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Navalni: una muerte anunciada, pero incómoda para Putin

La sospechosa muerte en prisión de Navalni ensombrece la estrategia internacional de Putin y podría repercutir en la guerra de Ucrania y en un mayor aislamiento de Moscú.

Vladímir Putin durante una aparición navideña en Novo-Ogarevo, al oeste de Moscú, a 7 de enero de 2024.
Putin asiste a un encuentro con víctimas de la guerra, al oeste de Moscú, a 7 de enero de 2024. EP

Los opositores al presidente ruso, Vladímir Putin, sean políticos, oligarcas, ex espías o periodistas, tienen la mala costumbre de desaparecer mientras el Kremlin se lava las manos, sobre todo si tienen trazas de veneno. La muerte en extrañas circunstancias del principal opositor ruso, Alexéi Navalni, parece seguir ese patrón, pero ocurre en el peor de los momentos para la ya deteriorada imagen internacional de Putin, justo cuando Rusia parece imponerse en Ucrania y a un mes de las elecciones que confirmarán en el poder al presidente ruso otros seis años.

Precisamente, Navalni había condenado la guerra de Ucrania, que en unos días cumplirá su segundo año, al considerarla como una huida hacia delante de Putin para perpetuarse en el poder. El opositor y paladín de la lucha contra la corrupción en Rusia calificaba la invasión rusa como una guerra "criminal" donde estaba en juego no solo el destino de Ucrania.

En estas circunstancias, la eliminación física de Navalni, 47 años, podría parecer como inevitable, sobre todo tras su traslado a la prisión del Ártico ruso donde murió. Sin embargo, en este momento Putin tenía más que perder que ganar con la desaparición de Navalni, un hombre muy crítico con el Kremlin, pero que, con una pena de prisión demoledora, no entorpecía la carrera del líder ruso para renovar su mandato en las elecciones presidenciales de marzo.

La muerte de Navalni, asesinado o debido a las condiciones extremas de la prisión, podría presentarse como una muestra de la soberbia y debilidad de Putin, más que como un meditado movimiento de fichas en un tablero que dominaba ya el presidente ruso.

El fallecimiento de Navalni y las acusaciones de que Putin está detrás son en realidad un engorro para el Kremlin, pues, además de contribuir al aislamiento de Rusia, también pueden tener efectos negativos muy concretos. Así, podría influir en la pugna entre quienes en el Congreso de Estados Unidos piden el fin de la ayuda armamentística a Ucrania y quienes demandan miles de millones de dólares para que Kiev siga combatiendo contra Moscú.

La creación de un mártir

En realidad, el Kremlin ya había puesto fuera de juego a Navalni hace dos años, cuando la Justicia rusa, manipulada desde las más altas instancias del poder, lo condenó a treinta años de cárcel, cortando así de raíz una esperanzadora carrera hacia la presidencia del país.

En la cárcel de Yamal-Nenets, a casi dos mil kilómetros al nordeste de Moscú, en pleno Ártico ruso, Navalni era un preso político, un opositor amordazado. Con su muerte, sin embargo, esté o no Putin detrás de ella, Rusia asiste al nacimiento de un mártir, un mito que socavará a medio plazo el monolitismo del líder ruso, perpetuado en el poder desde hace 24 años.

Si la soberbia de Putin le llevó a atacar Ucrania cuando las reivindicaciones rusas de seguridad ante Estados Unidos y la OTAN se deberían haber resuelto en otros ámbitos diplomáticos y geopolíticos, esa misma actitud y su paranoia han conducido a la muerte de Navalni, haya sido un asesinato político más del Kremlin o un fallecimiento explicable por el deterioro físico del preso por un encarcelamiento injusto.

Las condiciones inhumanas de esa cárcel, un auténtico gulag en el frío eterno donde de forma arbitraria había sido encerrado Navalni, sentenciaron de antemano su salud, machacada por su intento de asesinato por envenenamiento en 2020, detrás del cual se vio claramente la mano del Kremlin.

"Putin ordenó mi asesinato", dijo Navalni en 2020 tras librarse de la muerte gracias a la atención médica que recibió en Alemania. Poco después, en 2021, volvía a Rusia y era inmediatamente encarcelado bajo unos cargos claramente fabricados, que fueron aumentando hasta llegar a los casi treinta años de condena a prisión.

El Kremlin pretendía eliminar políticamente a Navalni y la esperanza de sus seguidores era que un cambio en la jefatura del Estado ruso llevara a su liberación. Muchos admiradores en Rusia, cada vez más silenciosos, por la represión desatada tras la invasión de Ucrania, identificaban a Navalni con Nelson Mandela. Aunque nadie ignora allí que el Kremlin puede ser mucho más implacable que lo que fue el régimen del apartheid sudafricano.

Ahí están casos luctuosos como los del político opositor Borís Nemtsov o la activista de los derechos humanos y escritora Anna Politkovskaya, asesinados a balazos en Moscú; el oligarca exiliado en Londres Borís Berezovski, muerto en muy extrañas circunstancias; el ex espía Alexander Litvinenko, "ejecutado" con polonio radiactivo, o el rey de los mercenarios Evgueni Prigozhin, cuyo avión privado fue derribado el año pasado después del motín que protagonizó al frente de sus unidades Wagner contra Putin.

Estos son solo los casos más representativos de una lista de muchos nombres de políticos, abogados, periodistas y empresarios asesinados después de denunciar casos de corrupción o violaciones de derechos humanos ligados al aparato estatal ruso.

Una mujer sostiene un cartel con un retrato del líder de la oposición rusa Alexei Navalni tras su muerte, en la embajada rusa en París, a 16 de febrero de 2024.
Una mujer sostiene un cartel con un retrato del líder de la oposición rusa Alexei Navalni tras su muerte, en la embajada rusa en París, a 16 de febrero de 2024. Gonzalo Fuentes / REUTERS

Otros opositores corrieron más suerte y acabaron solo en prisión, como el ex dueño de la petrolera Yukos, Mijail Jodorkovski, el hombre más rico de Rusia que acabó con diez años en prisión por tantear la política oponiéndose a Putin. Jodorkoski es mirado ahora con atención por los críticos con el Kremlin tras la muerte de Navalni.

Cuando Navalni fue víctima de un intento de asesinato con novichok, una sustancia química de la que disponían las fuerzas armadas rusas, se culpó a los servicios secretos de ese intento de silenciar a uno de los activistas más críticos con el Kremlin en la década anterior, siempre listo para denunciar la corrupción de los altos funcionarios e incluso del propio Putin.

La toma de Avdivka empañada por la muerte de Navalni

En cualquier caso, la muerte de Navalni se produce cuando menos le conviene al presidente ruso y, si éste está realmente detrás de su muerte, podría ser uno de los mayores errores estratégicos de sus más de dos décadas en el poder, que empaña éxitos que deberían haber brillado en estos momentos.

Este sábado, el Ejército ucraniano anunció su retirada de la localidad de Avdivka, convertida en un nuevo símbolo de la guerra desatada en febrero de 2022, como lo fue el año pasado la victoria rusa en Bakhmut.

El abandono de Avdivka, precipitada por la escasez de municiones del Ejército ucraniano y tras meses de encarnizados combates, es una derrota moral para Ucrania y un espaldarazo para el Kremlin ante la opinión pública rusa. Desde el punto de vista militar, puede despejar el camino a nuevas debacles del Ejército ucraniano en los puestos que aún domina Kiev en la región de Donetsk.

También supone un afianzamiento ruso en la quinta parte del territorio arrebatado a Ucrania. La incapacidad de Kiev para recuperar los territorios ocupados y el receso en el suministro de armas por parte de Occidente, especialmente de Estados Unidos, ponen en el horizonte unas eventuales negociaciones para un alto el fuego de las que Ucrania no parece que vaya a salir vencedora.

Biden puede utilizar la muerte de Navalni para ayudar a Ucrania

Sin embargo, la muerte de Navalni ensombrece esta victoria rusa y endurece la posición de Occidente. Sobre todo lleva a un enésimo cierre de filas de los países europeos de la OTAN, que solo ven en el presidente Putin a un sátrapa asesino, implacable a la hora de apagar cualquier crítica de la forma más drástica.

Las condenas han sido nutridas en Múnich, en el marco de la Conferencia de Seguridad que acoge esa ciudad alemana y donde el presidente ucraniano, Volidímir Zelenski, ha culpabilizado a Putin y ha aprovechado para reclamar la ayuda militar que Occidente está dejando de prestar a Ucrania.

Joe Biden: "Que no haya duda alguna. Putin es el responsable"

En unos días la Cámara de Representantes de Estados Unidos debería votar la propuesta aprobada ya en el Senado de ayudar con 60.000 millones de dólares a Ucrania, entre otras partidas. El rechazo a la guerra de Ucrania en el bando republicano, que tiene mayoría en la Cámara de Representantes, podría dar un giro con lo ocurrido con Navalni y poner de nuevo a Putin en la mirilla del Congreso como enemigo de las libertades y de Occidente.

"Que no haya duda alguna. Putin es el responsable", aseveró el presidente Joe Biden en una oportuna y rápida reacción a la muerte del opositor ruso. "Lo que le ha sucedido a Navalni es una prueba más de la brutalidad de Putin. Nadie debería llevarse a engaño", afirmó Biden.

Ya en 2021, cuando Navalni fue detenido en Rusia a su retorno de Alemania, Biden había lanzado una directa advertencia al Kremlin. Si Navalni moría en prisión, las consecuencias serían "devastadoras", dijo entonces el presidente estadounidense.

En su reacción a la muerte de Navalni, Biden prefirió obviar aquellas amenazas, pero insistió en que el fallecimiento del opositor ruso "recuerda lo que está en juego en este momento". Y se apresuró a lanzar un llamamiento al Congreso para que se apruebe ese paquete de ayuda y asistencia militar a Ucrania, sin el cual el curso de la guerra podría quedar sentenciado en cuestión de meses.

También Trump

Usando la muerte de Navalni como látigo, Biden también fustigó al expresidente Donald Trump, su posible rival en las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre próximo. Días atrás, Trump criticó a la OTAN y a los países europeos por sus magras contribuciones a la Alianza en comparación con EEUU. Jocoso, animó a Putin a invadirlos, en una chanza que está siendo enarbolada por los demócratas para atacar al expresidente y por algunos miembros europeos del bloque atlántico para justificar una carrera armamentística contra Rusia.

Queda por ver hasta qué punto Biden puede utilizar con éxito la muerte de Navalni para exacerbar el sentimiento antirruso y modificar la cada vez más fuerte posición republicana de que los asuntos europeos deberían ser cosa de los europeos y que la guerra de Ucrania es precisamente un asunto europeo o cuanto más un complicado conflicto ex soviético.

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