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Nuevo abordaje en el Reino Unido al 'chemsex', la tragedia que gravita sobre el colectivo LGTBI+

En España, el 'boom' del uso de sustancias químicas en el sexo llegó en la década de 2010. Controlling Chemsex, una ONG con sede en Londres y dirigida por un español, lucha contra la mayor tragedia desde el impacto del sida.

Pastillas de droga incautadas durante la operación 'Butterfly' de Policía Nacional en el Complejo Policial de Canillas. 21/06/2023
Pastillas de droga incautadas durante la operación 'Butterfly' de la Policía Nacional, en el complejo policial de Canillas. 21/06/2023. Matias Chiofalo / Europa Press

Antes de conocer el mundillo del chemsex, o el uso de sustancias químicas (chemical en inglés) en el sexo, cuadra hacer un cursillo de vocabulario. Menos mal que entre los fundadores de Controlling Chemsex hay un buen contingente español. "En nuestra organización facilitamos apoyo también en castellano", explica Ignacio Labayen de Inza en una cafetería del Soho, centro de Londres, cerca de Dean Street, donde se ubica la mayor clínica sexual del NHS (National Health Service o el paralelo a la Seguridad Social española). Allí empezó a trabajar este madrileño de 54 años, que sufrió serios problemas debido al chemsex. A día de hoy, todavía se sorprende de estar vivo. El NHS atiende cientos de personas a la semana por problemas relacionados con el chemsex (sobredosis, ataques psicóticos, enfermedades de transmisión sexual, etc.).

Las cifras de usuarios de chemsex brillan por su ausencia. No obstante, aplicaciones como Grindr u otras y grupos de WhatsApp que convocan a encuentros de drogas y sexo campan a sus anchas por las redes. El chemsex reúne dos tabúes en un círculo furtivo que en muchos casos degenera en adicciones o abusos sexuales. "Las drogas que se utilizan para intensificar y facilitar las relaciones sexuales, son de dos tipos: las estimulantes, como la tina (metanfetamina o cristal Meth) y la mefe (mefedrona) que producen euforia y desinhibición; y las depresoras, como el chorri (GHB/GBL), que intensifican la sensibilidad al tacto y al sexo", explica el terapeuta, quien empezó su carrera en Londres en 2008 como especialista profesional en chemsex tratando una docena de personas a la semana; desde entonces, contabiliza miles de casos.

Cuándo surge el 'chemsex'

Algunas de estas drogas nacieron con el siglo XX y se han utilizado con diferentes fines. Con el cambio al siglo XXI se les atribuyó efectos en el sexo en ciudades como Londres, Nueva York y Sídney. En España, el boom del chemsex sobrevino en la década de 2010 y, como en el resto del mundo, afecta mayoritariamente al colectivo LGTBI+. "Pronto se conocieron también sus efectos nocivos: problemas económicos, legales, laborales, de salud sexual y mental, suicidios, sobredosis, vulnerabilidad a robos, asaltos o violaciones, etc.", detalla Ignacio Labayen de Inza, quien comparte objetivos con organizaciones españolas como Apoyo Positivo (Madrid) o Stop Sida (Barcelona). Controlling Chemsex surgió en 2020 para prestar apoyo online a quienes no disponían de ayuda donde vivían. La pandemia provocó un cambio brutal en el chemsex. "Afortunadamente, teníamos toda una infraestructura operativa lista para funcionar online, y nuestros servicios han estado siempre muy solicitados", reconoce el director de Controlling Chemsex.

Inquieto por los daños colaterales que causaba la unión de químicos y sexo, en 2018, Labayen de Inza ofreció información, y consejos, sobre ello a través de varios perfiles en Grindr. El resultado fue inesperado: 13.000 personas contactaron en un año. Lo que le llevó a concluir que había demanda y sed de personas atrapadas en el chemsex en busca de apoyo. Así nació Controlling Chemsex, hoy integrado por 50 profesionales y voluntarios. Entre ellos, el doctor Emilio Arbe, psiquiatra y miembro de la junta directiva, Martin Valero, terapeuta especializado en chemsex, que trabaja desde Barcelona, o David Pena Charlon, terapeuta psicosexual, residente en Santander. Una parte de la urdimbre geográfica de Controlling Chemsex, financiada por aportaciones privadas. "Voy continuamente arañando ayudas económicas aquí y allá y justificando cada libra gastada en qué, cuándo, cómo y por qué; trabajo muchas horas al día", aduce Labayen de Inza. A pesar del cúmulo de trabajo, lanza un mensaje positivo: "Hay vida, y satisfacción, después del chemsex; y ayuda gratuita". Él ya lleva mucho tiempo sin consumir droga alguna. Y recuerda que "caí en lo más hondo del pozo, me vi muerto, en la cárcel o en el psiquiátrico, pero remonté".

Otros problemas del 'chemsex'

"En el chemsex no interviene solo el sexo y la droga; entran también la autoestima, el aislamiento y la soledad, homofobia interiorizada, ansiedad, timidez, deseo de intimidad o de sentirse querido; desde una dimensión psicosexual, el chemsex puede resolver problemas de eyaculación precoz, libido o sexo doloroso. Por eso, el abordaje no puede centrarse únicamente en las sustancias", expone el terapeuta. En una onda distinta, se mueve la viagra y sus derivados, que surgió originariamente para tratar la disfunción eréctil y han derivado en usos varios.

En Londres, según explica Labayen, los encuentros chemsex están al alcance de diez minutos caminando. "Basta conectarte a Grindr u otra aplicación similar, a cualquier hora, y encontrarás un grupo de chemsex con facilidad", apostilla. En España, estas reuniones no sólo se efectúan en Madrid y Barcelona, sino que también se realizan en País Valencià, Andalucía y muchos otros lugares, especialmente los fines de semana. El chemsex llegó para quedarse. No en vano, el éxito de la ya clásica serie Breaking Bad (un profesor y científico con cáncer terminal, fabrica y vende tina para proveer a su familia), puede explicar el impacto de la droga en general.

Donde se escudriña el chemsex, aunque no se aborda en la práctica, es en el campo de la educación sexual, como comprueba la educadora Estela Buenaventura, quien asegura que "los jóvenes quieren estar al tanto de qué es el chemsex porque saben que existe y quieren debatirlo". A Estela, fundadora de Pupitre Rojo, le preocupa el aumento en el último lustro del 116% de agresiones sexuales cometidas por menores en España, según la Fiscalía General del Estado. "Crecen los chicos con problemas de erección a los 16 años porque han aprendido a excitarse viendo pornografía, y eso no es sexo, es violencia o juego de poder, como lo llama la doctora Mónica Alario en su reciente libro", remata Estela arrimando el ascua a su sardina.

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