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Líbano Los jóvenes huyen de Líbano: "He dicho adiós a más amigos en estos últimos meses que en toda mi vida"

La explosión del puerto de Beirut ha incrementado el número de jóvenes libaneses de clase media y alta que buscan oportunidades para tratar de salir de un país sumido en la crisis. La sanidad es uno de los sectores más afectados.

Manifestantes contrario al Gobierno en una protesta en la ciudad de Trípoli.
Manifestantes contrario al Gobierno en una protesta en la ciudad de Trípoli. EFE

Frente a un presente demoledor y sin apenas expectativas de futuro. La juventud libanesa intenta desesperadamente marcharse de un país sumido en varias crisis para tratar de encontrar en el extranjero las oportunidades laborales que en su tierra natal ven imposible. 

El intento de éxodo masivo se ha acentuado tras la tremenda explosión de agosto de 2020 en el puerto de Beirut que arrasó con media ciudad y que empeoró la ya de por sí enorme crisis económica, política y social que azotaba al Líbano desde hacía meses.

Aunque reconoce que la idea de marcharse siempre le rondó la cabeza, la decisión firme la tomó justo después del estallido en el puerto en el que Hala Haabr casi pierde la vida. La joven arquitecta de 29 años cuenta a Público a través de una conversación telefónica que se encuentra a la espera de conseguir un visado a Canadá y, construir una nueva vida en un país que "sí respete a sus ciudadanos".

"Estaba en Mar Michael (San Miguel) cuando ocurrió el estallido, a unos cien metros de la explosión. No sé cómo sobreviví. Todo lo que estaba a mi alrededor se derrumbó", recuerda compungida.

Desde ese momento, Hala no ha parado en su intento por dejas atrás Líbano. Lleva meses mandado currículums a empresas europeas, especialmente en Francia, y ha conseguido algunas entrevistas, aunque sin éxito por el momento. "Es muy difícil que te acepten en cualquier sitio teniendo un pasaporte libanés", se lamenta Haabr.

"Estaba en Mar Michael cuando ocurrió el estallido, a unos cien metros de la explosión. No sé cómo sobreviví", relata Hala Haabr 

Finalmente decidió intentarlo con un programa de inmigración de Canadá que está buscando "jóvenes cualificados" y, aunque el proceso lleva su tiempo, la joven tiene puestas altas expectativas en que esta vez realmente va a conseguirlo.

Para entrar en el proceso de selección hacen falta una serie de requisitos entre los que se encuentran un "nivel académico alto, haber cursado carrera y un máster, certificado de idiomas, varios años de experiencia laboral y dinero para acreditar que podrás mantenerte allí hasta que encuentres trabajo", cuenta la joven, que cumple con todos ellos.

Líbano se enfrenta actualmente a la pandemia de la covid-19, que ha tenido un preocupante repunte de casos en las últimas semanas, la devaluación de su moneda, además de la tremenda crisis política y social, derivada de años de corrupción del Gobierno y acentuada por la explosión del puerto. Según Haabr, el 99% de su entorno está intentando marcharse o se ha marchado ya fuera del país. "He dicho adiós a más amigos en estos últimos meses que en toda mi vida", remacha la joven.

Los que consiguen salir de Líbano son jóvenes de clase media o clase alta que tienen la posibilidad de irse a través de programas de estudios, que han conseguido que las empresas en las que trabajan les trasladen, o bien, "tienen una buena formación y están haciendo entrevistas en diferentes empresas extranjeras".

"Pedí a mi empresa que me destinara fuera de Líbano, a cualquier lugar. Yo solo quería irme", cuenta Nicolás Askhar

Hala ha perdido toda la esperanza en su país y concluye la conversación asegurando que una vez consiga irse "no va a regresar". Le duele tener que separarse de su familia, aunque asegura que nada le une a Líbano "más allá de la gente a la que quiero".

Por su parte, Nicolás Askhar estuvo intentando emigrar durante tres largos años, hasta que finalmente lo consiguió en marzo de 2020, cuando la empresa de marketing en la que trabaja le concedió el traslado a las oficinas que tienen en Emiratos Árabes Unidos, concretamente en Dubai.

"Pedí a mi empresa que me destinara fuera de Líbano, a cualquier lugar. Yo solo quería irme. Estuve tres años mandando currículums a diferentes países, hasta que me trasladaron", cuenta a Público este joven libanés de 31 años.

Recuerda cómo los primeros meses en Emiratos fueron duros, puesto que coincidieron con la conocida como revolución de octubre en Líbano, que comenzó el día 17 de octubre de 2019, cuando el Gobierno de la república árabe aprobó una tasa para empezar a cobrar las llamadas telefónicas a través de las redes sociales tipo WhatsApp.

Protesta  contra el Gobierno en Trípoli, al norte de Líbano.
Protesta contra el Gobierno en Trípoli, al norte de Líbano. EFE

Esto solo fue la chispa que hizo estallar a una población que salió a las calles a exigir la caída de un Gobierno que les había llevado a una situación de crisis e inestabilidad enorme comparable a la de la guerra civil libanesa. Una población harta de los cortes de luz y de agua, de la falta de servicios mínimos, entre muchas otras deficiencias estructurales.

Nicolás vivió parte de la revolución ya en la distancia, junto a otros expatriados libaneses en Dubai, aunque el joven "no creía en ella en absoluto" y le dolía que su entorno hubiera puesto altas esperanzas en lo que para él formaba parte de una "obra de teatro", en referencia a la poca credibilidad que le suscitaban las protestas masivas.

"Ya no creía en mi país y tampoco en la revolución que estaba dirigida por los propios políticos. Había poderosos detrás de las manifestaciones. Aunque la gente de buena fe creyera en ella, yo no" asegura.

El pasado octubre Nicolás viajó a Beirut a visitar a familiares y amigos. Esta visita fue difícil para el joven que ya desde el coche camino del aeropuerto se dio cuenta de cómo había cambiado Beirut desde su marcha al pasar por Gemmayce y Mar Michael, dos de las zonas más devastadas por la tragedia de la explosión.

"Ya no creía en mi país y tampoco en la revolución que estaba dirigida por los propios políticos", denuncia Askhar 

Aunque, sin duda, para el joven lo más duro fue el reencuentro con su grupo de amigos de siempre, "gente de clase media de toda la vida" según dice. "No podían permitirse comprar cosas básicas. Nunca nos había preocupado el dinero y, ahora, están los ricos y el resto de la gente es pobre. Ya no existe la clase media", sentencia.

La sanidad ha sido uno de los sectores más afectados por el caos que se está viviendo en Líbano. Según las últimas cifras del sindicato de doctores, al menos 400 médicos se han marchado del país durante este último año. El resto "lo estamos intentando", cuenta a Público Teddy Jabbour, un médico libanés que se encuentra en su tercer año de especialidad en cirugía urológica.

Estudiar en Líbano supone un esfuerzo titánico para los jóvenes libaneses y sus familias. Muchos de los estudiantes tienen que pedir préstamos millonarios a los bancos para poder pagarse una carrera universitaria. La educación pública es casi inexistente, tanto en los estudios superiores como en los colegios e institutos que también son de pago. Estudiar Medicina en la Universidad de Balamand, donde cursó Jabbour sus estudios, cuesta 25.000 dólares al año.

En su caso, este beirutí de 27 años obtuvo una beca gracias a sus buenas calificaciones por parte de la ONG Habib Foundation, que ayuda a financiar las carreras universitarias de jóvenes libaneses que no pueden permitirse hacer frente a los pagos. "Muchos médicos piden préstamos a los bancos y con los sueldos que recibimos es imposible afrontar la deuda", dice el profesional sanitario, que asegura que actualmente está cobrando el equivalente a unos "200 dólares al mes".

"Muchos médicos piden préstamos para pagarse los estudios y con los sueldos que recibimos es imposible afrontar la deuda", comenta Teddy Jabbour

"Ya antes de todo, los médicos residentes estábamos mal pagados. Yo cobraba unos 1.000 dólares", recuerda. Asimismo, critica que quienes ya habían terminado su residencia y tenían "buenos sueldos" ahora están cobrando "salarios extremadamente bajos" después de que estallara la peor crisis económica del país en décadas.

El doctor trabaja actualmente en el hospital Saint George de Beirut, situado en Achrafiyeh, otra de las zonas afectadas por la explosión. De hecho, el centro médico estuvo un mes cerrado y continúa actualmente en proceso de reconstrucción.

Pese al desánimo, Jabbour habla con orgullo de los sanitarios libaneses y considera que los médicos en Líbano tienen un nivel "excelente", aunque hagan frente a la falta de material y las enormes carencias logísticas. "Un ejemplo de la calidad de los médicos libaneses es la covid-19. Tenemos unas de las tasas más altas de contagios y, sin embargo, un porcentaje muy bajo de muertes por el virus", asegura.

El joven vaticina que, dentro de unos 10 o 15 años, el sistema sanitario libanés se va a ver "realmente afectado" por la marcha de doctores. Muchos de ellos "no han podido irse" todavía porque no han conseguido convalidar sus carreras en el extranjero o no han encontrado trabajo fuera de Líbano. Pero, en cuanto tengan la oportunidad, sentencia, "se van a marchar".

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