Netanyahu insiste en la anexión de Gaza pese a la fuerte división interna en Gobierno y Ejército
El 5 de agosto el primer ministro dio marcha atrás a una reunión en la que, supuestamente, se iba a ordenar el avance militar en toda la Franja. La idea se ha pospuesto pero no ha quedado descartada.
Existen divisiones entre quienes buscan un alto el fuego para sacar a los rehenes que aún quedan vivos y aquellos que priorizan avanzar militarmente en Gaza para acabar con Hamás.

Madrid--Actualizado a
La noticia del supuesto plan del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para ocupar toda Gaza indefinidamente encendió este martes todas las alarmas. Según publicó a primera hora de la mañana el medio Yedioth Ahronoth (Ynet), un alto funcionario cercano a Netanyahu aseguró que "la suerte está echada: vamos a por una ocupación total de la Franja de Gaza". La decisión se tomaría en la reunión del Consejo de Seguridad que iba a celebrarse ayer, 5 de agosto. Sin embargo, tras el revuelo creado por la filtración, Netanyahu decidió posponer la reunión a la próxima semana.
En su lugar, el primer ministro llamó a consultas al jefe del Estado Mayor, el teniente general Eyal Zamir. Los desacuerdos entre Zamir y Netanyahu han sido la principal razón del retraso de la reunión del Consejo de Seguridad, de acuerdo a lo recogido por la prensa local.
Según Ynet, al alto mando de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) le preocupa que el avance de las tropas sobre toda Gaza ponga en peligro la vida de la veintena de rehenes que aún se presuponen con vida. Por esta razón, el hijo del primer ministro, Yair Netanyahu, acusó en redes sociales a Zamir de haber intentado "liderar un golpe de Estado".
La gestión de los rehenes se ha convertido en el elemento que determinará el futuro de la Franja
La gestión de los rehenes se ha convertido de esta forma en el elemento que determinará el futuro de la Franja de Gaza. Han quedado apartados los argumentos relativos a la defensa del derecho internacional y humanitario, que prohíben la anexión o la ocupación permanente del enclave palestino por parte de Israel.
Las informaciones Ynet han puesto de manifiesto la tensión existente entre quienes priorizan rescatar con vida a los rehenes y quienes tienen como principal objetivo erradicar a Hamás, pese a que esta sea una tarea casi imposible. Las disonancias entre el brazo armado del Gobierno israelí y el Ejecutivo quedaron aplacadas a última hora de la tarde del martes cuando, tras su reunión con Netanyahu, la Oficina del Primer Ministro informó que Zamir había "las opciones para continuar la campaña en Gaza" y que "las FDI están preparadas para aplicar cualquier decisión que tome el gabinete de seguridad".
Así pues, la tentativa del Gobierno israelí de anexionarse la Franja de Gaza sigue vigente. Como ya contó Público a finales de julio, esta opción se viene cocinando desde hace semanas. Durante este tiempo, la prensa israelí ha recogido las idas y venidas del Gabinete de Netanyahu sobre este plan. Nada ha sido confirmado ni desmentido oficialmente por el primer ministro, por lo que las informaciones que se filtran son confusas y contradictorias.
El goteo incesante de anuncios por parte de su administración israelí no ayuda a disipar el caos. A la par que se posponía la reunión del Comité de Seguridad, el Gobierno de Tel Aviv hacía público que baraja permitir a un pequeño grupo de comerciantes gazatíes distribuir comida y productos de higiene en la Franja. De cumplirse, sería la primera vez que el mermado sector privado de Gaza es tenido en cuenta en detrimento de organismos extranjeros como la Fundación de Ayuda Humanitaria de Gaza (FHG), financiada y gestionada por Israel y EEUU.
Esta organización ha sido objeto de las críticas por su falta de experiencia, la opacidad con la que opera y su incapacidad para funcionar sin recurrir a la violencia. En sus puntos de recogida han muerto ya unas 1.000 personas intentando conseguir comida en un contexto de hambruna. Entre los asesinados hay decenas de niños y niñas.
Tensión entre el Ejecutivo y los altos mandos de las FDI
Hace tan sólo unos días, Hamás divulgó un vídeo de uno de los rehenes que todavía está vivo en la Franja de Gaza cavando su propia tumba. Visiblemente demacrado, el secuestrado decía a cámara que "se acaba el tiempo". Horas después se perdía el contacto con sus captores.
Ya el pasado domingo la cadena israelí Channel 12 informó que se había producido una división dentro del Gabinete de Seguridad de Netanyahu. Entre quienes se decantaban por un continuar buscando un alto el fuego con Hamás se encontraba Eyal Zamir, el ministro de Asuntos Extriores, Gideon Sa'ar, el asesor de seguridad nacional Tzachi Hanegbi, el jefe del Mossad, David Barnea, el negociador del Shin Bet -cuyo nombre se desconoce- y el mayor general Nitzan Alon.
Según la prensa local, todos ellos apostaban por sacar a los rehenes que quedan en la Franja salvos y salvos. Las exigencias del grupo armado palestino no han cambiado en lo sustancial: piden la retirada total de las tropas israelíes de la Franja de Gaza y la entrada de ayuda humanitaria. Por su parte, el Gobierno de Netanyahu -especialmente sus diputados más extremistas- buscan la completa rendición de Hamás y su desaparición de la Franja de Gaza.
"Hamás no liberará a más rehenes sin una rendición total, y nosotros no nos rendiremos", comentó en Channel 12 el analista político Amit Sega, citando a un alto funcionario de la oficina de Netanyahu. "Si no actuamos ahora, los rehenes morirán de hambre y Gaza seguirá bajo el control de Hamás".
La resistencia de las partes para ceder en este mínimo ha llevado una y otra vez las negociaciones a un punto muerto. Así lo ha certificado Steve Witkoff, enviado especial de la Casa Blanca, quién las ha calificado como "frustrantes". Witkoff ha vuelto con las manos vacías a EEUU y una promesa contraída con los familiares de los rehenes: "Terminar la guerra y traer a todos a casa". A la vez, en un audio difundido por Channel 12 se le oye decir que Washington no quiere "acuerdos fragmentados" ya que "no funcionan".
Tensión dentro del Ejecutivo israelí
Alcanzar un acuerdo definitivo con Hamás obliga a la coalición que conforma el Ejecutivo israelí a ponerse de acuerdo. Algo que, de momento, no ha ocurrido. Para comprender las tensiones dentro del Gobierno es necesario retrotraerse a las elecciones de 2022, cuando el auge de los partidos más conservadores y la consecuente fragmentación de la derecha obligó al Likud de Netanyahu -el partido que obtuvo más votos- a establecer alianzas con las formaciones del extremo derecho del Parlamento o Kenéset.
Tras dos décadas en el poder, Benjamín Netanyahu recabó de nuevo los apoyos necesarios para formar gobierno. La nueva coalición integró a la mayoría de las formaciones del espectro ideológico de la derecha, empezando por su propio partido, el Likud, que actualmente cuenta con 15 ministros.
El partido Shas -representante de los sefardíes ultraortodoxos- cuenta con otros cinco miembros en el gabinetre, la agrupación de partidos de Sionismo Religioso con tres, y Judíos Unidos por la Torá, un ministro. Además, el Partido de Unidad Nacional -una coalición de formaciones de extrema derecha ultranacionalista- cuenta con cuatro ministros sin cartera.
Los equilibrios entre estas fuerzas son complejos especialmente entre quienes piden la desaparición de Palestina y la expulsión de toda su población, incluida la Franja de Gaza. Estas posturas son especialmente defendidas por los diputados de Sionismo Religioso, quienes representan al sector más extremista de la socidad israelí: aquellos que organizan excursiones en barco a las costas de la Franja de Gaza para plantear su colonización.
Por sus propuestas abiertamente contrarias al derecho internacional, los ministros de esta formación, el titular de Finanzas, Bazalel Smotrich y el de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, tienen prohibida la entrada a Eslovenia y Países Bajos.
Otros, como el Likud, se conforman con colonizar únicamente Cisjordania, aunque no se han mostrado preocupados por las ansias de conquista de sus socios de gobierno. Otra lectura dividiría a la coalición entre las formaciones que proponen la implementación de un etnoestado sin árabes y quienes aceptan cierto grado de heterogeneidad étnica entre la población. También, entre quienes sueñan con convertir a Israel en una teocracia y los que únicamente aspiran a un estado confesional.
La supervivencia de la coalición está asegurada en tanto que Netanyahu continúe necesitando aferrarse al poder para esquivar las causas judiciales abiertas que podrían llevarlo a prisión. La inmunidad que le otorga el cargo de primer ministro es un seguro al que no parece querer renunciar, explican los expertos los consultados por Público.
Donde la coalición no tiene fisuras es en el desafío que sus posturas ideológicas suponen para el derecho internacional. Ocupar la Franja de Gaza militar e indefinidamente es contrario a las resoluciones dictadas por el Consejo de Seguridad de la ONU en 1979 y 2016 -resoluciones nº 446 y nº 2334-. Sin embargo, la historia reciente ha demostrado que estas resoluciones han quedado en papel mojado.
Para empezar, también prohíben la anexión de los territorios palestinos de Cisjordania, que llevan décadas siendo engullidos por Israel gracias al avance ilegal de sus colonos. El plan de ocupar Gaza plantea además una pregunta fundamental: ¿Qué ocurrirá con los casi dos millones de palestinos que actualmente malviven en este territorio?
El futuro de Gaza
De los tres escenarios que se plantean para el futuro de la Franja de Gaza, dos de ellos requieren la ocupación permanente de Israel y el desplazamiento forzado y/o extermino de los palestinos. Estas opciones erían: la ocupación de toda Gaza por parte de Israel con la posibilidad de encerrar a los palestinos en centros de concentración controlados por las FDI.
La tercera vía, que plantea una retirada de las tropas israelíes del enclave tal y como exige Hamás, es la única que permitiría salvaguardar cierta grado de autonomía de los palestinos en Gaza, tal y como el Consejo de Seguridad de la ONU les prometió en el pasado. Esta tercera vía parece hoy, más que nunca, "imposible", tal y como la calificó recientemente el experto en política de Oriente Medio, Haizam Amirah Fernández, en conversaciones con Público.
En vista de las noticias que llegan desde Tel Aviv, parece que el Ejecutivo de Netanyahu se ha decantado por la primera o segunda opción. Que logre implementarla es algo que no tardará mucho en evidenciarse.


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