Sánchez e Illa, un futuro político conectado
Catalunya es ahora mismo el principal bastión electoral del PSOE, pero el president de la Generalitat también depende del Gobierno para poder cumplir los pactos con ERC y que su legislatura fructifique.

Barcelona--Actualizado a
El curso político ha sido frenético en Madrid, como los últimos años. Y la tensión tampoco se ha reducido en un verano marcado por escándalos de corrupción (casos Cerdán y Montoro) y los currículums hinchados de varios líderes políticos. En Catalunya, en cambio, el escenario es bastante más plácido, si bien es cierto que el president de la Generalitat, Salvador Illa, necesita avances significativos en cuestiones como la financiación singular o la vivienda para poder encarar con opciones de éxito la negociación de los presupuestos autonómicos de 2026, que arrancará en septiembre.
Con todo, agosto está siendo un momento de cierta pausa y, como ya sucedió el año pasado, el jefe el Govern y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volverán a compartir unos días juntos de vacaciones en la isla de Lanzarote. Un hecho que constata la estrecha relación personal y política que existe entre ambos, forjada en la época en la que coincidieron en el Consejo de Ministros, con Illa como responsable de la cartera de Sanidad durante la pandemia de la covid-19.
En 2021 Sánchez cedió a Iván Redondo, entonces su jefe de gabinete, a Illa para que le diseñara la campaña para las elecciones al Parlament de febrero, que el PSC ganaría si bien la presidencia del Govern recaería en Pere Aragonès, de ERC. Redondo volvería a asesorar a Illa en los comicios autonómicos de mayo del año pasado, que esta vez sí le abrieron las puertas del Palau de la Generalitat.
Mucho más recientemente, el pasado 20 de junio, Illa y Sánchez mantuvieron una discreta reunión en la Moncloa, de la cual no transcendió el contenido, en plena crisis del PSOE por el estallido del caso Cerdán. El escándalo del exsecretario de Organización de los socialistas provocó la convocatoria en julio de un Comité Federal en el que, entre otros cambios, se nombró a la leridana Montse Mínguez como nueva portavoz del PSOE. Es la primera vez que una dirigente del PSC ocupa este cargo, lo que constata la influencia de Salvador Illa y los socialistas catalanes tanto en el PSOE como en el Gobierno. Se puede afirmar, simple y llanamente, que Illa es ahora mismo el principal barón territorial socialista.
Pero más allá de estos movimientos, que denotan una clara sintonía, los dos tienen claro que su futuro político va de la mano. Por un lado, la situación electoral del PSOE en todas las comunidades autónomas evidencia que Catalunya es, y de largo, el principal activo político que tienen ahora mismo. Y esto encaja en el marco político que Sánchez ha querido dibujar a lo largo de sus siete años de presidencia: la normalización social y política en este territorio.
Así justifica decisiones que han levantado polvareda entre el deep state y los círculos de poder conservadores de Madrid, como los indultos a dirigentes del procés, la reforma del delito de sedición o la ley de amnistía. Es, por lo tanto, una pieza clave para el presidente español, puesto que legitima parte de su proyecto político, más allá de los votos y escaños que le ha dado Catalunya, que han sido claves para mantenerse a La Moncloa. En otras palabras, si el electorado catalán no hubiera respondido como lo ha hecho en favor del PSC y del PSOE en el último ciclo electoral, Sánchez ya haría tiempo que viviría unas vacaciones políticas largas.
La dependencia de Illa
En el mismo punto se sitúa Illa. El president ha vivido un año relativamente plácido, más allá de algunas polémicas como la que estalló alrededor de la antigua DGAIA y que alcanza a gobiernos anteriores. Incluso lo ha respetado la meteorología, puesto que se ha acabado una de las sequías más importantes en Catalunya de las últimas décadas.
Ha sido un año de aterrizaje y de asentamiento de las bases del nuevo gobierno, pero desde que la situación de Sánchez en Madrid se ha vuelto más inestable, en el Palau de la Generalitat han subido los nervios. ¿Por qué? Por una simple razón: si el Gobierno central cae, no se podrá cumplir el acuerdo de investidura con ERC y, por lo tanto, difícilmente se podrá cumplir la legislatura catalana. Más allá que un hipotético futuro ejecutivo estatal de PP y Vox difícilmente beneficiaría a corto plazo las posiciones moderadas del PSC.
Fue el PSC quien pactó con los republicanos, pero es el PSOE quien tiene que materializar a nivel legislativo y ejecutivo algunos de estos acuerdos. Pasa por el cambio de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (Lofca), imprescindible para conseguir un nuevo modelo de financiación y que se tiene que aprobar en el Congreso de los Diputados. Además, mientras Illa ha asumido la reivindicación de ERC de que se cumpla el principio de ordinalidad (es decir, que Catalunya no pierda posiciones en el reparto de recursos entre las autonomías con relación a su aportación a la caja común), no está nada claro que el PSOE lo vea del mismo modo. Sobre todo por la resistencia de la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que será también la candidata socialista en las elecciones andaluzas del año próximo.
Otra cuestión en que Illa brilla gracias a la confrontación que Sánchez ha generado con el PP y Madrid es que ahora el president catalán se erige como la alternativa y el freno del neoliberalismo "descarnado" que practica Isabel Díaz Ayuso, dejando fuera de la ecuación a los partidos que podrían salir vencedores de esta batalla (como ERC y Junts), puesto que desplaza la discusión al ámbito ideológico y no nacional. Así se explican las palabras de Illa en una reciente entrevista en el diario Ara, donde acusaba la Comunidad de Madrid de practicar dumping fiscal.
El peso de los presupuestos
El otro gran nexo entre ambos líderes es la necesidad de aprobar unos presupuestos. Para Sánchez, es cuestión de supervivencia: si no consigue tirar adelante las cuentas del Estado, la legislatura podría darse por acabada. Y para Illa, la aprobación del presupuesto de la Generalitat es la clave para consolidar su liderazgo, dar forma a su proyecto político y continuar proyectando estabilidad institucional. Ahora bien, para conseguirlo, los dos necesitan cumplir con los compromisos adquiridos con sus socios —sobre todo con ERC—, lo cual implica navegar por aguas turbias tanto a nivel técnico como político.
Las vacaciones en Lanzarote no son solo una pausa. Son una imagen potente de la alianza personal y política entre Pedro Sánchez y Salvador Illa. Si uno tambalea, el otro también. Y si quieren mantenerse en pie, necesitan continuar alimentando esta relación de confianza mutua, pero también necesitan resultados. Porque si algo ha quedado claro este último curso, para los socialistas el futuro de España y el de Catalunya van más ligados que nunca.

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