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Londres y Dublín reabren sus heridas para contar muertos

El centenario de la división de Irlanda se está convirtiendo en un cruce de reproches históricos. Los días amanecen con el brexit sin resolver por la frontera anglo-europea en Irlanda del Norte. Y encima, la sombra del terrorismo es alargada.

07/10/2020.- El primer ministro británico, Boris Johnson, sale de Downing Street. / EFE - NEIL HALL
El primer ministro británico, Boris Johnson, sale de Downing Street. / EFE - NEIL HALL.

Este año 2021 se cumple el centenario de la división de la isla de Irlanda que vio nacer la República en el sur y la unión de seis de los nueve condados del Ulster bajo soberanía británica en Irlanda del Norte con una mayoría de población protestante y unionista por ser partidaria de la unión con Gran Bretaña. Había precedido una guerra civil y todavía sangraban las heridas cuando los irlandeses fueron llamados a Londres a negociar su independencia.

Miren el período que miren de su reciente historia, Irlanda acaba siempre poniendo cifras de muertos a sus cambios políticos. La mayor herida es la hambruna de la patata, de 1845 a 1852, en la que un millón de personas murieron de hambre y dos millones emigraron en episodios más parecidos a los bíblicos que a los victorianos. Irlanda tiene hoy más de cuatro millones de habitantes. Los británicos no tuvieron la culpa de las malas cosechas, pero no perdonaron diezmos ni tasas ni ofrecieron socorro para proveer grano. Las opciones de los hambrientos eran over (emigrar por el mar) o under (enterrados bajo tierra).

El hambre de la patata es la espina clavada en el ADN de la Irlanda moderna. El segundo capítulo es el de la guerra contra los británicos cuyos muertos han sido identificados uno por uno en un libro de reciente publicación: The Dead of the Irish Revolution, en total 2.849 muertos de 1916 a 1921. Y la última herida, que no acaba de cerrar, es la de los Troubles o terrorismo. De 1968 a 1998 la violencia causó la muerte de más de 3.500 personas: 52% civiles; 32% policías o militares británicos; y 16% paramilitares. Con estas alforjas, repletas de muertos, el viaje al futuro no augura risueño.

Los unionistas están enfadados porque quieren un nuevo brexit de fronteras, pero no están levantados en armas. Ignoran el centenario de su ubicación en los seis condados del norte; sin embargo, la República está dispuesta a tirar ruidosos cohetes para celebrar la fiesta del centenario. El presidente Michael D. Higgins protagoniza un ciclo de conferencias bajo el título Machnamh 100 que repasa la historia de Irlanda. Machnamh significa reflexión, pensamiento o meditación en gaélico. En una de sus primeras intervenciones, Higgins ha lanzado los dardos contra Gran Bretaña al decir que "el imperio formó el pasado de Irlanda, y después de un siglo de la partición todavía condiciona nuestro presente".

En su vituperio, el presidente acusa a historiadores británicos de "amnesia fingida" y avisa que el centenario se celebrará "con la ética del recuerdo". Al parecer del presidente, "la Ilustración europea ha sido utilizada por el imperialismo para expandir su modernidad y así dominar, explotar la economía, someter la cultura y desposeer al colonizado". La intervención de Michael D. Higgins ha provocado respuestas en el excolonizador. En el conservador The Daily Telegraph Owen Polley replica al presidente diciendo que "tiene cara dura dando lecciones de historia a los británicos y acusando a académicos de amnésicos".

En The Irish Independent, el historiador Frank Coughlan intenta alejarse de la polémica al decir que lo fascinante de esta historia imperial es saber "cómo una isla húmeda del norte del Atlántico consiguió dominar no sólo las olas del mar, sino también las praderas de América, los llanos de África y los desiertos de Arabia". Y del imperio británico de hace cien años, otro político irlandés llamado también Michael –Martin de apellido-, primer ministro, ha pasado a las heridas recientes de la etapa del terrorismo y la infiltración de espías de todos signos. Un capítulo secreto, el de los espías y terroristas, que emerge de vez en cuando desde los Acuerdos de Paz de 1998.

Hace un par de semanas, el taoiseach (primer ministro irlandés) se enzarzó en el Dail (Parlamento) con la diputada del Sinn Fein, Mairead Farrell, cuya tía y homónima fue asesinada en 1988 en Gibraltar por las fuerzas de seguridad británicas junto a otros dos miembros del IRA. La diputada adujo que el gobierno de Martin no hace lo suficiente para cumplir los pactos para conocer el pasado. El taoiseach, con tono enojado, contestó que "quizás ha llegado la hora de que el Sinn Fein pida perdón y contribuya a esclarecer el legado de los Troubles en casos como la masacre de Kingsmills" –la muerte de diez trabajadores protestantes sacados de una furgoneta y disparados a quema ropa el día después que seis católicos fueron acribillados en 1976-.

En esta cadena de recriminaciones, Michael Martin no sólo acusa al Sinn Fein de no colaborar para esclarecer el pasado, sino que apunta también con el dedo al Gobierno británico. "Londres debería cumplir sus obligaciones para investigar la muerte de Pat Finucane", dijo el taoiseach. Patrick Finucane, de 39 años, abogado católico, fue asesinado en febrero de 1989 mientras desayunaba con su esposa e hijos pequeños en una muerte en la que intervinieron agentes británicos en lo que se conoce como "collusion" y que forma parte de una zona gris (la de espías, informadores y matones infiltrados) que, según los Acuerdos de Paz de 1998, debe esclarecerse por parte de todos los implicados.

El Gobierno británico, en palabras del entonces primer ministro, David Cameron, reconoció en diciembre de 2012, "impresionantes niveles de infiltración de las fuerzas de seguridad británicas en los grupos paramilitares". Cameron se disculpó a la familia de Pat Finucane, que todavía pide una investigación independiente sobre el asesinato. John Finucane, hijo del abogado fallecido, es diputado del Sinn Fein por el norte de Belfast. De momento, los periodos históricos entre Londres y Dublín son heridas que se abren y se cierran al compás de los acontecimientos del día.

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