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Concentración Colón La foto de Colón cambia de color un año después

Solo ha pasado un año desde la instantánea y uno de sus protagonistas, Albert Rivera, ha dejado la vida política. El 'popular' Pablo Casado trata de hacerse fuerte en el Congreso mientras que Santiago Abascal le come terreno por la derecha.

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De izquierda a derecha: Rocío Monasterio (Vox), Santiago Abascal (Vox), Cristiano Brown (Upyd), Javier Maroto (PP), Pablo Casado (PP), Carmen Moriyón (Foro Asturias), Yolanda Ibáñez (UPN), Begoña Villacís (Cs) y Albert Rivera (CS) en la concentración de Colón. Público | Marta Monforte Jaén

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Se cumple un año de la foto conjunta de Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal en la manifestación de Colón bajo el lema una 'España unida'. Esa instantánea de los tres dirigentes se convirtió en una de las imágenes del 2019, con la que PP, Ciudadanos y Vox quisieron mostrar su rechazo a Pedro Sánchez en protesta por la figura del relator en Catalunya. Sin embargo, la concentración acabó beneficiando al socialista: convocó elecciones, hizo una campaña centrada en derrotar a "las tres derechas" —esgrimiendo la foto como su principal argumento— y ganó, pasando de 84 a 123 diputados.

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Pablo Casado fue el principal derrotado en aquellas elecciones, celebradas el 28 abril. El PP pasó de 134 escaños —cosechados por Mariano Rajoy en 2016— a 66, quedándose a apenas 9 de ser sorpassado por Ciudadanos. Un batacazo electoral que llevó al líder del PP a modular su discurso —tal y como le pedían algunos barones populares— y a confrontar con la formación de Santiago Abascal: "Vox está en el panel de la extrema derecha y Abascal es le debe mucho a este partido del que ha estado cobrando de chiringuitos y mamandurrias, como él mismo dice".

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Casado fue el principal perdedor de las elecciones del 28 abril. Revivió el partido tras las autonómicas, pero este 2020 se enfrenta a 3 difíciles retos

En las autonómicas, municipales y europeas, celebradas un mes después, Casado consiguió revivir el partido tras conseguir los gobiernos autonómicos de Madrid, Murcia y Castilla y León, gracias a los pactos con los naranjas y el apoyo desde fuera de la ultraderecha. También recuperó la alcaldía de la capital, lo que le sirvió para reivindicarse ante sus filas. Tras la repetición electoral del 10-N —y  con una campaña alejada de las estridencias del pasado—, los populares subieron 23 escaños, hasta los 89, pero se quedaron a más de 30 diputados de alcanzar al PSOE. Ahora tienen por delante tres difíciles retos: las elecciones autonómicas de Euskadi, Catalunya —donde son residuales— y de Galicia, un territorio en el que esperan revalidar la mayoría absoluta.

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Ciudadanos: auge y caída

La foto de Colón supuso un antes y un después para Ciudadanos. Albert Rivera había evitado hasta ese momento fotografiarse junto al partido de extrema derecha. Lo consiguió durante la negociación del pacto andaluz y también en los preparativos de la concentración, pero la foto final acabó por imponerse. La concentración ayudó a legitimar a Vox como un actor político más, a pesar de que, hasta entonces, los ultraderechistas no tenían representación en el Congreso. Dirigentes de Cs reconocieron meses más tarde que la instantánea con Vox fue un error, la "excusa perfecta" de Pedro Sánchez para "meterlos en el mismo saco". 

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Después de que Sánchez convocara las elecciones, la Ejecutiva del partido decidió, de manera estratégica, vetar al PSOE de cara al 28 de abril. El resultado fue notable: consiguieron 57 diputados y adelantaron al PP en plazas clave como Madrid, Catalunya y Aragón. Sin embargo, su negativa a pactar con los socialistas—con los que sumaba mayoría absoluta— fue muy criticada, incluso desde sus propias filas. Rivera estaba convencido de que el acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos acabaría produciéndose, pero los recelos de los socialistas —y la esperanza de obtener mayor rédito en una repetición electoral— acabó por imponerse. In extremis, el exdirigente levantó el veto, pero era demasiado tarde.

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Tras el 10-N, Cs perdió más de 2,5 millones de votos y se quedó únicamente con 10 diputados, 'sorpassado' numéricamente por Esquerra Republicana. Tras este fracaso sin paliativos, el lunes siguiente al 10-N, Rivera dimitió. Ahora el partido está en manos de una gestora y a la espera de celebrar un congreso extraordinario en el que decidirán el rumbo del partido y a la persona que lo lidera. La exjefa de filas en el Parlament, Inés Arrimadas, candidata a la sucesión, ha planteado una alianza con el PP de cara a los tres comicios que se celebrarán este 2020, que no se ha entendido desde el sector crítico.

Vox, el gran vencedor

Santiago Abascal es quien salió más reforzado de la foto de Colón. El ultraderechista fue el primero de los líderes en realizar declaraciones a los medios de comunicación, consiguió 'colar' a uno de sus periodistas de cabecera en la lectura del manifiesto, Carlos Cuesta, y logró hacerse la foto que a Ciudadanos tanto le incomodaba, ganando presencia mediática a las puertas de unas elecciones generales. Además, su partido fue el principal objetivo de Pedro Sánchez durante la campaña electoral: frenar a la ultraderecha.

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La suma de la derecha en Madrid y Murcia les permitió volver al foco mediático tras quedar difuminados al quedar quintos en el Congreso

Vox obtuvo 22 escaños el 28-A. Irrumpieron con fuerza en el Congreso, con dos millones y medio de votos. Sin embargo, las expectativas les sobredimensionaron, ya que en algunas encuestas llegaban hasta los 70 diputados. La posibilidad de suma de la derecha en Madrid y Murcia en las elecciones autonómicas y municipales, les permitió negociar con PP y Cs y volver al foco mediático, tras quedar difuminados al ser la quinta fuerza política.

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La repetición electoral les aupó hasta la tercera posición con 52 escaños. Ahora los de Abascal juegan sus cartas en el Congreso y compiten con el PP por el liderazgo de la derecha. Asimismo, presionan a los populares en las autonomías en las que sus votos son necesarios para que los presupuestos salgan adelante. Ocurrió recientemente con la censura parental, una medida que Casado ha adoptado como propia, lo que ha incomodado a los barones y parte del grupo popular.

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