Alquiler por habitaciones, la grieta en la ley de vivienda que duplica los beneficios y expulsa a los vecinos
El Sindicat de Llogateres defiende que la ley aborde esta realidad. En un bloque de L'Hospitalet, antiguas viviendas se están dividiendo en habitaciones que salen al mercado a precios de 500 o 600 euros mensuales.
Barcelona-
A pesar de que la entrada en vigor del nuevo índice de precios del alquiler debía ser un alivio para todas aquellas personas que viven en alguno de los 140 municipios catalanes incluidos en zona tensionada en materia de vivienda, hecha la ley, hecha la trampa. Esta nueva regulación no contempla dos modalidades de alquiler: el de temporada, ya en auge en los últimos años, y el de habitaciones, que puede llegar a duplicar o triplicar el precio de un piso.
El portavoz del Sindicat de Llogateres, Enric Aragonès, ha denunciado a Públic que son "modelos desregulados" y que "cada vez más los especuladores buscan maximizar su negocio con nuevas fórmulas". "El alquiler de habitaciones es una figura muy desregulada y un campo abierto para vulnerar aún más los derechos de las inquilinas". Afirma, por tanto, que "es urgente que se reconozca que el alquiler de habitaciones es alquiler de vivienda y que, por lo tanto, se someta a las mismas condiciones".
Las grietas de la nueva regulación
La nueva regulación, establecida por el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana y publicada en el BOE el pasado 15 de marzo, determina que los nuevos contratos que se firmen o se renueven no podrán subir la mensualidad. En el caso de que el propietario sea un gran tenedor, es decir, que tenga cinco o más pisos en un área tensionada, si el índice señala un importe inferior al que se estaba pagando hasta ahora, será necesario bajar el precio del alquiler.
Asimismo, esta nueva regulación estatal también establece que los pisos que no hayan sido alquilados en los últimos cinco años o que salgan de nuevo al mercado, deberán hacerlo de acuerdo con el precio que marque el índice de la zona.
Este escenario, desfavorable en muchos casos para los grandes propietarios, ha provocado que los arrendadores busquen alternativas para mantener o incrementar sus ingresos. El alquiler por habitaciones, también llamado coliving, no es algo nuevo, pero sí ha tendido al alza en los últimos tiempos. Por poner un ejemplo, según un estudio publicado en agosto de 2023, la media del precio de una habitación en Barcelona se disparó hasta los 631 euros, siendo la más alta del Estado.
"Cuando se acaba un contrato, de repente te pueden decir que no te lo renovarán y que harán otra cosa, ya pasaba antes de la regulación, pero desde el sindicato hemos desarrollado herramientas para tener mucha más fuerza, exigir un contrato nuevo y negociar", explica Aragonès.
La estrategia que están poniendo en marcha se llama "Nos quedamos" y consiste en no marcharse de casa y reclamar una renovación con "el elemento de fuerza de estar ya dentro del piso y tener el apoyo del sindicato". "Es necesario que la gente se plante y reclame sus derechos", sentencia el portavoz.
Expulsados por el 'coliving'
Desafortunadamente, muchas veces la comunicación con la propiedad es escasa y dificultosa, además de la poca información que tienen los inquilinos con respecto al piso donde viven. Todo esto desemboca en la expulsión de los vecinos, que ven cómo, en el momento de renovar el contrato, los propietarios se niegan a negociar y publican un nuevo anuncio donde la vivienda se alquila por habitaciones, en lugar de alquilarse entera.
Esto implica que un piso que podía valer 900 euros ahora pase a alquilarse por 500 o 600 euros la habitación. En algunas ocasiones, incluso, se levantan paredes o se transforman espacios comunes en habitaciones para aumentar la rentabilidad.
Este es el caso de los vecinos de la finca de la calle Occident, 14, en el barrio de Collblanc de L'Hospitalet del Llobregat. Según explica Almudena Pérez, "desde junio del año pasado, todos los pisos que han ido quedando vacíos, porque el inquilino era mayor y ha muerto o bien está en una residencia, los han transformado en alquileres por habitaciones".
Pérez afirma que se dieron cuenta "porque en la entrada de los pisos hay los felpudos de SmartLiving" y porque cada vez veían gente más joven, "sobre todo hombres extranjeros". SmartLiving es una empresa especializada en el alquiler de habitaciones en pisos compartidos y actualmente opera en Madrid, Barcelona y el País Valencià.
De acuerdo con el relato de Almudena, las obras comenzaron en junio en los pisos que ya estaban vacíos, pero a partir de septiembre y noviembre se enviaron burofaxes a los vecinos avisándoles de que el contrato se les acababa y que tenían un período determinado para marcharse.
En el momento en que casi echaron a una de las inquilinas, Laura, la comunidad decidió organizarse y contactar con el Sindicat de Llogateres para plantarse y negociar con las dos hermanas propietarias del edificio y la inmobiliaria, que no daban ningún tipo de explicación.
Almudena aún no ha recibido ninguna notificación, pero sí han expulsado a otra vecina, Sandra. "Ella se fue a finales de diciembre, y al mes siguiente su piso ya era un SmartLiving", comenta a Públic. Actualmente, también han recibido burofaxes Marta, con familia y criaturas, y Tina, una mujer de 84 años que hace más de 30 que vive en el barrio y más de 11 en el mismo inmueble.
Está previsto que las expulsen en mayo y junio, respectivamente. "Las hijas de Tina le están buscando otro piso, pero ella nos decía que pensaba que de aquí se iría a una residencia y que cuando recibió el burofax, lloraba todos los días. Lo estamos viviendo con angustia, miedo e indignación", añade.
Financiarización de la vivienda y gentrificación
Según Almudena, la inmobiliaria que gestiona sus pisos, Finques Gassiot, se "desentiende completamente" de los pisos SmartLiving, porque "son otra empresa". Ella asegura que estaría dispuesta a pagar más si quieren negociar su permanencia, aunque superara el tope de precios.
Asimismo, la comunicación entre vecinos e inquilinos de habitaciones es más bien escasa, sobre todo porque vienen por períodos relativamente cortos, por estudios o por trabajo combinado con estudios y el idioma es una limitación.
La joven alega que los nuevos inquilinos tampoco tienen la "culpa" y que muchos de ellos desconocen la situación, pero que hay "mucho movimiento", como si fueran alquileres falsos por habitaciones y fueran pisos turísticos, "porque entran y salen con maletas cada semana". Uno de los inquilinos de SmartLiving que habló con Almudena le explicaba que esta era su única opción, ya que no se podía permitir pagar un piso para él solo en Barcelona.
Esta es la realidad que viven muchos jóvenes en el área metropolitana de Barcelona, recién graduados o bien con trabajos y salarios precarios. Alba Mármol es una joven egarense que trabaja en el barrio barcelonés de Sant Antoni, pero que vive con sus padres en Terrassa aunque querría independizarse en la capital porque "pierde mucho tiempo con los trayectos" y querría tener "más calidad de vida".
Según relata, con su sueldo de junior tampoco se puede permitir un piso para ella sola y para alquilar una habitación y pagar los gastos "tendría que destinar más de la mitad" de sus ingresos.
Es cierto que las mensualidades no son idénticas en todos los distritos de Barcelona o en los municipios de alrededor, pero sí que la tendencia al alza es más que evidente. El portavoz del Sindicat de Llogateres asegura que "estos casos ya no se ven solo en los barrios más gentrificados de Barcelona, sino que se han expandido".
Según Aragonès, también tiene que ver con "la financiarización de la vivienda y su uso como un bien de inversión". "El alquiler ha subido mucho en todas las comarcas, con más y menos turismo. La vía para hacer más negocio, en este caso a través del alquiler de habitaciones, ya no es una cosa característica de según qué realidades", sentencia. Una problemática grave y multifactorial que necesita soluciones urgentes.
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