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Santiago Abascal busca monetizar resultados

El líder de Vox es nieto e hijo, respectivamente, de un político franquista y otro de Alianza Popular.

Ilustración de Santiago Abascal.
Ilustración de Santiago Abascal. ENEKO

En la última moción de censura que presentó Vox en el Congreso de los Diputados el pasado mes de marzo, el presidente de esta formación política de ultraderecha pidió a sus señorías que guardaran el decoro que la institución merece. Aprovechó la ocasión para victimizarse, como acostumbra, y reivindicar que su partido es el único y verdadero defensor de España y la españolidad.

En su gesta por devolvernos a un pasado imaginado de certidumbres, orden y prosperidad, los de Vox, con Santiago Abascal al frente, dicen estar solos, aunque es cierto que su electorado ha crecido notablemente desde 2019 y los seguidores de su discurso neofascista y excluyente en nuestro país, como sucede en otros de nuestro entorno, cada vez son más.

Santiago Abascal es nieto e hijo, respectivamente, de un político franquista y otro de Alianza Popular, con lo que su afiliación al Partido Popular con dieciocho años no debió de coger a nadie por sorpresa. Tres años más tarde ocupó su primer cargo público como concejal en el Ayuntamiento de Llodio. Desde 2000 tuvo distintos cargos en el PP y en instituciones vascas, fue diputado en los parlamentos autonómico y nacional y terminó por abandonar el partido a finales de 2013 para fundar Vox.

Santiago Abascal es nieto e hijo, respectivamente, de un político franquista y otro de Alianza Popular

Abascal fue muy crítico con el gobierno de Mariano Rajoy desde el Congreso de València de 2008. Un lustro más tarde causaba baja en el PP, haciéndolo público mediante el envío de una lastimera misiva a Rajoy, a quien acusó de traicionar al electorado y a la militancia con concesiones a los nacionalismos periféricos, de no atajar el grave problema de corrupción interna del partido y de impedir su democratización hasta provocar lo que llamó una situación de "acartonamiento". El descontento de Abascal, más allá de consideraciones ideológicas, tuvo también que ver con el hecho de haber perdido su acta de diputado en el Congreso en 2009 y la de diputado autonómico en 2011 por ajustes de cargos y cuentas dentro de los grupos nacional y autonómico.

El político alavés, no obstante, cubrió estos vacíos laborales con otros trabajos como la presidencia de la Fundación DENAES (acrónimo de defensa de la nación española) y la dirección de la Agencia de Protección de Datos de Madrid, comunidad en la que su presidenta, Esperanza Aguirre, sintonizaba con la crítica hacia Rajoy formulada por el ala dura en la que se ubicaba Abascal. Gracias a ella, que lo acogió y amadrinó de mil amores, Santiago dirigió la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social, en la que cobró más de ochenta mil euros en 2013 a pesar de que la organización no llevó a cabo ningún tipo de actividad.

Entre 2000 y 2013 Santiago Abascal, como miembro del Partido Popular, acumuló siete empleos y nombramientos a dedo

Resumiendo, entre 2000 y 2013 Santiago Abascal, como miembro del Partido Popular, acumuló siete empleos entre cargos representativos y nombramientos a dedo, y percibió unos ingresos superiores a los setecientos mil euros. Teniendo en cuenta lo mucho que Vox insiste en contener el gasto excesivo que comporta la política institucional, en la necesidad de evitar duplicidades, de abaratar los costes de la representación pública y de acabar de manera radical con los "chiringuitos", la trayectoria de su presidente solo puede servir para acreditar que cuando Vox lleva a cabo este tipo de denuncias es porque su líder sabe, de primera mano, de lo que está hablando.

Vox llegó a la política para ocupar el espacio de la derecha más extrema en un momento en el que a sus fundadores les pareció que Rajoy llevaba a cabo concesiones que arrastraban al partido hacia una moderación intolerable. Los réditos electorales de sus mensajes llegaron a partir de 2019.

Para profundizar en la elaboración de su agenda ideológica, de signo nacionalista, ultraderechista y reaccionario, el partido creó en 2020 la Fundación Disenso, que Santiago Abascal también preside y de la que es patrono a título vitalicio, sin que a día de hoy se conozca qué dineros percibe por asumir esta responsabilidad. Esta fundación ha recibido en menos de dos años cerca de cinco millones de euros trasvasados con nula transparencia desde el partido.

Dada la importancia que Vox ha atribuido a las guerras culturales y los buenos resultados que ha obtenido librando este tipo de batallas, es comprensible que se financie de forma generosa su factoría de ideas y sus escuelas de liderazgo político. Cinco millones pagan un monto importante de libros, congresos, propaganda ultra y, por supuesto, dietas y servicios prestados y contratados con empresas de comunicación del entorno de Vox, así como sociedades en las que tiene un papel destacado Kiko Méndez Monasterio quien, aunque carece de cargo en el partido, es considerado mano derecha de Abascal, uno de sus ideólogos y su colaborador más estrecho.

La Fundación Disenso, que Abascal preside, ha recibido años cinco millones de euros trasvasados con nula transparencia

Méndez Monasterio, sin duda, ha influido en la construcción de la imagen pública de Abascal, con la que se ha querido tapar la falta de dotes oratorias y de discurso del alavés y enterrar su pasado de político mediocre en el Partido Popular a base de presentarlo como si fuera un influencer o una celebridad.

La conexión con referencias populares como los Peaky Blinders, el meme y el recurso a códigos de vestimenta que oscilan entre el hombre de acción (Ken rural: cazadora, gorras y tonos verdes) y el hombre de Estado (Ken urbano: trajes clásicos con la chaqueta muy ceñida para expresar fortaleza y camisas de la marca "El Capote") han construido una imagen de Abascal como el macho alfa, la némesis de lo que el Fary llamó el "hombre blandengue"; el padre de familia amoroso y protector que sabe lo que todos sus miembros necesitan.

Pero también hay otras imágenes del político vasco donde se pone en juego un subtexto diferente como aquellas en las que posa en shorts (muy cortos) en entornos de montaña simbolizando un homonacionalismo que a Vox le conviene desde un punto de vista electoral, porque puede que Santiago Abascal no celebre el Orgullo, pero busca pescar votos en todos los calderos y está dispuesto a torear sus contradicciones como el que más.

En Vox son conscientes de que ampliar su representación institucional no es solo una manera de garantizar la traslación de su agenda ultra a políticas concretas, sino también de financiar una empresa que Abascal preside con una opacidad y una verticalidad crecientes.

Por ponerlo en los términos del universo influencer en el que tan bien se manejan Méndez Monasterio y Abascal, Vox busca monetizar sus resultados electorales, así que aspira a conseguir al menos esos cincuenta escaños que le convertirán en miembro de una coalición de gobierno con el Partido Popular del estilo de las que ya se han acordado en los ámbitos municipal y autonómico. Y recuerden: Santiago Abascal tiene una España que defender pero también un chalet de casi un millón de euros que pagar.

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