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Israel aplasta cualquier resistencia aunque suponga el genocidio del pueblo palestino

Cuando se cumple un mes de la matanza de Hamás en Israel, este país ya no esconde su intención de borrar cualquier resistencia armada en Gaza, aún a costa de masacrar a la población palestina.

Tropas israelíes lanzan artillería desde una ubicación cercana a la Franja de Gaza, a 6 de noviembre de 2023. REUTERS/Amir Cohen

Juan Antonio Sanz

Hasta el principal aliado de Israel, Estados Unidos, apuesta por algún tipo de alto el fuego para detener el auténtico genocidio que se está produciendo contra la población palestina de Gaza, con el fin de empujar su éxodo hacia la frontera egipcia, borrar de la Franja cualquier atisbo de resistencia y preparar, para cuando sea conveniente, su recolonización.

Pero Israel ha optado por resolver esta crisis a sangre y fuego, sin concesiones a los palestinos y con una estrategia de destrucción que haga imposible toda negociación política.

El ejército israelí ha cortado en dos la Franja de Gaza y completado el cerco de la ciudad principal de este territorio, con ese mismo nombre. Las fuerzas armadas israelíes consideran que el mayor número de túneles donde se refugian los milicianos de Hamás se concentra en esa parte septentrional de la Franja, por lo que las acciones bélicas más duras en los próximos días seguirán en una zona donde aún quedan cientos de miles de civiles.

Nadie está a salvo, dice Guterres

Y esta vez ha sido el propio secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, quien ha afirmado lo evidente: “Gaza se está convirtiendo en un cementerio de niños” con centenares de ellos muriendo o siendo heridos cada día.

“Las operaciones terrestres de las Fuerzas de Defensa de Israel y los continuos bombardeos están alcanzando a civiles, hospitales, campos de refugiados, mezquitas, iglesias e instalaciones de la ONU, incluidos refugios. Nadie está a salvo", ha subrayado Guterres en una rueda de prensa este lunes.

Para el secretario general de la ONU, cuya dimisión exigió Israel hace unos días por sus críticas contra la invasión, en la actual crisis palestina “hay claras violaciones de la ley humanitaria internacional”.

Un mes de guerra

Este lunes se cumple un mes desde que, el pasado 7 de octubre, la inestable calma que reinaba en Oriente Medio estalló en pedazos. Una masiva incursión armada del grupo islamista palestino Hamás entraba en Israel y cometía una carnicería que dejó más de 1.400 muertos, la inmensa mayoría civiles, al tiempo que tomaba no menos de 240 rehenes.

La respuesta de Israel no se hizo esperar y el primer ministro Netanyahu declaró la guerra “total” a Hamás y al resto de los palestinos de Gaza, y lanzó una miríada de bombardeos contra la Franja sin discernir entre objetivos militares y civiles bajo el argumento de que los islamistas estaban utilizando a la población civil como escudos humanos.

La semana pasada, Netanyahu dio luz verde finalmente a la invasión escalonada de Gaza. Este paso llevó a incrementar los bombardeos y, directamente, a tomar como blancos las infraestructuras civiles, los edificios de viviendas y, en suma, a la población palestina. Más de 10.000 muertos, de ellos 4.100 niños, avalan la estrategia israelí. Los heridos ascienden a más de 24.000.

“Han hecho un desierto y a eso lo llaman paz”, publicó hace unos días The Washington Post. El diario definía, parafraseando a Tácito, la desolación producida por la estrategia de tierra quemada de Netanyahu en Gaza.

Una bomba atómica en Gaza

La amenaza de un ministro israelí ultraderechista con utilizar una bomba atómica, como “una opción” en Gaza, pese a su suspensión inmediata en sus funciones, pone de manifiesto la presencia en el ejecutivo de Benjamín Netanyahu de elementos que apuestan por ir más allá del apartheid del pueblo palestino y que buscan su aniquilación total.

Ya no se trata solo de la “venganza” lanzada contra Hamás por los asesinatos del 7 de octubre ni de liberar a los rehenes en poder de las milicias yihadistas. El bombardeo de campos de refugiados, como los de Yabalia y Al Maghazi, confirman ese pronóstico. El ataque contra convoyes médicos y columnas de refugiados lo reafirma. La destrucción de un tercio de las viviendas de Gaza subraya la última intención de Israel, que los desplazados no vuelvan.

“Toda una población está asediada y bajo ataque; se le niega el acceso a lo esencial para sobrevivir, se bombardean sus hogares, refugios, hospitales y lugares de culto. Esto es inaceptable”, denunciaron en un comunicado conjunto los principales directivos de Naciones Unidas.

Los 18 firmantes apuestan por “un alto el fuego humanitario inmediato” para parar esta situación. “Han pasado 30 días. Ya es suficiente. Esto debe terminar ahora”, aseguraron entre otros el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk; el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, o el jefe de ayuda de la ONU, Martin Griffiths.

Un genocidio “de manual”

A lo que Israel califica como una “tragedia de la guerra”, es decir, las víctimas civiles de la ofensiva militar, Craig Mokhiber, hasta hace unos días director de la oficina de Nueva York del alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos, lo denomina como “un caso de genocidio de manual” al que la ONU se ve, de nuevo, incapaz de hacer frente.

El objetivo final de Netanyahu es aprovechar la ira desatada por el ataque terrorista, hacerse con el control total de Gaza y perpetuar en el sur de ese territorio un campo de concentración para un grupo reducido de palestinos, muy lejos de los más de dos millones de personas que hoy habitan la Franja. Cientos de miles han abandonado el norte del territorio para huir hacia el sur, también taponado por el Ejército israelí y por Hamás. La trampa perfecta.

Otra posibilidad es que Israel pretenda simplemente desalojar a todos los palestinos de Gaza y asentarlos en un inmenso campo de refugiados en la península de Sinaí, a lo que evidentemente Egipto se opone. Los siguientes pasos serían la ocupación de Gaza por colonos israelíes y centrar los esfuerzos para hacer lo propio con Cisjordania.

En este segundo territorio palestino, son cerca de 150 los árabes muertos por los choques con el ejército o los ataques de los colonos ilegales judíos en el mes que va de guerra en Gaza.

Pero el juego de Netanyahu y sus halcones ultraconservadores es muy peligroso. Además de atraer la ira de los aliados de Hamás en la región, como Irán, archienemigo de Israel, o el grupo proiraní Hizbulá, que opera en Siria y en el Líbano, también ha despertado la rabia de países árabes hasta ahora cercanos a Tel Aviv o al menos sin problemas mayores, ni siquiera fronterizos.

Jordania amenaza con la guerra si se expulsa a los palestinos

Es el caso de la vecina Jordania, donde reside el mayor número de refugiados palestinos desde que se creó en 1948 el Estado de Israel a costa de la población árabe allí asentada desde hacía cientos de años.

"Cualquier intento o creación de las condiciones para desplazar a los palestinos de Gaza o Cisjordania es una línea roja y Jordania lo considerará una declaración de guerra", dijo el primer ministro jordano, Bisher Al Jausaneh. El político afirmó que en estos momentos "todas las opciones están sobre la mesa”.

No es baladí este temor a la expulsión de los palestinos. El sancionado ministro de Patrimonio israelí, Amichay Eliyahu, autor de las amenazas atómicas, dio también voz a quienes en el Gobierno de Netanyahu reclaman la vuelta de los colonos ilegales israelíes a la Franja de Gaza, de donde fueron retirados en 2005, y la expulsión de todos los palestinos.

“Tenemos que empezar a desalojar (a los palestinos) de la Franja de Gaza y hacerlos emigrar a otros países", amenazó Eliyahu.

Recientemente, Galit Distel Atbaryan, otro exministro de Netanyahu, pidió en las redes sociales "borrar toda Gaza de la faz de la tierra" e instó al desalojo masivo de palestinos.

La publicación israelí Local Call informó, por su parte, de la existencia de un documento interno filtrado dentro del Ministerio de Inteligencia de Israel que sugería la despoblación total de Gaza, con una limpieza étnica de facto.

El exabrupto del ministro Eliyahu sobre la opción de arrasar Gaza con bombas atómicas, armamento del que Israel dispone en abundancia aunque no se sepa el número (entre 90 y varios centenares de ojivas), ha disparado ya la respuesta de Irán.

“El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) deberían tomar medidas rápidas e inmediatas para desarmar al salvaje régimen de apartheid (de Israel). Mañana será tarde”, indicó en un mensaje el Ministerio de Exteriores iraní.

EEUU pide una pausa humanitaria, pero envía un submarino nuclear

La búsqueda de ese eventual alto el fuego la repitió este lunes el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, en Turquía, uno de los países aliados de Washington que más críticas ha lanzado contra Israel, al que también ha acusado de provocar un genocidio con su respuesta armada sobre Gaza.

Tras reunirse con su homólogo turco, Hakan Fidan, en Ankara, Blinken lanzó un mensaje apaciguador: “Vemos el precio que pagan los civiles inocentes en Gaza; estamos en contacto con Israel. Hemos hablado de pasos para reducir las pérdidas civiles”.

Pero la estrategia de EEUU en esta crisis es dar una de cal y otra de arena. Al tiempo que defendía una pausa en la guerra, desplegaba un submarino nuclear en Oriente medio, que se une a los tres portaviones con sus correspondientes grupos de combate navales, aéreos y de desembarco enviados a la región.

Washington apuesta por una pausa en la guerra, sí, pero antes despliega todo su poder disuasorio, precisamente con la vista puesta en Irán.

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