Israel promete más guerra para 2024, impasible ante la masacre palestina y las llamadas al alto el fuego
En vísperas del nuevo año, Israel intensifica la masacre en Gaza, apuesta por el éxodo de los palestinos y desoye los llamamientos internacionales a un alto el fuego.
Madrid-Actualizado a
"No dejaremos de luchar", ha prometido Benjamín Netanyahu, a pocos días para el cambio de año. Lo que el primer ministro israelí entiende por "lucha" en la Franja de Gaza, sobre el terreno equivale a la destrucción de cualquier vestigio de asentamiento palestino, la matanza indiscriminada de civiles y una crisis humanitaria ya sin parangón en la historia de Próximo Oriente.
El ejército israelí no respetó ni la Navidad y sus bombardeos contra núcleos urbanos y campamentos de refugiados en la Franja de Gaza convirtieron esa jornada en una de las más mortíferas de la guerra desatada el pasado 7 de octubre. El campo de refugiados de Al Maghazi se convirtió en un infierno con los bombardeos israelíes, que literalmente pulverizaron a más de cien personas.
"Continuaremos combatiendo, e intensificaremos los combates en los próximos días, la lucha será larga y no está cerca de su conclusión", prometió Netanyahu a diputados de su partido, el ultranacionalista Likud.
Son ya cerca de 21.000 los muertos palestinos y 55.000 los heridos, en esta campaña de venganza lanzada por Israel en respuesta a los ataques contra su territorio perpetrados por milicianos del grupo Hamás desde Gaza.
En esa infausta jornada del 7 de octubre, los guerrilleros de Hamás asesinaron a 1.200 israelíes y ciudadanos de otros países, y tomaron prisioneros a otros 240. Un centenar de los rehenes fueron liberados en noviembre durante una tregua de siete días, intercambiados por varios cientos de mujeres y adolescentes palestinos que permanecían en cárceles de Israel.
Tras el ataque de Hamás contra Israel, el Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu lanzó una guerra sin cuartel contra Gaza, provocó la matanza que hoy continúa y presionó una ola de desplazados hacia la frontera con Egipto que ha desencadenado una catástrofe humanitaria.
Crímenes de guerra imparables
Estos días se están conociendo más detalles sobre el empleo por Israel de cientos de bombas de 900 kilos capaces de matar en un radio de 350 metros del lugar del impacto. Expertos estadounidenses han señalado que no se veía semejante acción destructiva desde la guerra de Vietnam.
Estos explosivos son cuatro veces más destructivos, por ejemplo, que las bombas empleadas por Estados Unidos para acabar con los reductos del ISIS en Mosul, Irak.
Su utilización contra la población civil palestina podría suponer otro crimen de guerra más de los muchos que está cometiendo Israel en Gaza.
Netanyahu ha desoído todas las llamadas internacionales a una contención del ejército israelí en sus ataques contra la población palestina. Por el contrario, se ha comprometido a continuar la guerra hasta acabar con Hamás y doblegar a Gaza para ponerla bajo control de Israel, sin que quede claro cuál será el destino de ese territorio. Esta indefinición ha recibido críticas incluso del mayor de sus aliados, Washington.
Sin embargo, el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU ha impedido en sucesivas ocasiones que este alto cónclave dictara una resolución que abriera camino hacia una tregua duradera en ese territorio palestino y pusiera fin a la carnicería perpetrada por Israel en Gaza.
Guerra hasta el final y con todas sus consecuencias
Respaldado por el ingente despliegue naval de Estados Unidos en Oriente Medio tras el comienzo de la crisis, el Gobierno de ultranacionalistas, extremistas religiosos y radicales sionistas ha prometido más guerra para 2024. Los 8.000 niños muertos en la ofensiva bélica israelí no parecen ser un impedimento para prolongarla.
"No se detengan. La guerra continúa hasta el final", arengó Netanyahu a sus tropas en otra proclama, realizada el día de Navidad en el norte de Gaza. "No podremos liberar a todos los rehenes sin presión militar, presión operativa y presión diplomática. Y por eso hay una cosa que no haremos: no dejaremos de luchar", prometió Netanyahu.
Esta promesa de más destrucción, junto con la advertencia de que Israel podría someter a Gaza a su control militar, al menos temporalmente y hasta que Hamás deje de ser una amenaza, contrasta con las salidas políticas propuestas por diversos países árabes, encabezados por Egipto.
El plan egipcio
El Cairo ha visto en estos meses cómo Israel empujaba con el miedo de sus bombas a la población de Gaza hacia el sur. Tel Aviv ya ha dejado caer que una de las salidas al conflicto podría ser el éxodo palestino a la península egipcia de Sinaí, algo que ni egipcios ni palestinos contemplan en modo alguno.
Por eso, Egipto ha propuesto a Hamás y al movimiento también palestino Yihad Islámica un "diálogo nacional palestino" que permita superar la actual división entre facciones de esta nacionalidad y así poder conformar un gobierno tecnocrático en Cisjordania y Gaza.
Tal propuesta, de momento ignorada por Hamás, despejaría el paso a unas elecciones palestinas y a la reconstrucción de Gaza. Además, facilitaría un reconocimiento internacional, con la llegada de ayuda y observadores, que ayudaría a la conformación del estado palestino.
El Papa pide una solución a la cuestión palestina
El propio Papa Francisco, en su bendición Urbi et Orbi de Navidad, pidió una solución a la cuestión palestina, mediante "el diálogo sincero y perseverante", sustentado "por una fuerte voluntad política y con el apoyo de la comunidad internacional".
"Suplico que cesen las operaciones militares con sus dramáticas consecuencias en las vidas de civiles inocentes, y que se remedie la desesperada situación humanitaria permitiendo la llegada de ayuda", instó el líder católico.
Nada de esto parece entrar en los planes de Netanyahu, ni de su Gobierno de radicales ni, menos aún, del ejército israelí. Los militares judíos aplican una estrategia de "tierra quemada" para que después sean los políticos quienes decidan si Gaza se convierte en una tierra de nadie, un territorio controlado por Israel o, incluso, un eventual asentamiento para los colonos israelíes, despojado de cualquier vestigio palestino.
La limpieza étnica de Gaza en marcha
Gran preocupación ha despertado el plan del Gobierno israelí, revelado por la prensa local, de incentivar la "emigración voluntaria" palestina a otros países, una diáspora que daría la razón a quienes piensan que el objetivo último de Netanyahu y sus halcones es el vaciado de la Franja para su posterior ocupación judía.
Según el Hayom Daily, Netanyahu habría indicado a legisladores del Likud que ya se ha contactado con algunos países y "se está trabajando en el asunto".
La Autoridad Nacional Palestina ha condenado desde Cisjordania semejante propuesta, que, indica, "revela la verdad sobre los objetivos de la guerra genocida" orquestada por Israel.
Para eludir el tema, Netanyahu ha desviado la atención hacia Naciones Unidas, cuyas denuncias sobre las atrocidades cometidas por las fuerzas militares de ese país en Gaza han sido continuadas desde el comienzo de la guerra.
En este sentido, Tel Aviv ha prohibido la concesión de visados a trabajadores de la ONU o la prórroga de los ya emitidos, lo que implica de facto la expulsión de sus cooperantes y agrava si cabe más la crisis humanitaria.
Al borde de la hambruna y el colapso sanitario
Destruido el tejido sanitario y con miles de heridos sin apenas atención por falta de medios, la Organización Mundial de la Salud ha calificado de "desgarradores" los testimonios que llegan desde la Franja. El sistema sanitario palestino ha quedado "diezmado" por los ataques israelíes, según el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
El responsable de la OMS también advirtió sobre el alto riesgo de hambruna que existe en estos momentos en Gaza, con cientos de miles de personas tratando de encontrar comida de forma desesperada y con la ayuda de emergencia entrando en la franja desde Egipto con cuentagotas.
Se dispara el riesgo de extensión del conflicto
Y entretanto, la crisis palestino-israelí acelera el paso para extenderse por toda la región. Aumentan los ataques israelíes y estadounidenses contra objetivos de Hizbulá y otros grupos aliados de Hamás en el Líbano, Siria, Irak y Yemen. También se han incrementado las agresiones contra israelíes y estadounidenses de estos grupos islamistas incluidos en el llamado Eje de Resistencia promocionado por Irán.
En uno de los últimos sucesos, el régimen iraní ha amenazado a Israel con una "dura cuenta atrás" y con "tomar las correspondientes medidas cuando y donde sea preciso" después de que un ataque israelí acabara con la vida en las cercanías de Damasco de un alto cargo de la llamada Guardia Revolucionaria Islámica.
Esta organización iraní internacionalista, más conocida como el ejército de los Guardianes de la Revolución o Pasdarán, desde hace décadas propaga en Siria, Irak, Líbano o entre los rebeldes hutíes de Yemen el odio antiisraelí y antiestadounidense, con entrenamiento de guerrilleros y financiación de los miembros del citado Eje de Resistencia.
Con cerca de 125.000 efectivos y una organización paramilitar dotada incluso de armas pesadas, la Guardia Revolucionaria apoyada por grupos afines, como Hizbulá, es un desafío formidable para Israel. Tanto a Hizbulá como a los iraníes se les relaciona con los ataques de Hamás del 7 de octubre.
El asesinato por Israel del general Seyed Razi Mousavi, asesor durante muchos años de la Guardia Revolucionaria paramilitar iraní en Siria, ha disparado si cabe más la tensión entre Tel Aviv y Teherán. No obstante, aunque los ataques de los proiraníes de Hizbulá podrían incrementarse desde el Líbano o Siria contra Israel, parece poco probable una intervención de Irán a gran escala y directa en la guerra del lado de Hamás.
La presencia en la zona de dos portaviones estadounidenses con sus correspondientes flotillas y una potencia de fuego mayor que la que pueden tener muchos de los países de la región es un elemento de gran capacidad de disuasión para cualquier veleidad bélica iraní. El armamento nuclear del que dispone Israel es igualmente otro instrumento de contención que Teherán nunca pondrá en cuestión.
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