Este artículo se publicó hace 3 años.
Pulso de príncipes: Bin Salman y Bin Zayed luchan por la hegemonía regional
Con el cambio de administración en Washington, han aflorado las diferencias entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. Los intereses de Mohammed bin Salman y Mohammed bin Zayed son contradictorios y ambos príncipes han iniciado una lucha que no solo
Eugenio García Gascón
Durante los cuatro años de mandato de Donald Trump, Oriente Próximo ha experimentado fuertes sacudidas de la mano del primer ministro Benjamín Netanyahu y de sus estrechos aliados, los príncipes saudí Mohammed bin Salman (MBS) y emiratí Mohammed bin Zayed (MBZ), quienes han creado y sostenido tensiones y guerras en la región.
Los príncipes han mantenido unas relaciones muy estrechas que sin embargo parecen haber llegado a su fin desde el ascenso de Joe Biden. El romance entre MBS y MBZ fue posible hasta hace poco porque ambos compartían intereses estratégicos bendecidos por Israel y por la administración Trump, una circunstancia que de repente ha desaparecido.
Puede decirse que el emiratí MBZ, de 60 años, tuteló durante años al saudí MBS, de 35 años, y que esté estuvo satisfecho con su papel de protegido. MBS consideraba que MBZ era un modelo a seguir, un príncipe poderoso, resuelto e influyente que desde una perspectiva autoritaria y una ideología liberal, ha gobernado los Emiratos Árabes Unidos con puño de hierro.
Ambos príncipes rechazan el islam político
Uno de los asuntos en los que coincidían, y probablemente siguen coincidiendo, es un completo rechazo hacia el llamado islam político que encarnan los Hermanos Musulmanes. Desde tiempos de Nasser, los Hermanos Musulmanes fueron bien acogidos en Arabia Saudí, pero ahora MBS los ve, como MBZ, como la más peligrosa amenaza para la estabilidad.
El objetivo de MBS fue emular la decisión de MBZ de conducir una sociedad medieval a una sociedad del siglo XXI sin hacer escalas intermedias. Con tan pocos escrúpulos como MBZ, se creyó libre para obrar a su antojo, incluso con el asesinato del periodista reformista Jamal Khashoggi, pues contaba con el apoyo total de Netanyahu y Trump y no necesitaba nada más.
Pero los intereses de los dos príncipes se han revelado distintos y MBS ha pasado a desconfiar de su protector, llegando a la conclusión de que sus objetivos son diferentes y hasta opuestos, lo que se ha traducido en una serie de medidas políticas y sobre todo económicas que claramente marcan distancias con su colega.
MBS reprocha a MBZ que las decisiones que este toma solamente beneficien a los Emiratos y no a Arabia Saudí, que el príncipe emiratí no se haya esforzado en mejorar la imagen del saudí en EEUU y Europa tras el asesinato de Khashoggi, que le haya dejado prácticamente solo en la guerra de Yemen, y que ignore sus esfuerzos para diversificar la economía saudí más allá del petróleo.
Ambos príncipes dependen completamente de los dólares del petróleo. La crisis de la pandemia redujo las exportaciones de crudo a niveles muy bajos, pero la reciente recuperación económica ha vuelto a levantarlas, y tanto MBS como MBZ quieren beneficiarse de los precios sin tener en cuenta las aspiraciones del otro en este terreno.
Las relaciones personales también se han resentido. Si durante la era Trump se visitaban con frecuencia y el teléfono sonaba continuamente, desde la ascensión de Biden en enero, los dos príncipes solo han hablado en una ocasión, y el nuevo presidente estadounidense no ha hecho nada para limar las diferencias entre sus socios, probablemente para vengar el incondicional apoyo de los dos príncipes a Trump.
Desde enero MBS y MBZ tratan de mantener un perfil bajo para no incordiarse con Biden. La desaparición de Netanyahu, y del ascendiente que Netanyahu tenía sobre Trump, han contribuido a que los príncipes no sean tan activos en la escena regional, de manera que la alianza de MBZ con Moscú en Libia se tambalea y lo mismo ocurre con la aventura mercenaria en Yemen, donde MBZ ha dejado en la estacada a MBS.
Paralelamente, MBS ha adoptado una serie de medidas que podrían calificarse de hostiles respecto a los Emiratos, entre ellas la obligatoriedad de que las multinacionales abran una delegación en Riad para hacer negocios con los saudíes, lo que significa que no bastará con que tengan una delegación en los Emiratos.
Este anuncio que puede significar miles de millones de dólares para los saudíes en detrimento de los emiratíes. Los Emiratos se habían convertido en el principal lugar de negocios de Oriente Próximo para las grandes multinacionales y para los grandes inversores, y las medidas que en las últimas semanas ha anunciado Riad pueden causarles un gran perjuicio.
Otro asunto que aleja a los dos príncipes es el bloqueo de Qatar, un país que fue castigado por MBZ por no combatir el islam político. Quizás inconscientemente, MBS se sumó enseguida al carro de MBZ, pero tras la llegada de Biden, el bloqueo de Qatar se ha revelado como un mal paso y mientras los saudíes quieren normalizar las relaciones con Qatar, los emiratíes son de otra opinión.
Si no se corrige pronto, algo que no parece probable según lo visto, la situación tendrá repercusiones de gran alcance para la región. Ahora lo más arriesgado es la lucha económica que se ha declarado y podría causar cuantiosos daños a uno o a los dos países que fueron aliados hasta el final de la era Trump.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.