Ver agonizar un toro no genera empatía en los menores: expertos tumban la tesis de Moreno Bonilla
La Junta descartó la proposición de ley que presentó Por Andalucía para prohibir la entrada de niños a las corridas, alegando que esta clase de espectáculos crean conciencia ecológica y respeto por los animales.

Madrid--Actualizado a
La educación tiende a ser un campo de batalla político. Durante la crianza de los más jóvenes se desarrolla la sensibilidad por determinados valores que puede determinar la conciencia que adquieren de adultos. Bajo esta premisa, la coalición Por Andalucía presentó en abril una proposición de ley para impedir la asistencia de los niños a estos espectáculos. No obstante, el Ejecutivo regional, que gobierna el PP de Moreno Bonilla con mayoría absoluta, ha respondido que contribuyen a generar "una conciencia ecológica y de empatía con el entorno animal". No solo las corridas, también "actividades como la caza o pesca". Unas declaraciones que defienden la tortura de estos seres vivos en nombre del acervo cultural.
"Es otra de las obsesiones recurrentes en esta recuperación de los 'valores patrios' del neofascismo: utilizar el sistema educativo para recuperar e impulsar la caza y la tauromaquia en la educación", critica Enrique Javier Díez, doctor en Ciencias de la Educación y catedrático en la Universidad de León (ULE). El experto recuerda también que en Extremadura, el Gobierno de PP y Vox ha impulsado el programa escolar Caza y Naturaleza en colaboración con la Federación Extremeña de Caza. También la Federación Andaluza de Caza, a través de su Escuela de Caza, desarrolla actividades con el alumnado de los colegios. Con todo ello, lamenta que la ultraderecha "no solo demanda educar a las futuras generaciones en su ideario belicista, violento y de exaltación de 'defensa de la patria', sino también impulsar lo que consideran tradiciones nacionales ancestrales".
Caza, pesca y tauromaquia: ¿educación o tortura?
La directora de la Escuela de Caza de la federación andaluza, María Nuevo, defendió precisamente ante este medio que "el enfoque de los talleres es pedagógico" con una función "educativa y divulgativa". Añade que a los estudiantes "no se les enseñan las prácticas de caza" ni tampoco "se habla de muerte ni nada por el estilo". Nuevo subrayó que se trata de una "formación medioambiental" y que "tenemos una demanda bestial", por lo que "algo estaremos haciendo bien". También la federación extremeña afirma que, con su programa, "la caza se convierte en herramienta educativa para enseñar conservación, respeto y sostenibilidad".
Esto no es lo que defienden los expertos consultados por Público: "La caza, la pesca y la tauromaquia no pueden generar una conciencia ecológica y de empatía con el entorno animal porque conllevan implícitamente sufrimiento", señala a este medio Sergio de Carabias, biólogo y profesor especializado en educación ambiental que investiga la relación de la adolescencia con la naturaleza. El científico matiza que sí existen casos de personas que comienzan con estas prácticas y que, con el tiempo, "se han pasado de la escopeta a la cámara de fotos", pero hace hincapié en que el acercamiento por medio de la violencia no es necesario: "Estas personas han visto cómo era totalmente prescindible el disparar balas para disfrutar de la naturaleza y cómo es mucho más beneficioso y aconsejable disparar fotos que colgar la cabeza de un animal como trofeo".
Sergio de Carabias, profesor especializado en educación ambiental: "Es mucho más beneficioso disparar fotos que colgar la cabeza de un animal como trofeo"
"En una corrida de toros o en un acto de caza, vemos al ser humano en el centro y al resto de los seres vivos a nuestro servicio", indica a este medio Luis Gonzalez Reyes, responsable de Educación Ecosocial en la fundación FUHEM, la cual trabaja en proyectos dirigidos a la promoción de la sostenibilidad ambiental en centros escolares. De Carabias añade que estos espectáculos contienen un mínimo contenido didáctico y que, de hecho, pueden llegar a ser "antieducativo".
Las declaraciones del Gobierno de Moreno Bonilla, a favor del fomento de las corridas de toros, la caza y la pesca como método para concienciar a los niños en la protección de los animales y la ecología, han recibido una contundente reacción científica como política. "Exponer a niños a la violencia ritualizada contra animales no forma ciudadanos sensibles, sino sujetos habituados a justificar el sufrimiento ajeno", subraya a este diario Mar González, coportavoz de Verdes Equo. "Esa normalización de la crueldad no es ajena al modelo social que acepta la pobreza estructural, la exclusión migratoria o la destrucción ecológica como costes inevitables. La misma insensibilidad que trivializa la muerte de un animal permite luego tolerar políticas que deshumanizan y precarizan vidas humanas".
En el caso de las corridas de toros, De Carabias coincide en que "normalizan la violencia", sobre todo "en un contexto actual de tantos conflictos bélicos" que muestran imágenes cruentas del dolor ajeno. "Esa es la normalización de primer orden: ver sufrir a otras personas en la televisión mientras comemos". En un grado distinto, el experto en educación ambiental considera que el visionado de esta clase de espectáculos, donde el animal se desangra hasta la muerte, también contribuye al desarrollo de una sociedad anestesiada ante la tortura.
El catedrático de la ULE desaconseja frontalmente la tauromaquia como medio introductorio para adquirir una conciencia empática con los animales. "Lo normal, en cualquier ser humano, es sentir compasión ante el sufrimiento. Los estudios al respecto concluyen que los mensajes verbales que acompañan la retransmisión de una corrida de toros tienen consecuencias significativas en la agresividad, la ansiedad y los niveles de impacto emocional de niños y niñas", advierte.
Cultura y tradición como justificación de la tortura
El Gobierno de Moreno Bonilla también defendía en su respuesta a la proposición de Por Andalucía que las corridas de toros forman parte del "acervo cultural" y que es importante la presencia de niños en las plazas para ayudar a preservarlo. Este medio se ha puesto en contacto con la Junta, pero al cierre de esta información no ha recibido respuesta. Por su parte, Mar González considera relevante "mostrar (a las infancias) que muchas cosas presentadas como 'cultura' o 'tradición', como la tauromaquia, son formas normalizadas de violencia".
Mar González (Verdes Equo): "Muchas cosas presentadas como 'cultura' o 'tradición', como la tauromaquia, son formas normalizadas de violencia"
"El hecho de que algunas administraciones se empeñen en promocionar la 'cultura del toro', declarando estas prácticas patrimonio inmaterial o de interés turístico, no son más que excusas que esconden intereses económicos e ideológicos y nada tienen que ver con el interés general", enfatiza Enrique Díez. El doctor en Ciencias de la Educación lamenta que las derechas "confunden la ideología y prácticas de la oligarquía de la España más retrógrada con la cultura española". Recuerda también que la tauromaquia recibe cada vez menos apoyo popular, de modo que su práctica no refleja ya la sensibilidad que la ciudadanía de hoy en día tiene en relación con los animales.
Una relación simbiótica entre los niños y su entorno
Si bien los expertos desmienten que la tauromaquia y actividades similares sean adecuadas para que las infancias desarrollen la conciencia ambiental y la empatía hacia los animales, abogan por estrategias que consideran más efectivas. "Lo que debería establecerse es el fomento del respeto a los animales, en todos los niveles de la enseñanza, ya que somos una especie ecodependiente", defiende Díez. Así, Sergio de Carabias propone "la construcción de cajas nido, hoteles para insectos o la repoblación con especies vegetales autóctonas". El investigador indica que esta clase de programas educativos permiten a los más jóvenes familiarizarse con el entorno físico "para protegerlo y ponerlo en valor".
En una misma línea se expresa González: "No se trata solo de repetir que hay que 'cuidar la naturaleza', sino de generar experiencias concretas: convivir con animales vivos en contextos no explotadores, participar en huertos, conocer cómo funciona un ecosistema". Luis González Reyes añade que esta manera de relacionarse con el entorno construye un vínculo "simbiótico", de tal manera que el ser humano "se convierte en parte de la trama de la vida en la que da y en la que recibe". Se trataría por tanto, de tender la mano al medio físico y desarrollar un lazo horizontal desde la infancia.

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