liberales y verdes, en consonancia con los vientos que soplan en Europa animando a este tipo de compromiso político.

Una campaña turbia

La campaña para estas elecciones ha sido descrita reiteradamente en varios medios de comunicación austríacos como “sucia” y “turbia”. El desencadenante de las elecciones fue la moción de censura contra el gobierno por la publicación en la edición digital del semanario Der Spiegel y del Süddeutscher Zeitung de un vídeo grabado el verano de 2017 en Ibiza y en el que aparecía el entonces vicecanciller, Heinz-Christian Strache, junto al también miembro del FPÖ Johann Gudenus prometiendo favores políticos y contratas públicas a una supuesta millonaria rusa a cambio de donaciones para su partido.

Las elecciones llegan tras una moción de censura provocada por un caso de corrupción del antiguo vicecanciller, Heinz-Christian Strache

Un día después de la publicación del vídeo Strache presentó la dimisión de todos sus cargos. Con todo, Kurz expresó su voluntad de mantener la coalición con el FPÖ. A cambio, eso sí, de la dimisión Herbert Kickl, cuya gestión al frente del Ministerio del Interior era objeto de fuertes críticas. La demanda de Kurz precipitó la retirada del gobierno del FPÖ, los socialdemócratas presentaron una moción de censura contra el gobierno en minoría apoyada por los nacional-populistas y Sebastian Kurz se vio obligado a dejar la cancillería tras ocupar sólo 17 meses el cargo. Desde entonces Austria está gobernada por un colegio de funcionarios nombrado por el presidente del país, Alexander Van der Bellen, con la independiente Brigitte Bierlein como canciller. Los escándalos de corrupción –incluyendo la destrucción de pruebas comprometedoras– en torno al ÖVP, el FPÖ e incluso Los Verdes se han ido sucediendo estos últimos meses.

El líder de la formación ultraderechista Partido de la Libertad de Austria, Norbert Hofer. / Reuters

El líder de la formación ultraderechista Partido de la Libertad de Austria, Norbert Hofer. / Reuters

En el caso de Strache, el FPÖ de Viena –donde el ex vicecanciller pensaba presentarse como candidato en las próximas elecciones municipales– estudiará el próximo martes, según Die Presse, su suspensión en el partido a raíz de la publicación de informaciones que lo hacen responsable de malversación de fondos. Strache está bajo sospecha de haber desviado dinero del partido para fines privados. Entretanto, el asunto está en manos de la Fiscalía. En palabras del editor y comentarista austríaco Hannes Hofbauer para NachDenkSeiten, ”Austria se encuentra en una verdadera crisis de Estado, que, sin embargo, es minimizada por los medios de comunicación.”

Deshojando la margarita

Kurz, que anticipa una holgada victoria, ha tratado de distanciarse del FPÖ o, al menos, de su ala más derechista, y éste, por su parte, parece acomodarse a los deseos del candidato conservador. El FPÖ apuesta por el pragmatismo con Norbert Hofer, el que fuera candidato a la presidencia en 2016, con un perfil más burgués que su predecesor en el cargo y con el que busca consolidar los buenos resultados de su formación. Uno de los pilares de su campaña ha sido nuevamente la inmigración: el FPÖ reclama endurecer los controles a los peticionarios de asilo para comprobar que no abusan de las ayudas sociales e impulsar medidas para extraditar por vía exprés a los extranjeros que se encuentran encarcelados en las prisiones austríacas, que son hasta un 53,8%.

La candidata socialdemócrata Pamela Rendi-Wagner en su acto final de campaña en Viena. / Reuters

La candidata socialdemócrata Pamela Rendi-Wagner en su acto final de campaña en Viena. / Reuters

Una de las condiciones de los conservadores para un gobierno de coalición con el FPÖ es que Herbert Kickl no forme parte del gabinete, algo a lo que el FPÖ podría plegarse sin demasiados problemas, nombrando a cambio a Kickl portavoz del grupo parlamentario en el Parlamento. El Ministerio del Interior quedaría en cualquiera de los casos manos de los conservadores, que buscarían así evitarse nuevos escándalos. Sin embargo, Hofer se opone a prohibir el Movimiento Identitario de Austria (IBÖ), como ha propuesto el exministro de Cultura y presidente del ÖVP en Viena, Gernot Blümel.

Hofer despachó asimismo el jueves la sombra de corrupción que persigue a Strache –y que amenaza con salpicarle, pues su nombre apareció el viernes en la prensa como parte de esa trama– declarando en un debate en la ÖRF (la televisión pública austríaca) que éste tiene “ahora otras preocupaciones”. Poco sorprendentemente, el FPÖ ha tratado de presentar el caso como una conspiración contra ellos y contra un cambio radical en el país: sostienen que a Strache y Gudenus se les tendió una trampa, se les empujó a hacer declaraciones comprometedoras y que la grabación es ilegal.

Los socialdemócratas no consiguen capitalizar la moción de censura y podrían llegar a obtener el peor resultado de su larga historia, por debajo del 25%

Los socialdemócratas, por su parte, no consiguen capitalizar la moción de censura y podrían llegar a obtener el peor resultado de su larga historia, quedando por debajo del 25%, lo que ha llevado a que su candidata, Pamela Rendi-Wagner, no descarte un gobierno de gran coalición con el ÖVP. De quedarse fuera del gobierno la crisis en el SPÖ parece segura, siendo el del exministro de Defensa Hans Peter Doskozil el nombre que más suena para sustituir a Rendi-Wagner. Perteneciente a la derecha socialdemócrata, Doskozil es actualmente presidente del estado federado de Burgerland, donde gobierna en coalición con el FPÖ. Este político socialdemócrata también ha propuesto seguir los pasos del modelo danés de inmigración y asilo, más restrictivo.

Después de quedarse sin representación en las elecciones de 2017, Los Verdes regresarán al Parlamento empujados por la ola de concienciación ecologista –las encuestas les dan un 13%–, mientras NEOS –que obtiene entre un 8% y un 9% en los sondeos– intentará respaldarse, como la inmensa mayoría de los liberales europeos, en la figura del presidente francés, Emmanuel Macron. Con estas dos fuerzas el ÖVP podría pactar un tripartito. Con este gobierno Austria dejaría de encabezar un bloque austrohúngaro, daría la espalda al Grupo Visegrado y se orientaría hacia el liberal-macronismo. NEOS ya apuesta por ello y en su programa, además de incluir llamadas a la “transparencia”, se habla de un “pacto nacional para el clima y el medioambiente”.

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