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Elecciones EEUU Biden hace de presidente y desgrana su programa mientras que Trump se encomienda a la bronca y la economía para reivindicarse

Cada candidato participa a la misma hora en un programa de televisión diferente, donde respondieron a preguntas de ciudadanos. Es la penúltima cita antes del debate final entre ambos en Nashville dentro de siete días.

El candidato presidencial demócrata de EE. UU. Joe Biden y el presidente de EE. UU. Donald Trump en programas televisivos antes de las elecciones. REUTERS / Octavio Jones
El candidato presidencial demócrata de EE. UU. Joe Biden y el presidente de EE. UU. Donald Trump en programas televisivos antes de las elecciones. REUTERS / Octavio Jones

Fue, en parte, una metáfora de la división en que está sumido el país. Tras el positivo por covid-19 de Donald Trump la semana pasada y después de negarse el presidente a participar en un debate virtual con su oponente Joe Biden, ambos candidatos en vez de mantener ayer por la noche el debate que había sido programado, participaron en sendos programas de televisión, cada uno por su lado pero a la misma hora (a las 20.00 horas de Washington), en los que respondieron a preguntas de ciudadanos. El programa de Trump tuvo lugar en Miami, Florida; el de Biden sucedió en Filadelfia, Pennsylvania. Ambos son Estados cambiantes, es decir, que se pueden inclinar a un lado u otro de la balanza y por ello serán decisivos para el resultado final de las elecciones del 3 de noviembre. El de Biden duró media hora más pero la conclusión fue la misma: o se seguía uno o se seguía otro. Cada parte del país con su candidato, la una de espaldas a la otra.

La hora y media de Biden (emitida por la cadena ABC) transcurrió con serenidad y sin sobresaltos: ningún enfrentamiento con el moderador, George Stephanopoulos, y un buen tono entre Biden y los ciudadanos que preguntaban desde el graderío habilitado por el programa. El candidato demócrata aprovechó para mostrarse y actuar como presidente, desgranar las claves de su programa (acceso a la salud, transición ecológica, subida de impuestos a los ricos) y apostar por unir al país, llamar a la concordia y apostar por los valores "de antes" como "la decencia". Junto a esto, Biden cargó contra Trump, entre otras cosas, por su gestión de la pandemia y por las prisas, a tres semanas de las elecciones, en tratar de nombrar a una jueza (la ultraconservadora Amy Coney Barrett) para el Tribunal Supremo, "a pesar de que millones de personas ya han votado por correo".

Trump, por su parte, se mantuvo fiel a su estilo: agresivo, bronco, incoherente en las respuestas y en la exposición de ideas pero palmario y directo a la hora de lanzar sus lemas-fuerza en medio de esa maraña de confusión; y siempre acompañando sus respuestas de un manto de desinformación. Trump lo abocó casi todo a la carta de la economía: con él en la Casa Blanca, aseguró, la economía de Estados Unidos ha rendido como jamás en la historia y, pese al retroceso sufrido durante la pandemia, la recuperación, afirmó, ya se está viendo "y el año que viene la economía va a ir fenomenal, siempre que los demócratas no ganen y suban los impuestos", anunció.

Trump afirmó sin fundamento alguno que "el 85% de la gente" que lleva mascarillas "pillan el virus"

Entretanto, acusó a los medios de corruptos y de lanzar bulos, a los demócratas de ser radicales y de apoyar la violencia en las ciudades, los culpó también del bloqueo al nuevo paquete de ayudas por la covid-19 (pese a que los republicanos tienen mayoría en el Senado), defendió que las empresas paguen muy pocos impuestos porque "están creando empleo y si se suben los impuestos, se irán", atacó los confinamientos que algunos Estados emprenden por la covid-19 ("la cura no puede ser peor que la enfermedad... ¡Nueva York es un lío!"), defendió su ligereza personal con el coronavirus ("no puedo estar bloqueado en una habitación por un año") y, en cuanto a su reluctancia a llevar mascarillas, dijo que él está de acuerdo en llevarlas cuando toque pero, contrapuso, "hay dos tipos de historias diferentes y el otro día salió que el 85% de la gente que las lleva pillan el virus", afirmó sin fundamento alguno que respalde esa información.

En casi todas estas afirmaciones, la moderadora, Savannah Guthrie, estuvo al quite y reaccionó con contundencia cuestionando a Trump y sacando a menudo el lado más agresivo del presidente, que en un momento incluso llegó a exclamar: "¡Me estás interrumpiendo!". Tan fue así que al final del debate, el director de comunicación del mandatario, Tim Murtaugh, emitió un comunicado contra Guthrie: "Incluso aunque la comisión [de los debates electorales] cancelara el debate en persona que podría haber ocurrido hoy, éste ha acabado por tener lugar, y el presidente ha batido completamente a la periodista de la NBC Savannah Guthrie en su rol como oponente en el debate y representante de Joe".

Los momentos más tensos fueron cuando se abordaron las elecciones y el supuesto fraude que Trump aventura que sucederá, la declaración de impuestos que el presidente no ha querido hacer pública y en torno a un retuit de Trump que la moderadora sacó a relucir y en el que se acusaba a Biden de una rocambolesca conspiración. "¿Por qué retuiteó usted una conspiración sobre que Biden mató navy seals [la fuerza de operaciones especiales de la armada de Estados Unidos] para encubrir la muerte fake de Bin Laden?", preguntó Guthrie, ante lo que Trump respondió con tanta tranquilidad como falta de sonrojo: "Eso fue un retuit...". "No lo entiendo", le achacó la moderadora, "¡usted es el presidente! ¡Usted no es el tío loco de alguien que puede retuitear lo que sea!".

En cuanto a las elecciones, Trump volvió a sostener, sin ninguna evidencia, que están amañadas. "¿Aceptará los resultados?", le preguntó Guthrie, y Trump se limitó a responder tirando por la tangente: "Se han descubierto miles de papeletas tiradas en papeleras y contenedores con mi nombre y no estoy feliz con eso". La moderadora repuso que de los millones de votos que hay en cada elección, apenas hay unos pocos casos de voto irregular, pero Trump no quiso debatir sobre este asunto y simplemente le espetó a Guthrie: "¿Pero lee usted los periódicos y ve las noticias?". Según la CNN, los supuestos miles de votos tirados en contenedores son también un dato falso. "Hasta ahora sólo ha habido dos incidentes donde se han encontrado papeletas de voto en un contenedor o una papelera: uno, en Nueva Jersey, implicaba 99 papeletas y otro suceso en Pennsylvania, con nueve", aseguró la cadena.

En cuanto a la cuestión de la declaración de impuestos y las deudas del presidente. Guthrie, basándose en una información recién publicada por el New York Times, fue directa y preguntó a bocajarro: "¿A quién debe usted 421 millones de dólares?". Trump volvió a esquivar la cuestión e insistió en que esa cifra "es completamente falsa" y para hacer derivar la cuestión a Hillary Clinton y a los demócratas, dijo: "No, no le debo dinero a Rusia". En cuanto a sus declaraciones de impuestos, dijo con descaro que no las liberaba "por sentido común" e incluso aseguró haber sido "muy maltratado por el IRS" [el Servicio de Ingresos Internos, la administración sobre impuestos federales de Estados Unidos].

Sobre su positivo por covid-19 la semana pasada y la posibilidad de que hiciera el debate con Biden ya infectado y sin haberse hecho el test ese mismo día, como establecían las reglas, Trump evadió de nuevo responder: "Probablemente", dijo, "me hice el test el día de antes". Guthrie le insistió en que tenía que recordar cuándo. "Puede que lo hiciera, puede que no", le espetó Trump. Y a otra cosa.

Biden sortea el 'fracking' en Pennsylvania

Biden, en su cita, quiso mostrar una imagen completamente diferente, marcado una clara diferencia de estilo: no tiró de victimismo, hizo autocrítica, no entró en polémicas ni con el moderador ni con ningún ciudadano de los que le preguntó y se dedicó a desgranar con tranquilidad y prolijidad las ideas centrales de su programa. El problema es que con mucha probabilidad los espectadores eran sus propios votantes y no a quienes tiene que convencer para que lo voten.

Biden se mostró cómodo en su Estado natal (el exvicepresidente nació en la ciudad de The Office, Scranton, en noviembre de 1942) y basó su apuesta en mejorar el acceso a la salud, introducir al país en una clara transición ecológica y en la reducción de gases de efecto invernadero, en la subida de impuestos a los ricos y en un liderazgo internacional en vez de en el "aislamiento" del país; todo ello como pilares sobre los que unir a la sociedad estadounidense en un proyecto de futuro.

El tema más espinoso fue el fracking, que en Pennsylvania es importantísimo y puede ser decisivo para que este Estado cambiante acabe votando por uno u otro candidato. Biden prometió que introducirá al país en la senda de las energías renovables, que para 2035 toda la producción de energía se hará sin emisiones y que no dará subsidios y bajadas de impuestos a la industria del petróleo. En cuanto al fracking, apostó por "gestionarlo por seguridad" porque la emisión de metano, admitió, es una gran preocupación. Aseguró que del sector de las energías renovables vendrían muchos empleos futuros.

El candidato demócrata aprovechó para cargar contra Trump por su gestión de la pandemia de coronavirus. "En febrero sabía que esto era más mortal que la gripe pero lo ocultó. Creo que lo hizo", añadió, "porque él seguía preocupado por la bolsa, que es su termómetro para el éxito en la economía".

Hablando de economía, quiso exponer su propuesta sobre impuestos: "Los recortes a los impuestos que ha promovido Trump", denunció, "han supuesto que de sobre 1,3 billones de dólares de los dos billones de rebaja de impuestos, hayan ido para beneficio del 1% más rico del país. A eso me refiero cuando digo que hay que eliminar las bajadas de impuestos, no todas, pero sí esas para los más ricos".

Biden consiguió en su cita televisiva, una ventaja en las encuestas de casi 10 puntos

Biden y Trump tuvieron sus programas a 19 días para las elecciones. A sus citas televisivas de ayer, Biden llegó con una ventaja en la media de encuestas de casi 10 puntos, según la web RealClearPolitics: 51,7% frente al 42,3% de Trump. Pero desde el 11 de octubre hay un repunte del segundo en detrimento del primero, lo que podría apuntar a un estrechamiento de las diferencias.

Con todo, un 45,6% obtenido el 19 de febrero de este año es lo más alto que le ha dado esta media de encuestas a Trump. El 11 de octubre Biden pasó del 52% (52,1%), cosa que no lograba desde el 29 de noviembre del año pasado, cuando llegó a esa cota, lo que indica que el candidato demócrata estaría rozando ahora, tres semanas antes de las elecciones, sus máximos históricos de apoyos en los sondeos.

Las encuestas de RealClearPolitics en seis Estados cruciales (Florida, Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, Arizona y Carolina del Norte) actualmente dan a Biden una ventaja de casi cinco puntos sobre Trump. Otra web que elabora media de encuestas, FiveThirtyEight calcula que Biden lleva a nivel nacional una ventaja de 10,3 puntos. Ayer le daban al vicepresidente de Obama una posibilidad de ganar las elecciones del 87%.

De todos modos, el candidato demócrata no se fía. Hace cuatro años, Hillary Clinton llegó con las encuestas a favor a las elecciones y acabó perdiendo (aunque es cierto que apenas le daban una ventaja de dos o tres puntos). Una ventaja del 10% debería ser más que suficiente para que Biden se proclamara presidente. La gran duda es si las encuestas no estarán sobreestimando al candidato demócrata y si no habrá voto oculto a Trump.

El 22 de octubre tendrá lugar el último debate entre Biden y Trump antes de la cita electoral del 3 de noviembre. Será en Nashville, Tennessee. Las encuestas de los próximos días señalarán quién de los dos candidatos llega al alza o a la baja a ese último combate dialéctico y si las dos citas separadas de ayer han tenido algún efecto en alguno de los dos.

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