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Medio Ambiente La vuelta de osos, lobos, linces y glotones se enfrenta al reto de convivir con humanos

La recuperación de las poblaciones de estas especies de grandes carnívoros en Europa reaviva los conflictos en zonas de coexistencia. Un proyecto de la UE y WWF trabaja para evitar las prácticas que en el pasado acabaron con los depredadores.

Un ejemplar de oso pardo. EFE (archivo)

Hace cuatro años, un amplio estudio publicado en la revista Science constató un éxito conservacionista impensable tan sólo un par de décadas atrás. Las poblaciones de los cuatro grandes carnívoros más relevantes de Europa se estaban recuperando. Lobos, osos pardos, linces boreales y glotones (una especie de oso pequeño que habita en los países nórdicos), estaban volviendo a ocupar vastas zonas del continente de las que habían desaparecido —algunos incluso, hasta rozar la extinción— tras años de intensa persecución y conflicto con los humanos.

A diferencia de las políticas norteamericanas de conservación, donde las especies vulnerables se han mantenido en grandes áreas protegidas y aisladas de la presencia humana, la Unión Europea optó por un modelo de coexistencia. La directiva Habitats, aprobada en 1992, propició la reintroducción de especies en sus zonas originarias, dotó a los países de ayudas para darle viabilidad y sancionó a los incumplidores para hacerlo efectivo. También la estabilidad política, el progresivo abandono de la vida rural y la mayor conciencia medioambiental ayudaron. Y en pocos años, el resultado fue espectacular. Así es como el lobo ha vuelto hoy a países como Italia, Suiza, Alemania, Polonia o Austria, de donde se había extinguido; los linces han regresado por miles a Finlandia y el número de ejemplares de oso pardo se ha multiplicado casi por ocho en Rumanía, por poner sólo algunos ejemplos.

Pero mantener la buena salud de estos depredadores no es un reto sencillo. Su asentamiento en zonas en las que hacía décadas que no habitaban es clave para el equilibrio de los ecosistemas y la biodiversidad, pero ha reavivado los conflictos que en su día les llevaron al abismo. Las resistencias van desde los apicultores y ganaderos del Pirineo francés a los criadores de renos en los países del norte o el miedo a los ataques en los estados centroeuropeos. En España, los ganaderos en extensivo claman contra el lobo en zonas de Ávila o Madrid, que desde hace unos años han vuelto a toparse con este carnívoro, considerado históricamente como una alimaña.

El lobo ha vuelto a Italia, Suiza, Alemania, Polonia o Austria, de donde se había extinguido

“Los problemas tienen muchas veces más que ver con las dinámicas del ser humano que con los animales. Pero es necesario entender cuáles son las realidades de una especie y de los diferentes sectores afectados. Hay muchas experiencias en el mundo que demuestran que se pueden alcanzar equilibrios, pero no hay recetas mágicas”, dice a Público Luis Suarez, responsable de especies de WWF.

La organización ecologista coordina el proyecto Life EuroLargeCarnivores (financiado con 6 millones de euros, más de la mitad procedentes de fondos europeos) que durante los próximos cuatro años trabajará para mejorar la coexistencia con los grandes carnívoros en 16 estados europeos en las regiones de los Alpes, Cárpatos, Escandinavia, península Ibérica y Europa Central, donde se estima que habitan unos 10.000 lobos y 10.000 osos pardos —las especies más problemáticas—, además de 5.000 linces siberianos y 1.000 glotones.

Lobo ibérico adulto en la Sierra de la Culebra (Zamora), fotografiado una fría mañana de invierno por Andoni Canela.

Lobo ibérico adulto en la Sierra de la Culebra (Zamora). Andoni Canela.

La mayoría, como ocurre en la parte del proyecto que se desarrollará en España y Portugal, son zonas donde conviven comunidades que están acostumbradas desde hace décadas a la presencia de los depredadores y otras donde su llegada reciente supone un foco de problemas para vecinos y administraciones.

“Tenemos una doble realidad, en aquellas zonas donde han estado históricamente presentes, el nivel de conflicto es mínimo, pero donde no es así hay mucha inestabilidad, porque justamente en esas zonas las prácticas tradicionales o las forma de gestionar el territorio han cambiado y no tienen en cuenta que hay que defenderse de una especia que ha vuelto. Muchas veces hay que recuperar costumbres que se habían perdido”, dice Suárez, que cita técnicas como el pastoreo con mastines.

Las malas prácticas o la falta de experiencia originan la mayor parte de los problamas

Aunque muchos de los estados tienen planes de control de población y contemplan indemnizaciones por los daños al ganado, la experiencia demuestra que, en la mayoría de los casos, son las malas prácticas o la falta de costumbre las que ocasiones los peores agravios.

Un estudio publicado en Journal of Applied Ecology sobre los conflictos con el oso en diferentes países de Europa muestra cómo, en países como Estonia, con una población de osos pardos cuatro veces mayor que en Noruega, el número de reclamaciones por daños al ganado apenas alcanza las 30, mientras que en el país escandinavo llega a superar las 900.

Algo similar ocurre en Castilla y León con el lobo ibérico, donde los expedientes por daños al ganado abiertos por la Junta son mucho más numerosos en la zona sur del río Duero, con escasa pero reciente presencia del depredador, que en la zona norte, supuestamente saturada de ellos.

Luis Suárez recalca además la importancia que los grandes carnívoros tienen para los ecosistemas y que en muchos casos se desconoce. “Si no existieran, muchas veces una enfermedad como la tuberculosis bovina, que afecta a España, acabaría arrasando. Los depredadores tienden a cazar las presas más débiles o enfermas, generando una selección natural que ayuda a un sistema más sano”, señala.

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