Sectores del independentismo apuestan por que un retroceso electoral de los partidos reactive la movilización en la calle
Sectores de la ANC o de los CDR se muestran desconfiados con las formaciones soberanistas mayoritarias y confían que un mal resultado en los comicios del 12-M las obligue a rehacer la unidad en vista de un nuevo ciclo político.
Àlex Romaguera
Barcelona-Actualizado a
Hace meses que el independentismo catalán se encuentra inmerso en un estado de letargo del cual no tiene apariencia de salir. Desde la conmemoración del sexto aniversario del referéndum del 1-O, en octubre pasado, no se ha producido ninguna movilización importante, más allá de los actos que diferentes colectivos han organizado en apoyo a algunos de los activistas represaliados.
Desde la Plataforma Antirrepresiva de Barcelona, por ejemplo, se han impulsado acciones en solidaridad con los Comités en Defensa de la República (CDR) encausados en la operación Judas o con los jóvenes Dani Gallardo o Adrián Sas, los dos pendientes de ingresar en prisión, además de charlas en homenaje al rapero Pablo Hasél o el acto de bienvenida que se rindió a Valtònyc cuando volvió a España.
También, desde algunos colectivos, se han mantenido las marchas de antorchas y concentraciones contra la represión. Pero salvo estos casos, a los cuales se ha sumado la decisión de Roger Español (el activista que perdió un ojo tras recibir el impacto de una bala de goma el 1-O) de devolver la Creu de Sant Jordi en protesta por las negociaciones del Govern con el Ejecutivo estatal, parte del independentismo de base no ha encontrado el detonante para recuperar la calle y marcar de nuevo el rumbo de los acontecimientos.
Atrapados en "el autonomismo"
El debate en torno a la Ley de amnistía, y ahora la convocatoria avanzada de elecciones en el Parlament, han capitalizado la política catalana y, de paso, cualquier iniciativa que permitiera a las entidades y a los CDR condicionar otra vez la agenda política. "De cara afuera, todo se ve mal, porque no se ve ninguna posibilidad de iniciar un nuevo ciclo de movilizaciones", comenta Xavi, uno de los coordinadores de los CDR.
Para este activista, el error ha sido depositar la esperanza en los partidos independentistas, de quienes se pensaba que, una vez lograron el 52% de los votos y una mayoría absoluta en el hemiciclo (en las elecciones de 2021), retomarían la confrontación con el Estado. Una opinión compartida por David Fernàndez, exvicepresidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), según el cual "los partidos se han instalado en la burbuja autonomista, y solo hablan de lograr la independencia cuando se acercan elecciones o tienen que hacer grandes discursos; pero, en la práctica, no tienen interés en avanzar hacia este objetivo".
Esta parálisis no solo ha arrastrado a los sectores que hace tiempo se habían organizado en decenas de barrios, pueblos y ciudades; también a Òmnium Cultural, la ANC o la Associació de Municipis per la Independència; espacios a los cuales los CDR responsabilizan de haber ido a remolque de los partidos. "Se ha visto con la discusión sobre la amnistía, donde todo ha quedado subordinado al tacticismo de los partidos y a la política española", critica Xavi.
También Fernàndez cree que "la lista cívica que promovía la ANC pretendía romper con esta dinámica, pero con la actual ley electoral es muy complicado que una propuesta de este estilo tenga presencia en los medios y sea verdaderamente influyente". Fueron las mismas bases de la ANC, sin embargo, las que decidieron tumbar la propuesta en una votación ajustada que ha tensado a la entidad.
El reto del empoderamiento
Pese a la actual situación, David Fernàndez considera que las últimas elecciones han puesto de manifiesto que cada vez más gente se da cuenta del poder que tiene, y que no piensa volver a regalar su voto. "Después de constatar que a los partidos no les incomoda que centenares de miles de personas salgan cada Diada (del 11 de septiembre) a reclamar la independencia, un grueso de la población ha entendido que la única manera para que cambien de postura es dejarlos de votar".
A su vez, el portavoz de los CDR apela a que el movimiento haga autocrítica, "porque si bien podemos reprochar a los partidos la falta de estrategia y los rifirrafes constantes que tienen, no hemos sabido mantener la movilización cuando hacía falta, y esto solo dependía de nosotros". Para él, el referéndum de 2017, la ocupación del aeropuerto o los cortes en la Jonquera (en la frontera administrativa con Francia) de 2019 —en protesta por la sentencia del Supremo— tendrían que servir de aprendizaje, porque "superaron a las entidades y a los mismos partidos, que pensaban convertir el 1 de octubre en una simple movilización".
Por el contrario, David Fernàndez entiende que la movilización es una condición necesaria pero no suficiente. "Sin un plan coordinado con los partidos, difícilmente tendrá recorrido, y para que esto pase, los partidos tienen que comprender que, o bien trabajan por la independencia, o tendrán una afectación electoral que les perjudicará en términos de recursos y capacidad de incidencia política".
El margen de confianza, pues, es muy escaso en uno y otro. Mientras que Xavi cree que quizás la vuelta de Carles Puigdemont a Catalunya o algún episodio especialmente grave cambiaría algo, Fernàndez insiste en la necesidad de construir una alternativa sólida y viable para que los partidos se vean forzados a aplicar el mandato del 1 de octubre, puesto que "la propuesta del referéndum pactado no lleva a ninguna parte". Bien al contrario, según el exvicepresidente de la ANC, "solo la plantean para obtener una dulce derrota".
Por ahora, los dos admiten que "ni el catalán, ni un nuevo sistema de financiación, ni ninguna otra cuestión se han demostrado suficientes para recuperar el pulso de la calle". De ahí que, para superar este callejón sin salida, confían en que una sacudida de los partidos independentistas el 12 de mayo anime al movimiento a reformularse en orden a iniciar un nuevo pulso con el Estado. "Tenemos que recuperar el espíritu del 1 de octubre, donde todos sentimos que éramos un solo pueblo", concluye Xavi.
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