Este artículo se publicó hace 13 años.
La segunda muerte de OBL
El peso de Al Qaeda en las revueltas árabes ha sido cero
Antes de recibir un tiro, o varios, en la cabeza, Osama Bin Laden, según la mayoría de los testimonios, ya no ejercía ningún control operativo de sus franquicias. Tras la brutal masacre del 11-S, los terroristas inspirados en Bin Laden revelaron, ante el incremento de las medidas de seguridad en todo el mundo y la mayor eficacia en la persecución del terrorismo fundamentalista islamista, dificultades muy serias para perpetrar operaciones relevantes. Mientras el atentado del 11-Men Madrid fue una masacre islamista de un grupo que pretendió emular a Al Qaeda, el del metro de Londres, en julio de 2005, exhibió algún vínculo con dicha organización.
Pero la mejor expresión del progresivo y creciente aislamiento de los terroristas de Bin Laden ha sido la ola de levantamientos populares en el norte de África y OrientePróximo. A pesar de los esfuerzos de Mubarak y Gadafipor atribuir a Al Qaeda cierta fuerza motriz en esas movilizaciones democráticas, la realidad es que la presencia y ya no digamos el peso de Bin Laden en ellas ha sido cero. La operación de liquidar al ya simbólico, según los expertos en contraterrorismo norteamericano, dirigente de Al Qaeda ha concluido pues en lo que podría llamarse la segunda muerte de Osama Bin Laden. Las circunstancias de esta operación son todavía muy oscuras.
Las circunstancias de esta operación son todavía muy oscuras
"Hay algunas cosas que son verdaderamente curiosas. Primero, se ha dicho que esta operación ha llevado ocho meses de preparación, desde agosto pasado. Me parece un tiempo demasiado largo. Bin Laden podía haberse largado. ¿Por qué esperar tanto tiempo? Segundo, dicen que el asalto duró 40 minutos, lo que es también un tiempo prolongado para este tipo de operaciones, que normalmente debe durar algunos minutos", explicó ayer por teléfono a este diario desde Rock-ville, EEUU, Marc Sageman, exoficial de operaciones de la CIA, que estuvo, entre otros destinos, en Islamabad, Pakistán, en 1987-1989. "La guerra en Afganistán es muy impopular en EEUU. Ya que la única razón de nuestra presencia en este país era Al Qaeda, queda claro que estábamos en el país equivocado", comenta.
La liquidación de Bin Laden muy cerca de Islamabad en Pakistán sólo pueden reforzar una conclusión: la presencia de las tropas extranjeras en Afganistán, así como más tarde la invasión de Irak, ha sido, es y será, un error estratégico monumental. La desaparición de Bin Laden, al dejar en evidencia que no es en Afganistán donde los dirigentes de Al Qaeda tenían su base de operaciones, debería servir, ahora, para acelerar la retirada.
El presidente Obama ha continuado, Premio Nobel de la Paz mediante, la política de su antecesor George W. Bush en Afganistán, en Irak y ahora mismo, bajo circunstancias peculiares, en Libia. El anuncio de la liquidación del adinerado terrorista saudí y otrora aliado de la CIA durante la lucha contra la invasión soviética en Afganistán, ha tenido mucho de circo imperial romano. Ha faltado presentar la cabeza de Bin Laden en bandeja de plata cuando sentarle en el banquillo es lo que hubiera sido deseable desde el punto de vista de la democracia.
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