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Las Manadas ¿Se disparan las agresiones sexuales en grupo? Lo que esconden las manadas

No existen datos oficiales que permitan conocer el número y características de este tipo de agresores. De lo que no cabe duda es de que cada vez se denuncian más casos. Muchas expertas ponen el foco en la pornografía y la cosificación de la mujer.

Una joven protesta durante una concentración contra la puesta en libertad provisional de los cinco condenados de La Manada. EFE/Kai Försterling/Archivo

marisa kohan

2019 comenzó con una violación en grupo. Cuatro jóvenes con edades comprendidas entre los 19 y los 24 años drogaron, violaron y grabaron a una joven de 19 en un piso de Callosa d’En Sarrià (Alicante) durante la Nochevieja pasada. La llamada de la Policía para que otras posibles víctimas de esta manada denunciaran hechos similares, ha dado como resultado al menos otras tres denuncias similares que se encuentran bajo investigación. No ha sido la única agresión en grupo desde que comenzara el año. En las dos primeras semanas de 2019, se han conocido otras dos agresiones de estas características.

Desde que saltara a los medios de comunicación la violación de una joven por cinco hombres al inicio de los Sanfermines de 2016 (conocida como La Manada), los casos de agresiones sexuales en grupo no han dejado de crecer. O eso parece. Los medios de comunicación han contado un sinfín de agresiones de este tipo en los últimos tres años, aunque no se sabe el número concreto que se producen en nuestro país. De lo que no cabe duda es de que en los últimos años se ha producido un importante incremento de denuncias por agresiones a la libertad sexual.

Así lo corroboran los datos que hace públicos el ministerio de Interior, que desvelan que en España las mujeres denuncian una violación cada cinco horas. Según su informe sobre Balance de Criminalidad, las denuncias por violaciones a lo largo de 2018 (con datos hasta el tercer trimestre del año pasado) se incrementaron en un 23% con respecto al año anterior, que ya habían sido un 10% superiores a las registradas en 2016. Sin embargo, los expertos advierten de las denuncias son apenas la punta del iceberg de las violencias sexuales, puesto que se calcula que entre el 70 y el 80% de estos delitos no llegan nunca a denunciarse.

Por sorprendente que pueda parecer, no hay datos que permitan estimar cuántas de las agresiones sexuales han sido perpetradas por grupos de hombres y cuántas por agresores en solitario, puesto que las estadísticas no registran el número de agresores de este tipo de violencias. La falta de información, afirman expertos, impide conocer en profundidad el alcance de este tipo de agresiones, analizar sus características y poner en marcha medidas preventivas eficaces.

Un reciente estudio editado por el Ministerio del Interior y elaborado en colaboración con varias universidades públicas, arroja algo de luz sobre este tipo de violencias cometidas en grupos. Basado en el análisis de 600 atestados policiales entre 2009 y 2013, el informe describe el perfil y el modus operandi de este tipo de manadas y explica que las agresiones realizadas en grupo presentan algunas características específicas y distintas al resto de violaciones que se cometen por víctimas desconocidas. Así, según este estudio, los agresores sexuales que actúan en grupo suelen ser más jóvenes (entre 25 y 33 años), apenas cuentan con antecedentes policiales, actúan en festivos o en noches de fines de semana, utilizan métodos violentos con mayores índices de penetración que el resto de violencias sexuales, está acompañada de un control violento de la víctima y ocurren principalmente en la vía pública y en zonas residenciales. Fuera de estos datos, poco más se conoce. 

Tal como corrobora Andrea Giménez-Salinas Framis, presidenta de la Fundación para la Investigación Aplicada en Delincuencia y Seguridad y criminóloga que ha participado en la elaboración del informe, "no se puede saber si las agresiones en grupo se han incrementado porque no hay datos, puesto que los publicados por el ministerio del Interior sobre denuncias no vienen desagregados por el número de agresores", afirma a Público

"Tampoco hay datos que permitan comparar cuántas agresiones se denuncian versus las que llegan a juzgarse, debido a la gestión de los datos realizadas tanto por el Ministerio del Interior y el Ministerio de Justicia", afirma esta experta. En su opinión "todavía hay una gran compartimentación entre datos judiciales y policiales". 

Giménez-Salinas apunta que si bien las cifras de denuncias de violencias sexuales en nuestro país son mucho más bajas que las de otros países de nuestro entorno, también lo es el hecho de que "hay una alta cifra negra y muchos de estos delitos de carácter sexual no se denuncian. Por ello es importante prevenir y proteger a las víctimas para que denuncien la situación, solo así los recursos existente pueden ponerse en marcha".

89 violaciones grupales desde 2016

Tal como refleja la web Geo violencia sexual mantenida por la organización Feminicidio.net, desde 2016, año en que estalló el caso de La Manada, en nuestro país se han denunciado cerca de 90 agresiones sexuales en grupo. La iniciativa, que recoge los datos publicados en medios de comunicación, atestigua el interés y la amplitud de este problema. Si en 2016 esta web había registrado un total de 15 agresiones de este tipo y en 2017 unas 15, en 2018 estas cifras se dispararon hasta las 58 agresiones cometidas por más de un agresor. 

"Las cifras son aterradoras", comenta Graciela Atencio, coordinadora de Feminicidio.net. "No hay más que ver los datos para darse cuenta de que las denuncias de este tipo de agresiones han aumentado y hay un factor estacional que estamos investigando, porque la mayoría de los casos ocurren en verano, especialmente en junio", añade. 

Esta especialista tiene claras algunas cosas que arrojan las cifras recogidas en esta web: que existe una clara relación con el contexto, puesto que este tipo de agresiones se producen en entornos festivos, de entretenimiento y de placer; que es una forma de violencia que va en aumento y que existe un efecto contagio e imitación.

Los datos recogidos en esta web afirman que por comunidades, las que registran más casos de este tipo de agresiones con Andalucía (21 casos), la Comunidad Valenciana (16) y Catalunya (13). También desvela que en el 68,5% de las agresiones sexuales fueron perpetradas por grupos de varones desconocidos por las víctimas o que habían conocido ese mismo día (primer contacto)

Atencio resalta que no es posible hacer un análisis serio de este tipo de violencias sin que las investigaciones incorporen una perspectiva de género. Para esta experta, este tipo de agresiones está íntimamente ligadas al cada vez mayor acceso de los jóvenes al porno. 

El porno como escuela

Así lo afirma, también, Mónica Alario Gavilán, filóloga y experta en estudios de género, cuya tesis doctoral financiada por la Formación del Profesorado Universitario analiza la influencia del porno en la construcción de la violencia sexual.

Según esta experta, todos los mensajes de la pornografía están colaborando en la reproducción de la violencia sexual en la sociedad y en especial en la que se produce en grupo". Los mensajes que transmite la "pornografía hegemónica" son muy repetitivos y "reproducen las ideas de la cultura de la violación que acaban normalizando la violencia sexual y en muchos casos, llevando a ella".

La inmensa mayoría de los vídeos pornos comparten una misma línea argumental: una mujer que se niega a mantener relaciones sexuales, pero que cuando los hombres insisten y presionan ella acaba cediendo e incluso disfrutando. "Cuando este mensaje se repita en miles de vídeos, la idea que se está transmitiendo es que cuando ellas no quieren es porque se hacen las difíciles, pero que terminarán por cambiar de opinión. Es decir, el mensaje de que cuando la mujer dice no, en realidad está diciendo que sí ", afirma Alario.

Estos mensajes, unido a que la edad en la que los niños se inician en el porno es cada vez más temprana (esta experta afirma que según los últimos estudios la media de edad se sitúa en los 11 años) y a la falta total de formación en relaciones afectivo-sexual, hacen un cóctel explosivo. "Las agresiones sexuales en grupo que salen a la luz hablan de chavales muy jóvenes, que se han criado con un acceso a la pornografía normalizado y sencillo a golpe de click".

"La masculinidad no es una característica que se posea de forma estable, sino que es algo que se pone en duda constantemente y que por tanto tiene que ser demostrada y reafirmada de forma constante"

Para esta experta la clave de esta ecuación es cómo se construye la masculinidad, basada desde pequeños en que los niños tienen que demostrar que son más listos, más rápidos o más fuertes que las niñas, características muy valoradas en el patriarcado. Pero hay que tener en cuenta, afirma Alario, que "la masculinidad no es una característica que se posea de forma estable, sino que es algo que se pone en duda constantemente y que por tanto tiene que ser demostrada y reafirmada de forma constante". Esta masculinidad, afirma esta experta, debe ser confirmada delante de tu grupo de iguales porque son ellos los que van a validarla. Esta fratría, como la define, es lo que impulsa a estos grupos a grabar sus agresiones y compartirlas entre sus iguales para mostrar su superioridad. 

Las manadas no salen de debajo de las piedras

La necesidad que apuntaba Atencio de realizar un análisis con perspectiva de género implica que no será posible desmontar ni mitigar este tipo de agresiones sin analizar el caldo de cultivo que lo crea y lo sustenta, y sin atacar sus causas.

"Nos llevamos las manos a la cabeza como si las violaciones en manada aparecieran de pronto debajo de una piedra, cuando hay muchísimas cosas que están favoreciendo que se llague a esta situación

Tal como recuerda Alario, "vivimos en una sociedad patriarcal en la que la mujer ya está cosificada, es un objeto, un medio, lo que es clave para entender las violencias sexuales. Los chavales acceden al porno en un mundo que ya les está diciendo que la mujer es un objeto y la violencia sexual es sólo el extremo de un continuo, porque la violencia contra las mujeres comienza con la cosificación". Un ejemplo sutil de este continuo es la publicidad, afirma Alario, que sexualiza a las mujeres, las trata como cuerpos o las convierte en objetos sin identidad. "Nos llevamos las manos a la cabeza como si las violaciones en manada aparecieran de pronto debajo de una piedra, cuando hay muchísimas cosas que están favoreciendo que se llague a esta situación". 

"Este esquema no está desmontado en ningún lado ni existen herramientas que se den a los niños y a las niñas que les permitan desmontar estos mensajes". "Se van a encontrar con la pornografía. No se puede evitar. Pero lo importante es que tengan herramientas para desmontar estos mensajes", concluye Alario.

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