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La ira por la quema del Corán causa más muertos

Diez víctimas en otro día de protestas en Afganistán

ANTONIO PAMPLIEGA

'A menos que los responsables de la quema del Corán sean severamente castigados, veremos violencia y protestas, no sólo en Afganistán, sino en todo el mundo'. Esta es la advertencia que lanzó Mullavi Qyamudin Kashaf, jefe del Consejo de Ulemas de Afganistán, ante la situación de violencia que está viviendo el país centroasiático los dos últimos días como consecuencia de la quema de un ejemplar del Corán el pasado 20 de marzo en una pequeña iglesia de Gainesville, en Florida, EEUU, por parte del pastor fundamentalista Terry Jones.

Las protestas comenzaron el viernes, día festivo para los musulmanes, en la ciudad norteña de Mazar-i-Sharif, donde murieron siete empleados de la ONU, y se han propagado rápidamente por todo el país; pero es en la ciudad de Kandahar, tradicional feudo talibán, donde han ocurrido los incidentes más graves.

Según informa el corresponsal de la agencia de noticias afgana AIP, cientos de manifestantes se echaron a las calles de esta ciudad sureña de Afganistán gritando consignas en favor de los talibanes y en contra de Estados Unidos para protestar por lo que consideran una ofensa a todo el mundo islámico. 'Las protestas se están produciendo en varias zonas de la ciudad contra la quema de un Corán en América. Se han oído disparos', informaba la agencia.

El ultraje del libro sagrado del islam por un pastor en EEUU desata la violencia

La Policía intentó primero dispersar a los manifestantes y disolver la protesta mediante cargas y disparos al aire. Algunas fuentes aseguran que los agentes dispararon contra la multitud, mientras otras sostienen que algunos de los manifestantes portaban también armas de fuego. La batalla campal y el tiroteo se saldaron con diez muertos, dos de ellos policías, y con 73 heridos de diversa consideración y graves destrozos en varios comercios y en diversos vehículos que se encontraban estacionados en la calle.

'Han sido los talibanes quienes han levantado al pueblo para que proteste por la quema del sagrado Corán. Ellos han incitado a la muchedumbre a que ataque a la Policía e incendie varios coches', ha asegurado el gobernador de la ciudad.

Estas violentas protestas vienen precedidas por el cruento ataque del viernes a la Misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) en la ciudad de Marzar-i-Sharif. Un grupo de fanáticos infiltrado en una manifestación de protesta contra la quema del Corán en la iglesia norteamericana asaltó con gran violencia la sede del organismo y asesinó a siete miembros de la delegación local de la ONU y a cinco civiles.

Las autoridades afganas acusaron con prontitud a los talibanes de estar detrás de este ataque. El portavoz talibán Zabiullah Mujahid envió un mensaje de texto a la agencia Associated Press en el que negaba que la insurgencia fuese la responsable de matar a los trabajadores de la ONU. El último ataque contra Naciones Unidas en Afganistán se produjo en 2009 en su sede de Kabul, donde murieron ocho personas.

Los talibanes niegan las acusaciones del Gobierno de estar detrás de los actos

Hasta el viernes, Mazar-i-Sharif se encontraba entre las localidades más seguras de todo el país, razón por la cual será de las primeras que pasen a estar bajo control de las Fuerzas de Seguridad de Afganistán. La mayoría de sus habitantes son tayikos y uzbekos y en los nueve años de contienda los atentados no han sido numerosos.

La ONU ha solicitado al presidente afgano, Hamid Karzai, que 'lleve a los responsables ante la Justicia'. También ha pedido al Gobierno de Kabul que, con la cooperación de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), las autoridades afganas 'tomen todas las medidas necesarias para la protección del personal de Naciones Unidas y de sus instalaciones'.

Si el atentado en Mazar-i-Sharif se sale de la norma, los ataques en Kabul siguen siendo moneda corriente. A primera hora de la mañana, antes de las siete, cuatro terroristas suicidas, de los que al menos tres iban ataviados con burkas azules, disfrazados de mujer, intentaron penetrar en Camp Phoenix, una base militar de la OTAN en el este de la capital.

Dos de los hombres lograron inmolarse, mientras que los otros dos, uno de ellos el conductor del vehículo, fueron tiroteados. La explosión sólo logró echar abajo la puerta blindada que da acceso al recinto, pero tres miembros de los servicios de seguridad de la OTAN en el complejo resultaron heridos. Zabiullah Mujahid, el portavoz talibán, sí reconoció que su grupo ha sido el responsable de este ataque, en una declaración reproducida por la agencia afgana de prensa AIP.

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