Opinión
Francia: nuevo gobierno, misma crisis política

Por Pablo Castaño
Periodista y profesor de Ciencia Política en la UAB
-Actualizado a
Sigue el culebrón político en París. El primer ministro Sébastien Lecornu, que había dimitido horas después de anunciar su primer gobierno, ha presentado un nuevo ejecutivo. El macronista ha batido el récord del primer ministro más breve de los últimos 60 años y nada indica que en su segundo intento vaya a durar mucho más. Más que una crisis política coyuntural, Francia está viviendo una auténtica crisis de régimen, ya que las instituciones de la Quinta República son incapaces dar salida al bloqueo político. Una crisis que tiene su origen en la imposición, en 2023, de un recorte de pensiones rechazado por la mayoría del parlamento y de la opinión pública, como recordaba la secretaria general de la CGT en esta entrevista.
El nuevo gobierno, bendecido por el presidente Emmanuel Macron, es una nueva amalgama de macronistas y políticos de Los Republicanos (LR, derecha), adornado por algunos perfiles técnicos. Una composición que alarga la crisis indefinidamente y refleja una vez más el empeño de Macron en ignorar el resultado de las últimas elecciones legislativas, en las que el Nuevo Frente Popular fue primera fuerza y el Agrupamiento Nacional, segunda.
Lecornu ha hablado de un gobierno "de misión", con el único objetivo de presentar una propuesta de presupuesto, después del fracaso parlamentario del plan de recortes de su predecesor Frabçois Bayrou. Como su jefe Macron, Lecornu olvida el pequeño detalle de que sigue sin mayoría parlamentaria y no ha hecho ningún gesto significativo para conseguirla.
La última voltereta del macronismo ha desvelado la debilidad de este campo político, pero también ha impactado en sus competidores. Para empezar, en LR, que ha expulsado a los 6 nuevos ministros procedentes del partido, por desobedecer la prohibición de la dirección de LR de participar en el gobierno Lecornu II. Por si fuera poco para la derecha, el ex presidente Nicolas Sarkozy conocerá hoy la fecha de su entrada en prisión por la financiación irregular de su campaña electoral de 2007.
La dimisión de Lecornu en menos de un día dio una oportunidad a la izquierda para presentarse como alternativa al caos propiciado por el macronismo y Los Republicanos. Sin embargo, la llamada de Jean-Luc Mélenchon a una reunión para adoptar una posición común solo fue atendida por los ecologistas, pero no por el Partido Socialista. La Francia Insumisa, los Ecologistas y el Partido Comunista han anunciado una moción de censura inmediata contra el gobierno Lecornu II, mientras que los socialistas se mantienen a la espera.
Hay una diferencia de fondo entre la estrategia 'insumisa' y la socialista, más allá de las rivalidades personales y la pugna por el poder. Mélenchon y los suyos han entendido que Macron, con su empeño en retorcer las instituciones democráticas para imponer su agenda de recortes sociales, ha llevado la Quinta República al borde del colapso. Por eso, su estrategia es desgastar sin descanso al presidente y presentarse como una alternativa radicalmente diferente para cuando lleguen las elecciones presidenciales, previstas para 2027. Por el contrario, los socialistas siguen anclados en la lógica de arañar pequeñas cuotas de poder con el juego parlamentario, lo que los ha llevado a la humillación de ofrecerse para colaborar con los macronistas y ser rechazados.
La división de la izquierda convierte al Agrupamiento Nacional de Marine Le Pen en la alternativa electoral más sólida al macronismo. Además, el debilitamiento de las protestas sociales en la tercera jornada de movilización convocada por los sindicatos contra las propuestas de recortes, el pasado 2 de octubre, sugieren que la opinión pública está más instalada en el desencanto que en la rebelión.
Con su empeño en ignorar el resultado de las urnas, Macron alimenta la insatisfacción política y cultiva el terreno para el crecimiento de la extrema derecha. Solo una izquierda unida en torno a la consigna de ruptura política con el macronismo y el régimen ultrapresidencialista de la Quinta República puede constituir una alternativa sólida que saque a Francia de la crisis sin arrojar el país en brazos de la ultraderecha.
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