Este artículo se publicó hace 12 años.
Lo que Washington espera de Mursi
Eugenio García Gascón
Las relaciones bilaterales entre Israel y Egipto están supeditadas a las que hay entre Estados Unidos e Israel, y la gira de la secretaria de Estado Hillary Clinton por Oriente Próximo revela que existe un vínculo especial y único entre Washington y Tel Aviv, a pesar de que las relaciones personales entre el primer ministro Netanyahu y el presidente Obama no sean especialmente cordiales.
Las reuniones de trabajo que Clinton ha mantenido desde el sábado en El Cairo con el presidente Mohamed Mursi y con el general Hussein Tantawi han girado entorno a varias cuestiones, siendo la principal referencia Israel. Las relaciones egipcio-americanas están hipotecadas por el Estado judío y lo primero que Clinton ha pedido a sus interlocutores es que respeten los acuerdos de Camp David que han servido para mantener la paz durante más de tres décadas, pero que al mismo tiempo han permitido a Israel consolidar e incrementar la ocupación de los territorios palestinos y el Golán sirio.
Es una auténtica incógnita saber cómo va a reaccionar Mursi a la actitud de Israel ya que una de las primeras cosas que ha dicho el nuevo presidente es que trabajará para acabar con la ocupación.
En la rueda de prensa que dio en El Cairo después de los contactos del sábado, Clinton desmintió que el motivo central de la gira sea organizar una reunión entre Mursi y Netanyahu. La secretaria de Estado pasó como sobre ascuas cuando le preguntaron acerca de Israel, sabedora de que el egipcio medio rechaza las continuas injerencias americanas en esta cuestión.
En Israel se ha comentado que Netanyahu no está nada satisfecho con la invitación que Obama ha cursado a Mursi Los medios árabes han subrayado con unanimidad que la agenda Clinton trae como tema principal al Estado judío. En Israel se ha comentado que Netanyahu no está nada satisfecho con la invitación que Obama ha cursado a Mursi sin que previamente éste se haya comprometido públicamente a respetar los acuerdos de Camp David de una manera inequívoca. La cuantiosa ayuda económica y militar que Estados Unidos proporciona a Egipto está en el aire a la espera de ver cómo se comporta Mursi con Israel.
Otro tema que ha suscitado Clinton es el iraní, que también está relacionado con Israel. Washington sigue endureciendo las sanciones contra Teherán y no desea que Egipto interfiera en el aislamiento de ese país. Es muy probable que los egipcios respeten el bloqueo contra Irán puesto que uno de sus principales aliados es Arabia Saudí y los saudíes presionan a Mursi en la misma dirección que Washington.
También relacionada con Israel está la demanda de que Egipto actúe con determinación en su frontera con la franja de Gaza, por donde entra armamento con destino a Hamas. Estados Unidos fue el principal valedor de los revolucionarios y manifestantes de la plaza Tahrir que a principios del año pasado sacaron a Hosni Mubarak del poder. Los americanos aspiran a conseguir que Egipto sea un país liberal como cualquier otro de Occidente. Ya lo intentaron en Iraq y Afganistán y el tiro les salió por la culata, y ahora quieren que Egipto lo sea. No obstante, es difícil que un país donde la religión tiene un peso enorme pueda convertirse en liberal de la noche a la mañana.
En esa misma dirección van las gestiones que los americanos llevan a cabo para conseguir que los Hermanos Musulmanes y el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas obren con sincronía, pero también aquí parece difícil que puedan conciliarse unas posiciones tan enconadas. Las reformas políticas que propugna Washington para Egipto, de índole liberal, no cuentan con un apoyo amplio ni entre los islamistas ni entre los militares.
La transición a la democracia que defienden los americanos está en suspenso y no parece que los islamistas estén por la tarea. El sábado y el domingo miles de egipcios liberales y coptos han protestado por la visita de Clinton ya que creen que los americanos son quienes más han apoyado a los islamistas, una ironía del destino que se ajusta a la verdad.
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