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Radiografía de Falange, el primer partido que la Transición legalizó y que ahora sueña con tumbar la democracia

Los ultraderechistas celebran un mitin en Madrid para conmemorar el 90 aniversario de la fusión con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, mientras inician los preparativos de cara a las elecciones europeas de junio próximo.

Falangistas
Ultraderechistas de Falange realizan el saludo fascista durante una manifestación celebrada el 18 de noviembre de 2023 en Madrid. Carlos Luján / EUROPA PRESS

La camisa azul siempre está lista en el armario de Manuel Andrino. El jefe nacional de La Falange explota al máximo la escenografía de esta vieja formación ultraderechista cuando toca salir a la calle a motivar a los suyos. 90 años después de la fundación de este partido, Andrino (uno de los condenados por el ataque a Blanquerna en 2013) se dedica a lanzar proclamas xenófobas y ultranacionalistas a partes iguales.

Este veterano fan de José Antonio Primo de Rivera comparte hoy estrado con Norberto Pico, líder de Falange Española de las JONS. Lo que ahora parece natural era, hasta hace poco, impensable: las dos ramas falangistas estuvieron enredadas en litigios judiciales por la marca y se vieron abocadas a un enfrentamiento que parecía condenarles a una separación eterna.

Hoy todo es diferente. Andrino y Pico ya no se disputan el exiguo mercado de la extrema derecha ajena a Vox, sino que intentan agrupar en una misma casa a cuanto neofascista, falangista, franquista o xenófobo a secas camina por España. No es una batalla fácil: muchos de esos ultras votan hoy al partido de Santiago Abascal.

"Los únicos que no estamos asimilados al sistema somos nosotros", afirmaba hace pocos días Nacho Larrea, un veterano dirigente falangista que participa habitualmente en las tertulias de La Hora del Café, el programa de La Falange que se emite por diversas plataformas en internet. 

En realidad, en esa pelea por la "no asimilación" figuran también otros partidos ultraderechistas como España 2000, Democracia Nacional, Hacer Nación, Comunión Tradicionalista Carlista o el Movimiento Católico Español.

Los dos últimos son ultracatólicos y se nutren mayoritariamente de simpatizantes en edad de jubilación; los tres primeros aspiran en cambio a conquistar el voto juvenil "antisistema", identificado con las posiciones neofascistas que exhiben grupos de ultraderecha italianos, alemanes o franceses, entre otros.

Ahí está precisamente el terreno donde hoy Falange Española de las JONS y La Falange buscan recoger frutos. Mientras en el Movimiento Católico Español rezan el rosario y cantan el Cara al sol en la tumba de Franco, los falangistas liderados por Andrino y Pico intentan adquirir protagonismo entre los "indignados" con la amnistía que acudieron a las protestas contra el PSOE en la calle Ferraz. De ahí su peligro.

"Tenemos que apoyar todas las reivindicaciones. La del campo es evidente, porque sintetiza lo que es Falange", decía Larrea en los micrófonos de La Hora del Café, en alusión a las manifestaciones de los tractoristas.

De hecho, no hay cosa que alegre más a un falangista que ver a un tractor con la bandera de España (este detalle es prácticamente indispensable) acercándose a un cordón de la Guardia Civil. Para los camisas azules de Andrino y Pico, se trata de una indudable imagen de "resistencia" que, bandera española mediante, se aleja de cualquier iconografía de izquierdas y, por tanto, debe ser amplificada.

"Llevamos 90 años diciendo lo mismo, ¿entiendes? Estamos hasta ahí mismo del régimen del 78, de esta presunta democracia que no lo es", proclamó Andrino en su última intervención en el programa de La Falange. "Hemos llegado a esta situación por este régimen y por esta basura de Constitución", remató. 

Primer partido legal

"Este régimen" ayudó a los falangistas para que continuasen con sus actividades tras la muerte del dictador Francisco Franco. Falange Española de las JONS fue el primer partido político legalizado por la Transición el 4 de octubre de 1976.

"Hay que seguir con la llama viva. Vamos a renovar fuerzas porque después nos esperan unas elecciones", afirmó el pasado martes 27 el falangista Javier Sanz. Aludía así a las europeas que tendrían lugar el 9 de junio y en las que Falange espera presentar listas. 

Los últimos resultados electorales no serán el mejor aliciente que encontrarán los ultras. En las elecciones generales de julio pasado, la formación de extrema derecha no logró superar el 0,08% de los votos en ninguna de las 11 provincias en las que hubo candidaturas con el emblema del yugo y las flechas.

"Los grupúsculos liderados por Norberto Pico y Manuel Andrino han dejado de lado sus antiguos odios ante la extrema debilidad que enfrentan", afirma a Público el abogado Nacho Toledano, quien se identifica con una corriente minoritaria liderada por el Movimiento Falangista de España que reivindica la Tercera República, la "democracia participativa y el sindicalismo revolucionario".  

"Andrino y Pico han ido perdiendo afiliados y votos en picado y progresivamente en los últimos años. La coalición entre esos dos grupos no ha conseguido ni de lejos recuperar el espacio político que el falangismo pudo más o menos conservar hasta inicios  del XXI", señala Toledano.

Fronteras y tradiciones

En ese escenario, Falange Española de las JONS y La Falange intentan obtener protagonismo en base a un discurso en el que se combinan ingredientes tales como el ultranacionalismo, las amenazas a la democracia y un derroche de xenofobia.

Tras la muerte de dos guardias civiles en Barbate, el ultraderechista Manuel Andrino volvió a hacer malabares para combinar ese caso con su habitual discurso de odio hacia las personas migrantes.

"Las pocas patrullas activas de la Guardia Civil las utilizan para llevar y traer inmigrantes para que no se ahoguen en el Estrecho y les alcancen a las lanchas de las ONG, de Cruz Roja o de Salvamento Marítimo, para que luego asalten nuestras fronteras, nuestras tradiciones, nuestra forma de vida y nuestra cultura", afirmó.

 

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