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El negacionismo de la dictadura irrumpe en la campaña presidencial de Argentina

Victoria Villarruel, aspirante a vicepresidenta junto al populista ultra Javier Milei, es hija de un militar e intenta borrar de la memoria argentina las miles de violaciones de los derechos humanos ocurridas durante la dictadura.

'No al negacionismo de Milei y Villarruel', reza una pancarta en una manifestación de Buenos Aires.
"No al negacionismo de Milei y Villarruel", reza una pancarta en una manifestación de Buenos Aires. Marco Teruggi

La vertiginosa campaña presidencial argentina hacia el 22 de octubre sumó un nuevo elemento: el negacionismo de la dictadura. Este delicado asunto emergió a través de Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta por La Libertad Avanza, fuerza liderada por Javier Milei, quien obtuvo una sorprendente victoria en las primarias del pasado 13 de agosto.

Villarruel, invitada a numerosos programas, ha despertado un fuerte interés mediático. Sus afirmaciones se han ido viralizando y multiplicando cada vez más.

Entre sus propuestas está devolver el principal Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio de la dictadura convertido en museo de la memoria –la ESMA– a quien afirma serían sus dueños. Además, pone en duda que se cometieran allí graves crímenes, que considera simples "abusos". Estas afirmaciones han generado múltiples condenas por parte de los organismos defensores de los derechos humanos.

Villarruel ha calificado a la presidenta de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, Estella de Carlotto, de "personaje siniestro", y sostiene que Argentina vive "un relato eterno", en relación a la memoria construida en torno a la dictadura de la década de los años setenta.

Esto último lo dijo el pasado lunes en un acto convocado en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires durante un "homenaje a las víctimas del terrorismo", que usó el apelativo de "terroristas" para designar las organizaciones políticas armadas de aquella época. La actividad despertó el rechazo de numerosas organizaciones de derechos humanos, sociales, sindicales, que se movilizaron para denunciar lo que llaman "negacionismo" o reivindicación de la dictadura.

Un hombre posa junto a un cartel con fotografías de las víctimas y desaparecidos de la dictadura argentina.
Un hombre posa junto a un cartel con fotografías de las víctimas y desaparecidos de la dictadura argentina. Marco Teruggi

Visitas a militares condenados por violaciones de los DDHH

"Hay que pensar la actividad no en los términos que la presentan, como 'homenaje a víctimas del terrorismo', sino como una reivindicación del genocidio que se llevó adelante en la última dictadura. El rol que ha tenido Villarruel todos estos años no ha sido simplemente el de impulsar un discurso negacionista, sino ser una activa militante por sostener la impunidad de los genocidas", explicó Guadalupe Godoy, abogada de derechos humanos, en las inmediaciones de la Legislatura de Buenos Aires cercada por la Policía durante el evento.

Godoy fue quien, días atrás, hizo pública la presencia del nombre de Villarruel en la libreta que llevaba en su juicio, en 2006, el excomisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad. Villarruel era parte de su estrategia para su "sostenimiento político y judicial", explicó la abogada, es decir, contaba con ella para su defensa en materia política.

Villarruel también ha sido señalada por realizar visitas a Jorge Rafael Videla, militar y primer presidente de facto de la dictadura que duró de 1976 a 1983, condenado a cadena perpetua y fallecido en 2013; y por ir en varias ocasiones a la cárcel de Marcos Paz, donde se hay un pabellón con condenados por delitos de lesa humanidad.

"Victoria Villarruel fue a visitar a los que nos torturaron, a Beto Cozzani con perpetua. Cozzani violó a mi hermana, nos torturó a mí y a toda la familia Graiver. Ese fue Cozzani al que visita la vicepresidenta de Milei", ha afirmado en televisión Osvaldo Papaleo, detenido durante la dictadura.

La disputa por la memoria

Villarruel se dio a conocer años atrás, durante el Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), cuando se desplegaba desde las autoridades una campaña contra la memoria en Argentina. En esos años, se multiplicaron los cuestionamientos de que hubiera 30.000 detenidos-desparecidos, las acusaciones contra los organismos defensores de los derechos humanos, las peticiones de arrestos domiciliarios a militares condenados o la calificación de "terroristas" a militantes políticos durante los años 70.

Esa ofensiva encontró límites en su capacidad de expansión por tratarse de un país que había logrado avances políticos y judiciales únicos en la región: juicios a responsables militares1.136 condenados por delitos de lesa humanidad desde 2006–, centros de memoria, grandes movilizaciones contra la dictadura, libros y películas, como la reciente competidora del Óscar "1985".

Pero esos intentos de Macri y su gobierno ensancharon una fisura que se había mantenido desde el fin de la dictadura y, así creció el discurso de Villarruel bajo consignas como "memoria completa" y "víctimas del terrorismo", una forma encubierta de defensa de la dictadura y de la llamada "teoría de los dos demonios", que buscó históricamente equiparar el terrorismo de Estado con la violencia de las organizaciones guerrilleras.

Quienes se movilizaron el lunes pasado manifestaron no solamente la gravedad del discurso subyacente en el citado 'homenaje a las víctimas del terrorismo', sino el lugar donde se realizó. "Estamos hablando de un acto de estas características en una sede institucional, de la democracia", señaló Godoy. Una actividad que coincide además con el 40 aniversario de la recuperación democrática en Argentina.

Provocaciones de campaña

La actividad convocada por Villarruel fue interpretada como una provocación en plena campaña. "Yo no le doy importancia, en lo personal ni un minuto de mi tiempo. Son tácticas políticas para distraernos y dividirnos. Que hable y diga lo que quiera", afirmó, por su lado, Carlotto.

Milei y ahora Villarruel han logrado desde las primarias del 13 de agosto ocupar de manera casi diaria el centro de la escena política, algo que se repitió con lo ocurrido el lunes. La candidata a vicepresidenta, hija de un padre militar activo en la época de la dictadura, tiene otra característica: de ganar las elecciones, sería presidenta del Senado –como corresponde a la Vicepresidencia– y tendría bajo su órbita la designación de los cargos en los Ministerios de Defensa y Seguridad.

Villarruel ya adelantó que su objetivo sería aumentar el presupuesto militar del 0,6% actual al 2%: El plan "motosierra" de recortes estatales anunciada por Milei-Villarruel no aplicaría a Defensa, tampoco a "los cultos religiosos", como ya aseveró Milei, quien propugna un modelo de ultraneoliberal en una Argentina con más del 100% de inflación interanual. Los generales y los obispos esquivarían el ajuste.

Quedan cerca de siete semanas para las elecciones con Javier Milei, el actual ministro de Economía, Sergio Massa, y la defensora de la mano dura y ministra de Seguridad de Macri, Patricia Bullrich, en la pugna por la Presidencia argentina. Todo apunta, según las encuestas, a que habrá una segunda vuelta en noviembre porque ningún candidato obtendrá la mayoría absoluta para gobernar.  Noviembre se ve en el horizonte lejano en una Argentina que vive el final de un gobierno exhausto, una crisis económica y el ascenso de una ultraderecha recargada de negacionismo.

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