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Elecciones 2019 La gestión de los dos debates quiebra la campaña sin sobresaltos que buscaba Sánchez

Antes de esta polémica, ni PP ni Ciudadanos habían conseguido sacar al PSOE de su zona de confort. Sánchez mantenía su campaña plana con sus propuestas y la llamada al voto útil, mientra que Casado y Rivera se encastillaban en utilizar ETA y Catalunya para atacar al PSOE. Iglesias suma apoyos con el mensaje de pedir el voto para que el PSOE no pacte con Rivera

Los candidatos de PSOE, Pedro Sánchez; Unidas Podemos, Pablo Iglesias; Ciudadanos, Albert Rivera; PP, Pablo Casado; y Vox, Santiago Abascal. EFE

M. SÁNCHEZ/M. MONFORTE/A. ROMERO

El PSOE casi llegaba al ecuador de la campaña viendo cumplida la estrategia política que había diseñado que consistía, básicamente, en no pisar ningún charco y evitar cualquier sobresalto no previsto. Nada había alterado significativamente sus planes previsto estos días, más allá de algún exabrupto fuera de tono y algunas ocurrencias electorales, como la agencia de viajes de Pedro Sánchez, que no han pasado del meras anécdotas.

Así, el PSOE se sentía más que cómodo en la campaña, en su zona de confort, y manteniendo la hoja de ruta prevista: propuestas, llamada al voto útil y la utilización del temor que despierta en parte de la sociedad las llamadas “tres derechas”. Sin embargo, la errática gestión que ha hecho el Comité Electoral de los debates le ha alterado todo el escenario, primero colocando a su candidato en una situación muy comprometida y, después, jugándoselo todo a los "dos debates" que, sin ninguna duda, marcarán el devenir de este campaña.

El PP, por su parte, también tiene un nuevo escaparate para su líder, del que piensa sacar partido. Hasta ahora, el PP había iniciado una campaña muy agresiva, con su discurso sobre Catalunya como bandera y hasta utilizando el desaparecido terrorismo de ETA, llegando a acusar a Sánchez de preferir estar con los que tienen las manos manchadas de sangre. Y, en parecido terreno se ha movido Ciudadanos, con su claro posicionamiento de cómo afrontar el conflicto catalán y queriéndole sacar rédito electoral a sus actos en el País Vasco.

Por su parte, en estos ocho días Unidas Podemos está volviendo a demostrar que se crece en campaña y la vuelta de Pablo Iglesias le ha hecho resurgir. Mantienen sus mensajes contra los poderosos pero, sobre todo, están ganando su “voto útil”, es decir, el que piden para que tengan la suficiente representación para poder gobernar con los socialistas y que Sánchez no caiga en brazo de Ciudadanos. Vox, mientras tanto,  sigue agazapada, pero a nadie le pasa inadvertido la cantidad de personas que acuden a sus actos.

El PSOE, cómodo y triunfalista

Hasta la mitad de la campaña electoral, el PSOE había conseguido que nada perturbara ni salpicara al candidato socialista, Pedro Sánchez, y la estrategia electoral marcada por su equipo de campaña. Desde que se fijó la fecha electoral se decidió un rumbo de campaña propio que no se pensaba variar.

El presidente del Gobierno y candidato del PSOE para las elecciones del 28 de abril, Pedro Sánchez, en un acto de campaña electoral en Madrid. EFE/Ballesteros

El presidente del Gobierno y candidato del PSOE para las elecciones del 28 de abril, Pedro Sánchez, en un acto de campaña electoral en Madrid. EFE/Ballesteros

Las líneas generales estaban muy claras y se pueden dividir en tres. Una parte propositiva contando lo que se ha hecho y lo que no se ha podido hacer por falta de mayoría parlamentaria. Una línea de ataque a la derecha que se resume en la “foto de Colón” y las intenciones de PP, Ciudadanos y Vox de repetir la alianza con Andalucía. Y una línea de movilización llamando al voto útil y al voto, incluso, de aquellos que nunca han votado al PSOE, tratando de hacerse con el espacio de centro abandonado por Pablo Casado y Albert Rivera.

Y día tras días, mitin tras mitin, Sánchez se ha ajustado al guión escrito. No ha entrado en polémicas tangenciales de la campaña, coloca el mismo mensaje entrevista tras entrevista, y mantiene un aura de ganador en todas sus intervenciones.Como las encuestas le siguen siendo favorables nada hacía pensar que se modificara significativamente la estrategia en los últimos días de campaña.

Hasta los "debates", el objetivo es que, Sánchez siga con sus actos y sus mensajes, antes de encerrarse una jornada entera con sus asesores para preparar los dos envites, que es el único motivo de preocupación que ahora reina en las filas socialistas, donde un excesivo triunfalismo, con algunas pinceladas de prepotencia, lleva instalado desde hace semanas.

Sus expectativas electorales siguen estando en torno a los 140 escaños, y su anhelo poder sacar adelante una investidura sólo con los votos de PNV y Unidas Podemos. Sánchez no ha lanzado una sola crítica en toda la campaña al partido de Pablo Iglesias, y sólo en los últimos actos se ha visto obligado a pronunciarse con contundencia sobre las llamadas "cloacas del Estado", ante las acusaciones del partido morado de que aún perviví la "policía patriótica" con el Gobierno socialista.

El PP se erige como única alternativa a Sánchez

Casi en el ecuador de la campaña, el objetivo de Pablo Casado está siendo tratar de mitigar la fuga de votos del PP hacia formaciones como Vox o Ciudadanos e impedir que el PSOE siga creciendo. Para ello -y desde hace meses-  mantiene un tono duro contra Pedro Sánchez, entrando, incluso, en el terreno de las descalificaciones. Su principal argumento atacar al socialista por las supuestas concesiones que éste hace al independentismo catalán y vasco. Además, repite constantemente que el presidente indultará a los políticos catalanes que actualmente se encuentran en prisión acusados de malversación, rebelión, conspiración y sedición. 

El presidente nacional del Partido Popular y candidato a la Presidencia del Gobierno, Pablo Casado interviene durante un mitin en Palma de Mallorca. EFE/CATI CLADERA

El presidente nacional del Partido Popular y candidato a la Presidencia del Gobierno, Pablo Casado interviene durante un mitin en Palma de Mallorca. EFE/CATI CLADERA

En el PP consideran que sólo hay dos alternativas para presidir el Gobierno: Pedro Sánchez o Pablo Casado. Los 'populares' se muestran optimistas ante la cita electoral, especialmente en el entorno del líder del partido. Su plan para sumar más apoyos es realizar un viraje hacia cierto perfil "moderado" y "centrista" en los días que quedan de campaña: "Vamos a recuperar el discurso de ilusión de las primarias del PP, es lo que le gusta a la gente y así se ganan elecciones".

Desde Génova admiten que, con la derecha dividida en tres, el partido caerá considerablemente respecto a los comicios de 2016, donde los conservadores algutinaron un 33% del voto y obtuvieron casi 8 millones de votos. Los datos internos de la formación les sitúan ahora entorno a un 19% (90-100 escaños) los de Casado tratarán de mejorar este resultado durante la campaña y confían en subir 4 puntos, situándose en un 23% que, según sus estimaciones, podría auparles a la Moncloa de la mano de Albert Rivera y Santiago Abascal.

Estos comicios marcarán la trayectoria de Casado en el partido, en el que se abren dos escenarios: reeditar el pacto a la andaluza y gobernar en coalición con dos socios que no se quieren ni ver o, como apuntan los sondeos, quedarse en la oposición si el bloque de derechas no suma, arriesgándose a que su liderazgo sea cuestionado. La dirección 'popular' apunta a que todo se decidirá la última semana de campaña, tras las vacaciones de Semana Santa, por el alto porcentaje de indecisos

Desde la cúpula 'popular' están convencidos de que su partido es el que más voto oculto tiene, porque, a su juicio, "decir que eres de Vox ahora es guay". Aun así, confían en el techo consolidado que tiene su formación, entorno a 65-70 escaños - a diferencia de sus rivales - y consideran que el PP es "una máquina electoral". La estrategia de los conservadores va a girar en torno a tres ejes durante toda la campaña: que tienen el mejor proyecto y programa, que Pedro Sánchez es un peligro y que hay que unir el voto porque ellos son la única alternativa.

Unidas Podemos se crece en campaña

La campaña de Unidas Podemos ha pasado en sus primeras semanas por varios momentos. Arrancó de forma oficiosa con el regreso de Pablo Iglesias a la primera línea política tras su permiso de paternidad. Allí, la coalición dejó claro cuáles iban a ser los ejes centrales del discurso, ejes que se han repetido durante los mítines y actos de los candidatos: discurso duro contras las élites (políticas,económicas y mediáticas), programa con medidas de calado y reivindicación del voto útil para una coalición de gobierno de izquierdas.

El candidato de Unidas Podemos a la Presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias, durante un acto de campaña electoral en el municipio riojano de Nalda. EFE/ Abel Alonso

El candidato de Unidas Podemos a la Presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias, durante un acto de campaña electoral en el municipio riojano de Nalda. EFE/ Abel Alonso

En cada acto, Iglesias y el resto de dirigentes han advertido de que estas élites tienen más poder que el Parlamento, que las instituciones y que el propio Gobierno. Un discurso que se vio reforzado tras la irrupción de lo que posteriormente se convertiría en otro de los principales ejes discursivos de la campaña: las cloacas del Estado y el supuesto espionaje y fabricación de pruebas falsas contra el secretario general de Podemos.

Este caso no solo ha marcado la campaña de la formación morada, sino que el resto de partidos también se han visto en la tesitura de tener que afrontar un asunto que los de Iglesias califican como ”una vergüenza para la democracia”, especialmente por las críticas de Podemos al resto de líderes políticos por su silencio.

El programa electoral del partido también ha jugado un papel fundamental
en los actos. Presentado en formato de Constitución, los candidatos de Unidas Podemos han defendido en todos los escenarios que los artículos de la Carta Magna destinados a proteger a la gente (derecho a la vivienda digna, derecho a un trabajo digno, redistribución de la riqueza y progresividad fiscal) no se cumplen.

En cada mitin Iglesias ha leído varios de estos artículos y ha explicado las medidas concretas que incluye Podemos en su programa para garantizar su cumplimiento.El del voto útil es otro de los mensajes centrales de la campaña. Frente al enfoque de la utilidad que defiende el voto al PSOE para garantizar que no gobiernan las derechas, Unidas Podemos ha querido poner sobre la mesa la advertencia de que dar demasiada fuerza parlamentaria a los socialistas, los podría empujar a un acuerdo con Ciudadanos. Por eso, han reivindicado la necesidad de obtener los escaños suficientes para poder entrar en el Gobierno y evitar ese pacto entre Sánchez y Rivera.

Los malos resultados de las encuestas no han sido uno de los ejes de la campaña (el lema escogido por el partido ha sido, precisamente, “la historia la escribes tú”, centrándose en defender que no hay más resultado que el de las elecciones). Sin embargo, en los últimos días, desde el partido aseguran manejar algunos datos internos que apuntan a unos buenos resultados de la coalición en estos comicios. “Tenemos algunos datos internos muy interesantes y, además, tenemos sensaciones. Las encuestas son herramientas de trabajo. Los datos que tenemos nos hacen ser muy optimistas. Daremos la sorpresa”;, aseguró Iglesias.

Ciudadanos presume de una campaña "sin errores"

En la formación presidida por Albert Rivera presumen de estar realizando una campaña "sin errores". No obstante, los 'naranjas' no están acaparando grandes portadas. De hecho, sus actos más mediáticos no han destacado por las palabras de Rivera, precisamente, sino por los escraches recibidos. El primero de ellos fue el pasado domingo 14 en Rentería (País Vasco), en el que el líder de Ciudadanos y el resto de personas que acudieron en su apoyo tuvieron que ser escoltados de la localidad por la policía autonómica ante la protesta masiva de los vecinos del pueblo, y el que recientemente sufrió Inés Arrimadas, portavoz nacional y número uno por Barcelona, cuando paseaba por la localidad de Vic (Catalunya).

El candidato a la presidencia del Gobierno por Ciudadanos, Albert Rivera, durante el mitin en la Plaza de Europa de Murcia. EFE/Marcial Guillén

El candidato a la presidencia del Gobierno por Ciudadanos, Albert Rivera, durante el mitin en la Plaza de Europa de Murcia. EFE/Marcial Guillén

En cuanto a cómo encaran estos comicios, los de Rivera pelean por ser relevantes en la formación de gobierno, aunque desde la dirección del partido confiesan que han dejado lejos sus aspiraciones de 'sorpasso' al PP. La mayoría de encuestas les encumbran a la tercera posición por detrás de socialistas y 'populares', pero sin la fuerza necesaria para acercarse a ninguno de ellos. Con la derecha más dividida que nunca, Ciudadanos pelea por cada voto y con estas elecciones los 'naranjas' quieren dar un golpe sobre la mesa para dejar de ser considerados un "partido bisagra" del bipartidismo.

Para dar un golpe de efecto a su estrategia, el partido acordó durante una reunión de la Ejecutiva nacional el pasado 18 de febrero no pactar con el PSOE tras estas elecciones. En público sostienen que lo hacen por las supuestas concesiones de Sánchez al independentismo, pero en privado alegan que el veto llega por una cuestión meramente electoralista, ya que en sus encuestas internas el líder peor valorado entre sus votantes es el presidente del Gobierno. Además, en cuanto vieron que los 'populares' estaban utilizando la posibilidad de un pacto con los socialistas para desgastarlos, lo atajaron rápidamente.

Rivera busca confrontar, cara a cara, con el líder de los 'populares', con el que se disputa el espacio electoral pero al que reivindica constantemente como socio. El candidato 'naranja' quiere dejar claro quien lleva la iniciativa entre los partidos de la oposición para dibujar una alternativa de gobierno. En su interés de consolidar su posición en el espacio de la derecha, establece un "tú a tú" con el partido dominante en ese espacio, evitando ser percibido solamente como un partido bisagra y reafirma su voluntad de establecer la mayor distancia posible con Pedro Sánchez.

No han trascendido las encuestas internas que manejan desde la dirección de campaña, encabezada por José Manuel Villegas, secretario general de la organización, aunque los liberales alegan que su posición ante tanta polarización es complicada porque su electorado es el que más duda. Reconocen que su tercer puesto "fluctua" y que un punto arriba o abajo marcará la diferencia porque "se te pueden ir 10 o más escaños". Confían en repuntar con los debates electorales de la próxima semana y consideran que es "positivo" que Vox no esté presente porque se reduce el número de posibilidades y discursos.

Vox 

La campaña de Vox se puede reducir a eso, la campaña, ya que el partido de ultraderecha decidió borrarse de la precampaña consciente del tirón de sus siglas tras las elecciones andaluzas y con el objetivo de evitar “quemar” a Santiago Abascal y al resto de dirigentes antes de tiempo.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada, en un acto de la campaña electoral. EFE/Miguel Ángel Molina

El presidente de Vox, Santiago Abascal, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada, en un acto de la campaña electoral. EFE/Miguel Ángel Molina

La formación ha protagonizado actos multitudinarios con los ejes discursivos que mantienen desde su irrupción en la primera línea política (censura de la “dictadura de lo progresista” y condena al movimiento feminista y a los colectivos LGTBI, ataques a PP y a Ciudadanos por su supuesta “debilidad” ante el conflicto territorial de Catalunya y defensa de la reducción drástica de la Administración Pública.

Tampoco parecen ser las encuestas una guía precisa para los de Abascal. Vox ha centrado gran parte de sus actos de campaña en aquellos lugares donde la mayoría de los estudios, sobre todo el barómetro del CIS, no les dan representación.

De hecho, Abascal eligió Asturias para iniciar su agenda, lugar donde la demoscopia augura un mal resultado para la ultraderecha. En el partido son conscientes de que se van a jugar buena parte de su representación parlamentaria en los últimos escaños de las provincias pequeñas, y quieren garantizarse ese voto.

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