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Cartel promocional de la serie 'Griselda', protagonizada por Sofía Vergara. Foto: Netflix
Cartel promocional de la serie 'Griselda', protagonizada por Sofía Vergara. Foto: Netflix
Un fotograma de la serie 'Griselda', protagonizada por Sofía Vergara. Foto: Netflix
Un fotograma de la serie 'Griselda', protagonizada por Sofía Vergara. Foto: Netflix

‘Griselda’, una serie adictiva

Sofía Vergara se estrena como actriz dramática con una serie producida por Netflix que ficciona el viaje de Griselda Blanco desde Medellín hasta convertirse en ‘La Madrina’ del imperio de la droga de Miami. Los seis episodios llegan precedidos por la polémica. La brillante interpretación de la actriz colombiana se ve empañada por una denuncia de la familia de la narcotraficante y las críticas al guion por contribuir a la romantización del personaje.

Aurora Muñoz

«Miami es una gran ciudad sureña venida a menos. Antes era todo Sinatra, Cadillac rosas y tetas en la playa. Ahora solo hay licorerías de mierda, judíos viejos en los parques y un montón de matones del sur». El oficial de Policía Billy Jensen ―interpretado por Taylor Handley― define así, a pincelada gruesa y con grandes dosis de racismo clasista, la situación en el estado de Florida durante los años 70 y 80 en el segundo episodio de la miniserie Griselda, que se estrena este 25 de enero en Netflix. Fue lo que los periódicos de la época denominaron la Guerra de los Vaqueros de la Cocaína. Aquella ola criminal salvaje y despiadada tenía entre sus protagonistas a una mujer que logró eliminar a su competencia del mercado hasta convertirse en una de las narcotraficantes más ricas del mundo. Era La madrina.

Sofía Vergara (protagonista y productora ejecutiva de esta serie) sabía que su destino tenía que cruzarse con el de la reina de la cocaína. «Cuando me enteré de que existía Griselda Blanco no comprendía cómo una mujer pudo ser capaz de criar a cuatro hijos y hacer todo esto. Yo sé cómo somos las mujeres colombianas. Somos fuertes, pero queremos protegemos. No podía imaginarme cómo una de nosotras pudo estar a la par de los hombres en un negocio tan brutal. Eso me creó una fascinación. Quería entrar en su vida y entenderla», explicó la actriz en un encuentro con los medios celebrado en el hotel Four Seasons en Madrid. Fue su primera parada del extenso tour internacional que la ha llevado de promoción por Londres, Miami y Bogotá, entre otros enclaves.

Por fin ha llegado el momento de que el público descubra a Vergara más allá de la carismática Gloria Delgado-Pritchett. Sus dotes cómicas la hicieron merecedora de cuatro premios SAG (Sindicato de Actores) y un galardón en los People’s Choice Awards, además de cuatro nominaciones a premios Globo de Oro y otras cuatro a los Emmy. Modern Family, la serie de la cadena ABC, hizo crecer su popularidad hasta ser considerada como «un tesoro nacional en Colombia», tal y como destacó Eric Newman (guionista y productor ejecutivo de Griselda) en la rueda de prensa.

La gran apuesta de Vergara

Las conversaciones entre ambos comenzaron en 2012, cuando aún estaba en emisión la serie sobre Jay Pritchett y su familia. Entonces, la de Barranquilla ya era una de las actrices mejor pagadas del mundo y dos años más tarde entraría en la lista de las 100 mujeres más poderosas del mundo según la revista Forbes, pero ese no era el techo para Vergara… Así que levantó el teléfono. «No es muy común recibir una llamada de un actor que esté tan comprometido. Andy [Andrés Baiz, el director] y yo hemos hecho juntos Narcos durante muchos años y creo que es la primera vez que sucede en nuestra carrera», señaló el showrunner de este proyecto que ha tardado en ver la luz más de diez años.

«Cuando investigamos a los capos del narco, supimos que Griselda tenía una gran conexión con el cartel de Medellín y con Pablo Escobar. Era un personaje demasiado grande como para no tener su propia serie, aunque nos preocupaba no lograr darle su propia personalidad. Todas nuestras dudas se despejaron la primera vez que nos encontramos con Sofía. Sabía que estaba adoptando una postura muy valiente. Hacer algo dramático era un gran salto en su carrera, pero podía hacerlo perfectamente. Hacía que pareciera fácil su papel en Modern Family, pero después de trabajar con ella he pensado muchas veces en que no se le da suficiente reconocimiento a un trabajo tan difícil como es la comedia», rememoró Newman.

Al creador de Narcos le gusta aprovechar las entrevistas para trazar similitudes entre la protagonista y su personaje. «Todos estamos luchando por lograr algo, pero una mujer tiene que esforzarse diez veces más. Al igual que Griselda, Sofía es una madre que llegó a Estados Unidos desde Colombia sin nada y construyó un imperio. Solo por eso, ya era perfecta para el papel», ha relatado en varias ocasiones. Lo que no necesita detallar es que, a diferencia de Vergara, Blanco era algo más que una mujer de negocios.

 

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Un buen guion consigue vender a la criminal como una emprendedora con la que cualquiera podría identificarse, pero lo cierto es que en su ascenso asesinó a cerca de 250 personas e intentó secuestrar a John Kennedy Jr. La leyenda dice que llegó a robar la vajilla de té de la reina Isabel y llevaba un anillo de rubíes que perteneció a Eva Perón. Es difícil corroborar si realmente llegó a tener un pastor alemán llamado Hitler, pero lo que sí es verificable es que decidió bautizar al menor de sus hijos como Michael Corleone, en honor al mafioso de El Padrino, la película basada en la novela del escritor Mario Puzo que Francis Ford Coppola estrenó en 1972.

Con todos esos elementos, resulta seductor dejarse arrastrar por su excentricidad, pero Vergara tampoco estaba dispuesta a glamurizar al personaje. «Desafortunadamente, sé cómo funciona esto. He conocido los nombres de todos los narcotraficantes cuando estaba en auge. Sé lo que ese negocio puede hacerle a una familia, a una persona y a un país», quiso matizar después de recibir críticas sobre cómo la ficción contribuye a la mitificación del narco.

Chris Brancato, otro de los creadores de Narcos ya tomó posiciones en ese aspecto y defendió el valor de contar sus vidas: «Debemos tener libertad para crear historias de malos, no censurarnos por su impacto en la gente». Eso no quita que el equipo de esta nueva producción haya querido especificar que nunca pretendieron encumbrar a Griselda como una heroína de la droga. Al menos 250.000 personas murieron durante los años que duró la guerra de los cárteles en Colombia y entre las víctimas se encuentra el hermano mayor de la propia actriz, Rafael, que fue asesinado en 1996, a los 27 años. Esa fue la razón por la que optó por llevarse a su familia a Estados Unidos.

Aquellos blancos ricos y el sueño americano

«Este se supone que es el país de los sueños. Yo sé que ustedes lo sintieron cuando se bajaron de ese avión. Esa sensación de que todo puede ser de uno. Esa sensación es más fuerte que el amor, que el dinero y que todo», narra su personaje en el segundo de los seis episodios que componen esta serie. Probablemente, algo de eso debió experimentar la intérprete colombiana cuando fue descubierta a los 17 años en la playa y seleccionada para aparecer en bañador en un anuncio de Pepsi. Aquel comercial se convirtió en su plataforma hacia el estrellato y terminó por mudarse a Los Ángeles.

Sus inicios han contribuido a que empatice con su compatriota en aquella etapa en la que escapó con poco más que un kilo de cocaína y varias bocas a las que alimentar. «Quería que la gente se enamorara un poquito de ella y la entendiera, porque siento que comenzó con razones e ilusiones que eran verdaderas. Yo creo que ella de verdad pensaba que no tenía más opciones y quería sobrevivir. No conocía otra cosa. Tampoco digo que todas las que tengamos ese problema nos volvamos unos monstruos, pero si que la vida te vuelve un poquito más dura, más guerrera. A ella se fue la mano en todo, eso hay que aceptarlo», dice bromeando.

Griselda terminó por adquirir una dimensión similar a la de Tony Montana, el narco de ficción de la película de Brian de Palma, El precio del poder (Scarface). Solo hay que acudir a los informes de la DEA (en inglés: Drug Enforcement Administration) para evidenciarlo. «A Griselda le encantaban los asesinatos. Los cadáveres llenaban las calles de Miami como resultado de sus disputas», recoge un documento de 1993 sobre su caso.

En ese sentido es inevitable recordar al protagonista de Los Soprano, aquella mítica serie de HBO creada y producida por David Chase en 1999. Toni es el jefe de una familia de la mafia en New Jersey, un tipo zafio ―interpretado por James Gandolfini― y sin el menor inconveniente en matar. No importa si la víctima es su mejor amigo o su sobrino favorito, la prioridad es mantener el poder y sin embargo, el espectador acaba desarrollando una especie de síndrome de Estocolmo que le empuja a tomar partido por él. Hay una frase definitoria que conecta las dos historias: «No es personal, solo son negocios», le dicen a la protagonista en El Floridita. Las reglas del juego quedan claras desde el principio.

Una serie polémica incluso antes de su estreno 

No pasan ni diez minutos del primer episodio de la serie y Griselda ya tiene sangre en las manos. Cruza corriendo la puerta de su casa, sube tan rápido como puede la escalera con barandal de hierro forjado y ya en el baño hace una mueca de dolor y se agarra el abdomen, pero sabe bien lo que hay que hacer. Revuelve su tocador hasta que encuentra una compresa que presiona contra una herida y la fija a duras penas con tiritas infantiles mientras se traga un puñado de analgésicos. Ese retrato, plagado de detalles, provocó que Michael Corleone (45 años) decidiese denunciar a Netflix y Sofía Vergara por utilizar la imagen de su madre sin autorización previa. 

Al menos eso es lo que ha contado a TMZ. El hijo menor de Griselda Blanco asegura que estuvo en contacto con varias productoras para vender los derechos de la historia de su madre y adaptarla al audiovisual. De hecho, la actriz colombiana no es la primera que interpreta a esta capo del cártel de Medellín. Después de que el personaje apareciese como una de las figuras centrales del documental Cocaine cowboys (2006), Catherine Zeta Jones se puso en su piel en la película Griselda: La reina de la cocaína (2017).

Han pasado muchos años desde ese último estreno, pero según el relato del vástago de Blanco fue en esa ronda de entrevistas previas cuando Netflix mostró interés por el proyecto, pero no llegaron a un acuerdo y, en consecuencia, la plataforma se veía obligada a renunciar a la información que les había proporcionado sobre la biografía de la narcotraficante para integrarla en la producción. Sin embargo, la familia cree reconocer alguna de esas anécdotas privadas en la serie y acusa a la compañía de violar sus derechos, al utilizarlas sin consentimiento ni compensación económica.

No es la primera vez que la plataforma de streaming se encuentra en una situación similar antes de un lanzamiento. A una semana del lanzamiento mundial de El cuerpo en llamas, la serie que ficciona el caso de la Guardia Urbana con Úrsula Corberó y Quim Gutierrez como protagonistas, Rosa Peral presentó una demanda ante el juzgado de primera instancia 54 de Barcelona para solicitar que el estreno se paralizara. La mujer condenada a 25 años de prisión por el asesinato del agente Pedro Rodríguez consideró vulnerado su derecho al honor, pero la Justicia no le dio la razón y tampoco ha visto atendida su reclamación económica en concepto de derechos de autor.

El mejor reclamo para atrapar a la audiencia

Vergara sabe bien que los días previos al lanzamiento son fundamentales para generar expectación y acabar entrando en el top de los contenidos más vistos en Netflix. Quizás por eso, en una jugada tan astuta como las de la ambiciosa Griselda Blanco, convirtió su paso por El Hormiguero en una lluvia de zascas a Pablo Motos, que lleva a sus espaldas una larga trayectoria de entrevistas desafortunadas con sus invitadas. Su visita acabó por convertirse en un fenómeno viral que recorrió el mundo por las rotundas contestaciones de la actriz colombiana dedicó al presentador ante preguntas sobre su aspecto físico o su pronunciación en inglés.

La repercusión probablemente no habría sido tan exponencial sin el efecto Streisand provocado por el borrado de los vídeos en las redes sociales, pero la intérprete ha cerrado filas con Motos después de que el comunicador destapara que todo había sido una estrategia para animar el programa y parte del público lo pusiera en duda. «A mí me dijeron ‘para que sea chistoso métete con él'», confesó la actriz en una entrevista con el periodista Carlos Ochoa del programa mexicano Ventaneando. «Hay muchas cositas que sí eran verdad, pero nada fue con mala intención», remató, dejando al espectador la tarea de averiguar cuáles forman parte del show y qué otros resultaron espontáneamente.

Por si este recurso promocional no fuese suficientemente efectista, la serie está plagada de huevos de pascua, entre los que se encuentra la colaboración especial de los actores Alberto Ammann Ernesto Alterio. Pero si hay un rostro que el fandom quiere ver en pantalla es el de Karol G, que interpreta a Carla, una amiga y confidente de Griselda. «Una siempre piensa que alguien que no es actriz va a llegar y va a estar un poquito perdida o fuera de tono y te hará perder tiempo en las escenas, pero ella se gozó su papel», dijo Vergara en Despierta América (Univisión) sobre el debut como actriz de la cantante.

 

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Sin embargo, la serie se vende sola con la siguiente frase, que aparece en los primeros segundos de metraje: «El único hombre al que temo en este mundo es una mujer y se llama Griselda Blanco». Se le atribuye a Pablo Escobar, que no era más que un joven traficante de marihuana cuando conoció a La Madrina en 1975. Griselda lo arropó en su organización, que llegó a estar formada por más de 1.500 delincuentes y generaba una facturación de más de 80 millones de dólares al mes. En poco tiempo, el que pasaría a la historia como el rey de los narcos demostró ser un aprendiz ambicioso y se convirtió en uno de sus principales socios en el negocio de la cocaína, pero esa ya es otra serie…