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Pyongyang rompe los puentes de comunicación militar con Seúl

La Marina surcoreana exhibe su fuerza en aguas fronterizas del mar Amarillo

ANDREA RODÉS

La escalada de tensión militar y diplomática entre las dos Coreas prosigue a causa del hundimiento del barco surcoreano Cheonan, que Seúl atribuye a un torpedo de Pyongyang. Ajeno a la presión internacional, el régimen norcoreano anunció este jueves la ruptura de un acuerdo para compartir un hilo de comunicación militar con su vecino, cuyo objetivo era prevenir choques accidentales entre los barcos de los dos países y por consiguiente una confrontación naval. En virtud de este acuerdo de 2004, los barcos patrulla de las dos Coreas utilizaban una longitud de onda común para algunas transmisiones con el fin de avisar así de sus respectivas posiciones.

Mientras Corea del Norte cerraba este canal de comunicación, la Marina surcoreana hacía una exhibición de fuerza llevando a cabo diversas maniobras anti-submarino en las aguas fronterizas del mar Amarillo. La agencia de noticias local, Yonhap, definió luego estos ejercicios militares como 'preventivos'.

En las maniobras participaron unos diez buques, incluyendo un destructor de 3.000 toneladas, y tres patrulleras. El poderío militar de Corea del Sur se ve además muy acrecentado por el apoyo sin fisuras que le ha mostrado Estados Unidos en este contencioso. Washington, su principal aliado militar y político, tiene cerca de 30.000 soldados desplegados en el país.

Tras anunciar la suspensión de la comunicación naval con Seúl, Pyongyang amenazó también con romper 'completamente' los últimos lazos de cooperación y de comunicación por tierra con Corea del Sur. Esto implicaría el cierren del complejo industrial de Kaesong, en la frontera entre los dos países, donde un centenar de empresas surcoreanas da empleo a cerca de 45.000 trabajadores norcoreanos.

Kaesong es una de las últimas reliquias de la llamada política del 'sol brillante': la postura de acercamiento al Norte impulsada por los gobiernos de Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun, los dos predecesores del actual presidente, el conservador Lee Myun-bak.

Los analistas creen que el cierre del complejo industrial en la frontera es la última carta de Pyongyang para presionar a Seúl y a sus aliados internacionales, fundamentalmente Estados Unidos.

Además de amenazar con cortar todos los lazos y acuerdos militares con Seúl, el régimen norcoreano ha advertido de que emprenderá acciones militares si su vecino continúa impulsando sanciones en su contra. El presidente surcoreano anunció el lunes la suspensión de las relaciones comerciales con Corea del Norte y la prohibición de tránsito de los buques norcoreanos por sus aguas nacionales. Seúl tiene intención de llevar el caso del Cheonan al Consejo de Seguridad de la ONU, una iniciativa que secunda EEUU.

El objetivo de EEUU y Corea del Sur es convencer a Pekín para que apoye las sanciones contra Corea del Norte en la ONU. China, miembro permanente con derecho de veto en el Consejo de Seguridad, no ha condenado el ataque y, por ahora, se ha limitado a pedir 'contención' y 'diálogo' a los dos Coreas.

Mientras tanto, Pyongyang continúa negando que el torpedo que hundió la patrullera Cheonan el pasado 26 de marzo fuera lanzado por uno de sus submarinos, como asegura Seúl. Los surcoreanos basan esta acusación en las pruebas que aportó una investigación internacional impulsada por su Gobierno. A Corea del Norte no sólo no le convencen estas pruebas, sino que acusa directamente a su vecino de haberlas falsificado y niega cualquier responsabilidad en el hundimiento del barco.

 

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