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Elecciones europeas ¿Por qué no votamos? El reto (y el drama) de la participación en las elecciones europeas

Las elecciones al Parlamento Europeo han sido históricamente percibidas como elecciones de segunda pero, ¿votaremos más esta vez?

Un manifestante sostiene una bandera europea. Reuters

Irene Benedicto

Siete de cada diez españoles creen que España debería tener más influencia en Europa. El 57% cree que votar en las próximas elecciones europeas tiene mucha o bastante importancia, según la última encuesta del Centro de Investigación Sociológica de España (CIS). Las elecciones al Parlamento Europeo han sido históricamente percibidas como elecciones de segunda pero, ¿votaremos más esta vez?

La participación en los últimos comicios europeos, hace cinco años, también rompió un récord histórico en España pero a la baja: 43,8%, que aún así superó, ligeramente, la media europea (42,54%), la peor cifra desde 1979. Las elecciones al Parlamento Europeo son las más olvidadas, y no sin motivos: son las más complejas y las más geográficamente lejanas. Al menos hasta la fecha.

Tras superar el récord histórico del 75% de población acudiendo a las urnas el pasado 28 de abril para las elecciones generales, la siguiente cita electoral del 26 de mayo espera subirse a la estela de este ascenso. Y es que el 26 de mayo ya ha sido bautizado de superdomingo, a la forma americana de los supermartes en que múltiples llamadas a las urnas coinciden. En nuestro caso: elecciones municipales, autonómicas en 12 comunidades y europeas.

Entre el voto castigo y el voto escoba

La UE espera que el efecto superdomingo de España refuerce el llamamiento a las urnas. El precio a pagar será un voto menos en clave europea y más en clave nacional, que venga a reforzar la tendencia actual. El 60% de los españoles decide su voto en las europeas en base a cuestiones nacionales, según la citada encuesta del CIS. Las personas con más estudios y más renta son las que observan una variable más europea y, por ejemplo, tienen acceso a contenido en inglés.

Aún así, el solapamiento de campañas contribuye a la mezcla e incluso la confusión de los mensajes. El debate está contaminado. Las elecciones europeas han sido por muchos años terreno adobado para el voto de castigo: la fórmula perfecta para dar un toque de atención a los tuyos pero sin realmente menoscabar su presencia en el Gobierno nacional.

Sin embargo, ahora sí lo será. El 26 de mayo será tierra de cultivo para otro fenómeno: el voto escoba, por el que se vota al mismo partido en los diferentes comicios sin distinguir para hacer el qué. Así, la representación española en el Parlamento Europeo será similar a la composición del Congreso en España. Si la UE espera que España lidere el ascenso de participación, los socialistas europeos esperan que España lidere un cambio de ciclo en que las izquierdas vuelven a la mayoría.

Una mujer mirando los carteles oficiales de las Elecciones Europeas en París. Reuters

Una mujer mirando los carteles oficiales de las Elecciones Europeas en París. Reuters

Pero, ¿por qué no votamos? – en las europeas

"La Unión Europea es el mejor proyecto de la historia de la humanidad para la integración y la convivencia libre de violencia – defiende Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III – pero si ya estamos viviendo en un contexto de paz, ¿para qué necesitamos más? ¿qué más nos puede ofrecer la UE?", se pregunta el experto en partidos y sistemas electorales.

La Unión Europea nació con una vocación de paz para sellar el inicio de una era libre de violencia después de las grandes guerras del siglo XX. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos europeos, esto es por ende, los votantes, no ha vivido este período bélico y da por sentada una paz heredada que no ven necesidad de defender. Superada también la época del "consentimiento permisivo" y la fascinación por la globalización, en la que todo lo que provenía de Europa era bueno, y más Europa era igual a mejor, el proyecto europeo ha de seguir avanzando con los nuevos retos e inquietudes de las generaciones actuales, opina el politólogo.

¿Europa como chivo expiatorio?

Sin embargo, ¿el desencanto de Europa tiene algo que ver con que la UE se haya convertido en chivo expiatorio de lo que no funciona? La imagen debilitada de la Unión está íntimamente relacionada con la desafección para Milagros Pérez Oliva, periodista y analista de actualidad, ponente en un reciente debate de la Oficina del Parlamento Europeo en Barcelona.

La Europa económica dura se contrapone a "una gestión de las políticas de refugiados que se ha convertido en el paradigma de la debilidad de Europa como actor internacional en materia de derechos humanos", argumenta Pérez Oliva, profesora en la Universitat Pompeu Fabra.

Esta dureza choca con una falta tanto de solidez para actuar como bloque como de firmeza con quien incumple los acuerdos, como el tratado de Dublín o el Derecho de Asilo y Solidaridad de la Declaración de los Derechos Humanos. La prevalencia de una política de hechos consumados hace que, cuando Austria ha cerrado sus fronteras a los refugiados, la UE no vaya más allá de una desaprobación y no tome represalias. Esto hace que la idea de la Unión no sea una idea motivadora para muchos europeos.

Entonces, ¿por qué deberíamos votar?

Estamos pendientes de las elecciones francesas, de las italianas, de las alemanas, y más allá del Mediterráneo, también seguimos el ascenso de la extrema derecha en Polonia y Hungría, y por supuesto del brexit. Estamos súper informados de la política internacional, y sin embargo votamos menos que nunca en las elecciones transnacionales.

"Europa se ve en la disyuntiva entre la perpetuación de la cultura europea que parece pasar por una posición más conservadora, y una de cambio que es más bien reaccionaria, de vuelta atrás, de deshacerse de las instituciones y la burocracia", arguye Pedro Simón, en alusión a Vox, el Movimiento 5 Estrellas italiano o el Frente Nacional francés.

Si nos preocupa la política internacional, ¿por qué nos sentimos tan despegados de ella? La solución a esa brecha pasa por la vinculación de las políticas locales y europeas, según Nuria Sara Miras, profesora de Filosofía en la UB y codirectora del Festival Barcelona Prensa. Es "la esperanza de que Europa sea un contrapeso a la retórica nacionalista de toda Europa", apunta. Las instituciones españolas suspenden en confianza mientras que las europeas aprueban con un cinco justo, en la citada encuesta del CIS.

Y más importante, ¿para qué votar?

Los resultados del 26 de mayo marcarán cómo será Europa en los próximos cinco años: qué economía, qué fronteras, qué valores. ¿Y cuáles son para los españoles los temas que deberían ser prioritarios en el Parlamento Europeo? El desempleo (63,7%), la inmigración (36,4 %), la educación (30,3%), la sanidad (25,9), la igualdad de género y el cambio climático – de nuevo según el CIS.

Que el Parlamento Europeo ha tenido más influencia de la política de derechas es algo que identifica el 45% de la población, y aún así, la mayoría de los que no tiene intención de votar el 26 de mayo dice que, si lo hiciese, votaría izquierdas. Un último apunte/toque de atención a los políticos europeos: el tema que más les ha ocupado desde junio de 2016, el brexit, es tema prioritario para el 0,7% de los españoles. Una buena forma de empezar a reconectar con los votantes podría ser ocuparse más de los que se quedan y no tanto de los que se quieren marchar.

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