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Los oponentes a Musharraf aceptan las reglas del juego

La Constitución paquistaní contempla un límite de dos mandatos para un primer ministro. Según la ley máxima, las candidaturas presentadas ayer por Benazir Bhutto y Nawaz Sharif son inválidas. Pero pocos dudan que

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La Constitución paquistaní contempla un límite de dos mandatos para un primer ministro. Según la ley máxima, las candidaturas presentadas ayer por Benazir Bhutto y Nawaz Sharif son inválidas. Pero pocos dudan que la Constitución se enmendará a tiempo para solucionar este pequeño obstáculo legal antes de las elecciones generales del 8 de enero. La Constitución paquistaní también prohíbe que el presidente sea a la vez el jefe del Ejército y Musharraf ha ostentado los dos cargos desde que llegó al poder en un golpe de Estado en 1999.

Varios partidos de la oposición anunciaron que no concurrirán a las elecciones como protesta al estado de excepción vigente en Pakistán desde el 3 de noviembre. Sin embargo, el boicot será sólo simbólico tras la anunciada participación de las formaciones políticas de Bhutto, el Partido Popular de Pakistán (PPP), y Sharif, la Liga Musulmana de Pakistán- Nawaz (PML-N). Sharif, quien regresó el domingo a Pakistán tras siete años de exilio, no ha descartado una posible retirada de las listas electorales.

“Nosotros no queremos boicotearlas, pero si nos ponen entre la espada y la pared, ¿qué podemos hacer”, dijo ayer Sharif en una rueda de prensa en Lahore. “Habéis visto el tratamiento que ha recibido la prensa y la judicatura. El Gobierno interino ha sido formado unilateralmente, la Comisión Electoral tiene una actitud servil, ¿no deberíamos levantar la voz en señal de protesta?, preguntó Sharif.

El ex primer ministro descartó cualquier pacto con Musharraf en caso de vencer las elecciones y exigió su dimisión.

Los analistas políticos interpretan el retorno de Sharif a Pakistán como una nueva muestra de la pérdida de poder de Musharraf en los últimos meses. La fuerte oposición de Sharif al presidente le ha permitido recobrar la popularidad perdida por los escándalos de corrupción durante sus dos mandatos. También le ha favorecido su posición antiestadounidense, que le diferencia no sólo de Musharraf sino también de Bhutto.

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