Este artículo se publicó hace 3 años.
El fin de ETA, la obsesión permanente de Zapatero… y Rubalcaba
El expresidente del Gobierno desde la oposición y desde el Gobierno se impuso como primer objetivo político acabar con la organización armada. El exvicepresidente fue un hombre clave para conducir el proceso del cese definitivo de la violencia.
Manuel Sánchez
Madrid-
El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, desde que llegó a la secretaría general del PSOE, se puso como primer objetivo político acabar con ETA, primero desde la oposición y después desde el Gobierno.
La mejor prueba de ello es que una de sus primeras decisiones cuando se hizo con las riendas del PSOE fue proponer (en diciembre de 2002) al todopoderoso Gobierno de José María Aznar, que contaba con mayoría absoluta, un Pacto de Estado por la paz y contra el terrorismo con todos los partidos.
Aquello, en un primer momento, fue rechazado por Aznar, aunque el mismo acuerdo planteaba que nunca el PSOE iba a utilizar el terrorismo para hacer oposición. Y hasta en el seno socialista no todos entendieron la mano tendida de Zapatero. Pero pocas semanas después el Gobierno del Partido Popular se sentó a negociar, se alcanzó el pacto y Zapatero mostró su lealtad al mismo hasta que llegó al Gobierno en 2004.
Una vez como presidente del Gobierno, Zapatero siguió mostrando su determinación por enfrentar el problema terrorista. Buscarle una solución era algo que le obsesionaba. Y, de hecho, en su primer debate del estado de la nación como presidente del Gobierno, en mayo de 2005, el líder socialista proclamó desde la tribuna del Congreso su intención de abrir con ETA un final dialogado a la violencia sin pagar ningún precio político. Sus palabras le constaron que el entonces líder del PP, Mariano Rajoy, le acusara de "traicionar a los muertos".
La alta valoración electoral de Zapatero empezó a caer tras asumir el desafío de querer acabar con ETA
Aquello dio alas a la oposición, ya que además de la durísima respuesta de Marino Rajoy, aquel anuncio ya vino precedido de una catarata de manifestaciones promovidas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y respaldas por el Partido Popular, que hicieron añicos el espíritu del Pacto por la Paz y contra el Terrorismo. La valoración electoral de Zapatero, una de las más alta de la historia en el primer año de mandato, empezó a caer por querer asumir este desafío.
Pero, pese al desgaste electoral, Zapatero siguió con la hoja de ruta marcada, entrando en acción en todo el proceso otra persona que, como él, tenía como máximo objetivo político poner fin a ETA, con lo que había soñado muchas veces: Alfredo Pérez Rubalcaba. Nadie duda que fue un hombre decisivo en toda la negociación.
A veces con más discreción y otras con menos, el proceso de diálogo fue avanzando, lo que le llevó a decir a Zapatero en febrero de 2006 que el fin del terrorismo estaba cerca. Esto fue acompañado un mes después con una declaración de la banda terrorista anunciando un alto el fuego permanente.
El mazazo de 2006
El proceso estaba en marcha y el optimismo antropológico de Zapatero le hizo incidir en los mensajes de que ETA vivía sus momentos finales, incluso lo aseguró sólo unos días antes del 30 de diciembre de 2006, cuando la organización terrorista rompe la tregua y vuelve a atentar en el aeropuerto de Barajas de Madrid. El entonces presidente del Gobierno ordenó suspender todas las iniciativas para desarrollar el diálogo con ETA, con lo que consideraba roto el proceso de paz de forma inmediata.
El mazazo fue terrible en el Ejecutivo y causó desolación. Y, en este proceso, jugó un papel fundamental el que fue presidente del PSOE vasco e histórico secretario de Organización del PSOE, Txiqui Benegas. Su planteamiento era que había que seguir intentándolo y tuvo línea directa con el Gobierno para convencerle de que no tirara la toalla.
Benegas jugó un papel clave para convencer a Zapatero de seguir negociando con ETA pese al atentado de Barajas
ETA reivindicó el atentado a la vez que decía que seguía manteniendo el alto el fuego, lo que fue contestado contundentemente por Rubalcaba, acusando a ETA de haber roto el proceso de paz y que no se mantendrían puentes con la banda aunque ésta siguiera en tregua.
Tuvo que ser verdad la ruptura del diálogo, porque sólo seis meses después, en junio de 2007, tras congelarse todas las negociaciones, la banda armada anunciaba la ruptura del "alto el fuego permanente" y reanudaba sus acciones armadas.
Pero Zapatero hizo caso a Benegas… y a Rubalcaba. Y, a pesar de la ruptura de la tregua, con menos ruido mediático y de forma más sigilosa se siguió el diálogo. Todo ello acompañado de una acción policial contra ETA donde caían los máximos dirigentes de la banda cada pocos meses.
El primer indicio de que aquellas conversaciones avanzaban fue cuando ETA, a través de un vídeo emitido en la cadena británica BBC en septiembre de 2010, hizo saber que desde hacía meses tenía decidido no llevar a cabo "acciones armadas ofensivas". Esta vez el Gobierno de Zapatero fue más prudente, tras lo ocurrido en el 2006. Nadie se fiaba de la palabra de los terroristas, aunque las acciones violentas desaparecieron y bajó el denominado terrorismo callejero.
Pocos días antes del 20 de octubre de 2011 había un rumor en el Gobierno de que algo importante iba a pasar. Se estaba en plena precampaña electoral ya que las elecciones generales estaban fijadas para el 20 de noviembre. Pero la noticia se guardó celosamente y hubo especulaciones de todo tipo.
"Esperábamos el anuncio de ETA desde hacía días antes a 20 de octubre... sabíamos que esta vez era verdad. Alfredo lo supo el primero. Adoptó una ensayada tranquilidad a medida que daba la noticia a Zapatero, a Patxi López y a Txiqui Benegas. Sé que Alfredo hizo ese día una comparecencia sobria y contenida, pero sé que ese día fue uno de los más felices de su vida", recuerda la ex vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, quien no tiene duda queque la tarea del exvicepresidente del Gobierno Rubalcaba "fue decisiva" para el final del terrorismo en España.
Primeros pasos con prudencia
Y llegó el 20 de octubre. Tras el anuncio oficial de ETA del cese definitivo de la lucha armada, el Gobierno quiso dar sus primeros pasos con prudencia. Rubalcaba, en una comparecencia muy breve donde escribió de su puño y letra cada palabra que pronunció, incidió en el mensaje de que era un triunfo de todos. "Hoy ETA no es la protagonista, es el Estado de derecho, porque el Estado de derecho ha ganado, ha ganado la democracia". Previamente, Zapatero hizo una intervención en la misma línea.
"Tras diez años ya del fin de ETA, podemos afirmar que fue para siempre"
Nada de aquello valió, porque tanto desde el Partido Popular como desde la derecha mediática se cuestionó en todo momento que fuese el punto y final de la banda terrorista. Es más, el propio Zapatero en una entrevista concedida hace unos días al programa "Boulevard" de Radio Euskadi, se vio obligado a decir: "Tras diez años ya del fin de ETA, podemos afirmar que fue para siempre".
Rubalcaba, años después, se lamentaba ante un grupo de periodistas que nadie se acordara de la fecha del fin de ETA y que no fuera un día significativo en el calendario. Además, aquel anuncio tampoco le sirvió electoralmente, ya que un mes después Mariano Rajoy conseguía mayoría absoluta. "El fin de ETA no nos va a dar votos", decía.
Lo único cierto es que Zapatero y Rubalcaba lograron cumplir con su permanente obsesión política, aunque se quedaran con un sabor agridulce. La semana siguiente, en el bar "El Manolo", al lado del Congreso, diputados vascos y navarros brindaban con cava y entre lágrimas gritaban. "Se acabó de verdad. Esto se acabó de verdad. ¡Por fin!".
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