Este artículo se publicó hace 3 años.
Reino UnidoReino Unido supera las 100.000 muertes por covid-19 mientras Boris Johnson sigue improvisando
Gran Bretaña pondrá en cuarentena, incluso con PCR negativo, durante 10 días en hoteles a pasajeros procedentes de países con alta incidencia de coronavirus. Los pasajeros, trasladados y vigilados desde el aeropuerto, pagarán la factura hotelera.
Londres-
Reino Unido –67 millones de habitantes– ha contabilizado este lunes 98.531 muertes por coronavirus ocurridas en los 28 días posteriores al diagnóstico positivo. Por lo tanto, los fallecidos por este contagio superan con creces los 100.000 por el margen de los no contabilizados bajo este criterio de 28 días o los que morían fuera de hospitales hasta que se incluyeron las residencias geriátricas en el cómputo. La cifra de óbitos se ha disparado en esta ola de infecciones colocando a la isla de Gran Bretaña como el país con mayor mortalidad del mundo.
Aunque las cifras son las que son, y la verdadera y exacta nunca se sabrá porque cada país aplica un baremo distinto, el Gobierno de Boris Johnson y los medios británicos son puntillosos a la hora de identificar la "cepa sudafricana", la "cepa brasileña" o "la china", en cambio, hay otra muy contagiosa (70% más que la original) detectada por primera vez en el sur de Inglaterra, según los medios ingleses. La "cepa británica" solo existe más allá del canal de la Mancha. Y para remontarse a pandemias históricas recuerdan la "fiebre española" de hace un siglo que se cobró 50 millones de muertos en un mundo en el que se viajaba menos que en el previo a marzo de 2020. Pero ni el vocabulario vírico ni el brexit, consumado hace un mes, los ha inmunizado.
El primer ministro Boris Johnson ha visitado este lunes un centro de vacunación en Barnet (norte de Londres) y allí ha informado a través de la BBC de que el día 15 de febrero se revisarán las medidas del tercer confinamiento, introducido el 5 de enero. Para mediados del mes que viene "intentaremos relajar algunas de las medidas existentes", ha dicho Boris en otro de los anuncios que suele improvisar desde el inicio de la pandemia. Este relajo anunciado por Boris se contradice con las rigurosas medidas impuestas por su Gobierno que mantiene cerradas las escuelas e institutos de enseñanza secundaria. En Reino Unido solo se autoriza a salir de casa para comprar alimentos, hacer ejercicio físico, ir a trabajar o responder a alguna urgencia; las reuniones se limitan a dos personas no convivientes en exterior y con cierta distancia física. El pasado 18 de enero Boris sustituyó las dos semanas de cuarentena a domicilio a los que llegaban de fuera por la prueba PCR negativa realizada en las 72 horas previas a la entrada al país.
Por si todas estas medidas no fueran suficientes, Johnson y su gabinete deciden el martes el confinamiento de los llegados a la isla, procedentes de países con alta incidencia de covid-19, en hoteles durante diez días, trasladados desde los aeropuertos y vigilados por agentes de seguridad, incluso con la prueba PCR negativa. Este tipo de confinamiento se lleva a cabo en Nueva Zelanda y Australia. Estos pasajeros (británicos o extranjeros) pagarán la factura de unas 1.000 libras (1.200 euros) por la cuarentena obligatoria que podría empezar en un par de semanas. El diario The Guardian informa que "la cuarentena hotelera puede tardar semanas en lugar de días a ser aplicada".
La industria de la aviación ha calificado las nuevas restricciones de "catastróficas". El aeropuerto de Heathrow, el mayor de Londres recibe y/o despide alrededor de 6.000 pasajeros diarios, una cifra pequeña comparada con los 200.000 que pasaban por las terminales a diario hasta marzo de 2020. En otros aeropuertos (Gatwick, Stansted o Luton) el tráfico es todavía menor, en proporción, que en Heathrow.
El programa de vacunación se está llevando a cabo por edad, de mayor a menor, a través de los médicos de cabecera, y por grupos vulnerables. En la primera fase se han vacunado los residentes en geriátricos y sus cuidadores, seguidos de los mayores de 80 años, sectores de sanitarios, mayores de 70 años y personas clínicamente vulnerables. En las ruedas de prensa diarias en Downing Street, el ministro de Sanidad, Matt Hancock, y los encargados médicos enfatizan el avance en el programa de vacunación (6,5 millones de vacunados con la primera dosis) ante las negativas cifras de mortalidad e infección (3,6 millones de infectados en total).
A pesar de que las normas para el lockdown o confinamiento general (uso de mascarillas, distancia, etc.) se anuncian repetidamente en activa y en pasiva, los casos de quienes las ignoran se perpetúan en todos los ámbitos. Algunos vagones del metro a horas punta van a tope. La nieve que cubrió medio país el domingo pasado atrajo a miles de personas a los parques mientras que los organizadores de una boda en el norte de Londres fueron multados con 12.000 euros por congregar a 150 invitados. La prensa popular identifica cada día a conocidos que se saltan el confinamiento, como la modelo Kate Moss que se fue a París a celebrar su 47 cumpleaños.
Boris Johnson fue filmado llegando en bicicleta a Downing Street procedente de Stratford, este de la ciudad, no obstante, este desplazamiento se incluye en la autorización a salir para hacer ejercicio o ir a trabajar. Junto a todas las medidas restrictivas y las desastrosas cifras de muertes, diferentes sectores sociales avisan de las consecuencias de la pandemia en la enseñanza, en la salud mental de adultos y menores, en la forma en la que afecta el virus a ricos y pobres o el efecto en la economía con el aumento del paro y la crisis que se está gestando: un caldo de cultivo que no es tan fácil de medir como el número de fallecidos o de infectados.
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