Un 15M sobre ruedas: por qué las protestas en La Vuelta han logrado un apoyo transversal a la causa palestina
Los expertos consultados por 'Público' aseguran que la accesibilidad a un evento tan mediático y la crueldad de las imágenes que llegan desde Gaza han sido la "tormenta perfecta" para reactivar un movimiento que llevaba meses estancado.
"El rechazo al genocidio nos une a casi todos los españoles. Cualquiera que tenga un mínimo de corazón está en contra de la matanza indiscriminada de niños, sanitarios o periodistas", explica uno de los manifestantes que ha participado en el boicot a la competición ciclista este domingo.

Madrid-
"El rechazo al genocidio nos une a casi todos los españoles. Cualquiera que tenga un mínimo de corazón está en contra de la matanza indiscriminada de niños, sanitarios o periodistas. Israel no está dejando títere con cabeza y no podemos quedarnos callados ante una masacre como la que están sufriendo en Gaza". Luis Gimeno tiene 67 años y lleva militando desde adolescente. El año pasado lo identificaron y lo sancionaron después de manifestarse a favor del pueblo palestino en la etapa final de La Vuelta a España. Luis no solo ha recurrido la multa, sino que este domingo ha vuelto a agitar su bandera en el centro de Madrid. "La libertad de expresión está por encima de todo, no me podía quedar en casa por miedo a una multa. Era lo que me faltaba...", comenta en una conversación con Público.
Luis solo era "uno más", uno de los cien mil vecinos que este fin de semana han conseguido boicotear la etapa final de la competición deportiva en la capital, todo ello según cifras de la Delegación del Gobierno. España es uno de los pocos países que, desde que se intensificaron los ataques en la Franja de Gaza, hace casi dos años, puso voz a la lucha del pueblo palestino. Las primeras manifestaciones congregaron a 30.000 personas en las calles de Madrid. El movimiento perdió fuelle con el paso de los meses, habida cuenta de que la tibieza de las élites políticas no iba a ser capaz de frenar los bombardeos. La fragmentación de las izquierdas y la distancia física con los territorios ocupados explicarían, además, la falta de una respuesta organizada y fuerte más allá de las acampadas universitarias, tal y como analizamos en este artículo de Público. La cosa, sin embargo, cambió significativamente en las últimas semanas. Muchos han visto un resurgir de la indignación del 15M en los arcenes de las carreteras por donde ha discurrido este año La Vuelta.
"No podemos sacar nada bueno de todo lo que ocurrió [este domingo]. Lamento mucho la imagen que se dio [al mundo]". Estas son las palabras con las que el director de La Vuelta, Javier Guillén, valoró la respuesta de la sociedad española ante la barbarie en Gaza. El evento ciclista fue el colofón a casi dos años de pequeñas acciones y denuncias, dos años, eso sí, llenos de altibajos. ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Por qué La Vuelta? La Unión Ciclista Internacional y el comité organizador se negaron a prohibir la participación del equipo israelí, en un intento –otro más– de patrocinar el lavado de imagen del Gobierno de Netanyahu. El problema es que la ciudadanía no lo compró. Y su respuesta, lejos de ser "lamentable", como defienden tanto Guillén como el PP y Vox, puede convertirse en "motivo de orgullo".
Así lo consideran los expertos consultados por este diario, que recalcan, además, el carácter transversal de las movilizaciones. "Los discursos que había hecho el gobierno israelí para tapar su voluntad colonial han quedado anulados este verano por sus propias atrocidades. Y esto es mérito suyo, si se me permite la ironía. Los pueblos españoles pueden sentirse orgullosos de haber demostrado, por encima de las divisiones políticas, la existencia de un sentimiento propalestino que trasciende fuera de nuestras fronteras", señala la politóloga Arantxa Tirado. "España es bastante menos proisraelí que otros países europeos. Las encuestas reflejan que posicionarse abiertamente con Israel, como está haciendo Isabel Díaz Ayuso, es minoritario en la sociedad española", desliza el también politólogo Jaime Bordel.
El último barómetro del Instituto Elcano, que pregunta explícitamente por el los ataques de Tel Aviv en Gaza, demuestra que existe en este sentido un importante consenso social. El 82% de los entrevistados consideran que Israel está cometiendo un genocidio sobre los territorios ocupados y solo dos de cada diez respaldan las actuaciones de Netanyahu. "El rechazo a la violencia es generalizado. Los porcentajes de personas que normalmente firman un manifiesto o acuden con su pancarta a una manifestación son normalmente pequeños, pero eso no quiere decir que no exista una mayoría social que comparta las reivindicaciones del movimiento en cuestión. Esto ocurre ahora y ocurrió el 15M. La gente conecta con la causa palestina, tanto la que sale a la calle como la que permanece en sus casas, y por eso la oposición tampoco se atreve a rechazar los motivos de las manifestaciones. El PP no condena el por qué, si no el cómo", advierte el sociólogo Paco Camas, director de investigación de opinión pública en Ipsos España.
La Vuelta, un escaparate para reactivar las protestas
¿Por qué la sociedad española ha vuelto a salir en masa para denunciar las atrocidades de Netanyahu? ¿Por qué el punto de inflexión lo ha marcado una competición deportiva como La Vuelta? ¿Por qué las protestas tienen un carácter transversal? ¿Y qué imagen ha proyectado realmente España? Lo que de momento parece estar claro es que, según los expertos y manifestantes consultados por Público, La Vuelta ha sido el "escenario perfecto" para la reactivación de unas movilizaciones que llevaban meses estancadas. "No es lo mismo manifestarte un sábado por la mañana en tu ciudad que hacerlo en un evento multitudinario con medios de todo el mundo y visibilidad en decenas de países, incluso en Israel. La motivación es mucho más fuerte. Si a ello sumamos las imágenes de terror en tiempo real que nos han ido llegando desde los territorios ocupados, cada vez más duras, llegamos a lo que hemos visto este fin de semana", explica la socióloga Paloma Manzano.
"Las pequeñas convocatorias de los últimos meses también han servido para alimentar el movimiento, igual que las declaraciones institucionales y las medidas anunciadas tanto por España, como por Europa. Estas últimas acciones llegaron además en pleno inicio de las protestas [durante las primeras etapas de La Vuelta], es decir, ha sido la tormenta perfecta para llamar de nuevo a la movilización", insiste la también activista por los derechos humanos. En los mismos términos se pronuncia Arantxa Tirado, que pone el foco en el aumento de la indignación popular: "El malestar ha ido in crescendo a lo largo del verano, pasamos de ver cómo se negaba el bombardeo de hospitales a escuchar públicamente excusas y justificacines, ahora vemos también como se bloquea la entrada de ayuda humanitaria y se dispara a quienes la intentan recoger. La situación es insostenible. No se puede soportar esta cadena de aberraciones y chulería en la violación de los derechos humanos".
Las protestas no solo han alcanzado la capital, si no que se han extendido a lo largo y ancho del país desde que arrancó la competición. Figueres (Girona) plantó la primera semilla: cinco manifestantes trataron de cortar la carretera durante una prueba de velocidad con una pancarta que pedía "boicot a Israel". Euskadi, Asturias, Galicia, Cantabria y Castilla y León mantuvieron viva la indignación durante el recorrido de los ciclistas hasta Madrid. "La Vuelta es más accesible para actuar que otras competiciones deportivas, da mucha más visibilidad y es más fácil de interrumpir que un partido de fútbol, tenis o baloncesto. Es gratis y es imposible que haya 100% de seguridad en todas las etapas. Esto tal vez explique el éxito de unas movilizaciones que han tenido su colofón final en Madrid", agrega Jaime Bordel.
"Lo que hemos visto es un efecto contagio. La reacción tras las primeras protestas fue mayoritariamente positiva y eso ha ido animando a una población que, hace unos meses, podía estar más desmovilizada", matiza Arantxa Tirado. El hecho de que en los medios de comunicación –incluso en programas deportivos– también se haya abordado el sentido de las protestas, señalan los expertos, ha podido influir "positivamente" en su alcance. "El debate se ha institucionalizado y cuando esto ocurre, es decir, cuando las élites políticas y mediáticas se pronuncian, tanto hacia un lado como hacia el otro, las posiciones quedan en cierto modo legitimadas, resulta más fácil movilizar a la sociedad", concluye Paco Camas.
La imagen de España, ¿motivo de "orgullo"?
El director técnico de La Vuelta no es el único que ha calificado de "lamentable" la campaña propalestina que, desde hace dos semanas, ha teñido de verde, rojo, negro y blanco las distintas etapas de la competición. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, también ha tachado lo sucedido de "ridículo internacional televisado". Y la extrema derecha acusó al propio presidente de enviar "hordas" para reventar la competición. Las voces consultadas por Público, lejos de verlo todo como un lastre, sentencian: "La imagen internacional de España no se ha visto dañada, todo lo contrario. Esto es motivo de orgullo, todo el mundo nos sitúa en el mapa como una sociedad solidaria con el pueblo palestino. Los únicos que pueden pensar que la imagen no es la apropiada son quienes justifican el genocidio y, por suerte, son cada vez menos".
Comentarios de nuestros socias/os
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros socias y socios, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.