Para Radovan Karadzic, la mayor matanza desde la Segunda Guerra Mundial es un 'mito', un montaje que forma parte de la conspiración de sus enemigos contra el pueblo serbobosnio al que él asegura haber defendido durante la Guerra de Bosnia.

Una atmósfera macabra se apoderó de la sala de La Haya, donde un tribunal especial de la ONU juzga la responsabilidad de Karadzic en unas matanzas sobre cuya autenticidad nadie ni historiadores ni juristas expresa ya ninguna duda. Karadzic denunció que la fiscalía lo acusa con 'pruebas falsas' de la orden de ejecutar a 8.000 musulmanes en Srebrenica, en julio de 1995. Según él, las autoridades de Bosnia-Herzegovina 'han creado un lugar para la adoración que es, una vez más, un mito'. Según él, hay 'tumbas en Bosnia que han sido exhumadas para que alguien pudiese ser enterrado en Srebrenica'.

Karadzic pidió nuevas pruebas de ADN de las víctimas, muchas de ellas todavía hoy en busca de sus seres queridos en las fosas comunes de la ciudad. 'Hay que establecer quién fue asesinado, cómo, de qué manera y dónde', aseguró Karadzic. El otro gran crimen que la fiscalía le atribuye, el sitio de Sarajevo en el que perecieron 10.000 personas, fue también negado por Karadzic, quien acusó a las autoridades locales de asesinar a sus propios conciudadanos.

El 'instigador del genocidio' según la fiscalía trata, en opinión de los analistas, de retrasar cuanto sea posible una sentencia que de todos modos tardará varios años en llegar. La táctica fue usada también por el ex presidente serbio Slobodan Milosevich, quien ejerció un boicot constante al tribunal hasta que en 2006 fue encontrado muerto en su celda antes de que se dictase la sentencia. Karadzic obtuvo ayer una pequeña victoria. Uno de sus recursos fue aceptado y el juicio se retrasará una vez más.