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Felicitación navideña de Cristina Pedroche en Instagram
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Todos los vestidos de Cristina Pedroche para las Campanadas
Todos los vestidos de Cristina Pedroche para las Campanadas

Por qué el vestido de Cristina Pedroche siempre da la campanada

En ocasiones, un vestido puede ser más que una prenda. Millones de espectadores esperan a que Cristina Pedroche y Alberto Chicote aparezcan hoy en la Puerta del Sol para que la presentadora vuelva a descubrir qué lleva puesto. Acto seguido, el país volverá a dividirse entre quienes interpretan su elección como un acto de rebeldía y los que la acusan de fomentar un estereotipo femenino convencional. La misma cantinela todos los años. Expertas en moda, historiadoras del feminismo y filósofas descodifican el fenómeno.

Aurora Muñoz

Durante más de dos décadas, la estampa invariable de las Campanadas de Fin de Año estaba ilustrada por un Ramón García ataviado con capa española y Anne Igartiburu, siempre fiel a los diseños rojos del diseñador español Lorenzo Caprile. Aquel tándem ideado por Televisión Española parecía inseparable, casi tan tradicional como atragantarse con las uvas pasados los cuartos. Al menos, hasta que en 2014 llegó Cristina Pedroche al balcón de Sol en Nochevieja. La Sexta la escogió a Frank Blanco y a la presentadora madrileña para tomar las uvas con los espectadores.

Aquella vez optó por un vestido de tul negro con transparencias diseñado por Charo Ruiz Ibiza y su compañero tiró de guion para plantearle un interrogante sobre su vestuario, que podría haber sido seleccionada perfectamente para el spot de Igualdad: «Una pregunta que todo el mundo se está haciendo ahora mismo y yo, también. Te la formulo en inglés: Are you wearing red lingerie right now?«. El juego idiomático permitió que la presentadora pusiera inicialmente una cara de circustancias, que podía leerse como un lost in translation o una reacción natural a la impertinencia de turno. A continuación, la de Vallecas optó por desplegar la parte inferior de su vestido y despejar dudas. El resto, es historia. Este gesto, tan estudiado —no nos engañemos— como previsible en Pedroche, provocó una reacción masiva. Dejar su ropa interior al descubierto parecía haberse convertido en el gesto más transgresor nunca visto en prime time.

Desde entonces, el grupo mediático la trasladó a su cadena principal y no ha dejado de ser la reina inamovible de las Nocheviejas. El año pasado, por fin, logró el ansiado sorpasso. Antena 3 fue la cadena más vista durante la emisión de las Campanadas, con 7,5 millones de espectadores. Su caché estuvo a la altura de las circunstancias y, ‘oh, sorpresa’, volvió a ser motivo de polémica. La presentadora se embolsó 60.000 euros, mientras que su compañero, el chef Alberto Chicote, recibió la mitad (30.000 euros), según una información publicada en The Objective. Pedroche no ha entrado a confirmar ni desmentir la cifra, que doblaría la que se asigna a las presentadoras del resto de cadenas. «No lo hago por ganar o no ganar. Tengo un contrato de cadena y, si las hago o no, gano lo mismo», explicaba en una visita a La Resistencia.

Entre tanto, la competencia ha probado todo tipo de fórmulas. Al año siguiente de que se estrenase el ‘efecto Pedroche’, Telecinco y Cuatro escogieron a los estilistas de Cámbiame para tratar de ir un paso más allá. Marta Torné, Pelayo Díaz, Natalia Ferviú y Cristina Rodríguez aparecieron en la Nochevieja en ropa interior roja justo antes de un corte para publicidad. La provocación, sin embargo, no logró deslumbrar más que la presentadora madrileña y los 20.3000 cristales tallados que componían su traje de corte sirena confeccionado por la firma Pronovias.

TVE, que ha sido el referente clásico, dejó a Ramontxu fuera en la retransmisión de la entrada de año de 2019 e Ibai Llanos supo ver el filón irónico-nostálgico y lo recuperó para dar las Campanadas desde el pasado año en Twitch. Igartiburu, en cambio, siguió al pie del cañón unos años más e incluso podría haber formado parte de una fórmula inédita en la cadena pública.

El año pasado se anunció que compartiría cuartos con Ana Obregón, de forma que habrían sido las primeras en hacer un dúo de mujeres al frente del cierre de año. Sin embargo, la audiencia se quedó con los dientes largos. Obregón tuvo que apearse del proyecto después de dar positivo en covid. La sorpresa de este año es que Igartiburu también se cae del cartel, después de 17 años pasando frío en la Puerta del Sol. Son los 40 minutos de oro de la televisión y la competencia es feroz.

Entre la cosificación y el derecho a llevar lo que te da la gana

Tras nueve años despidiendo el año frente a las cámaras, Cristina Pedroche intenta no perder la capacidad de sorprender y ha desvelado ya que casi cien personas trabajan a contrareloj en el nuevo diseño para estas Campanadas, que volverá a incorporar transparencias. En su última visita a El Hormiguero ha dejado entrever que podría haber apostado por el body painting, pero quizás se trate de un juego de pistas falsas entre la presentadora con la audiencia. El secreto sigue intacto.

Es imposible saber aún si logrará su propósito de desencajar mandíbulas, pero las que se superarán un año más, a buen seguro, serán las críticas en redes sociales. El pasado diciembre, la presentadora se sinceraba así ante los 2,9 millones de seguidores que atesora en Instagram: “Aunque no lo parezca, están siendo días difíciles. (…) Intento mantenerme un poco al margen y no leer nada, pero siempre hay comentarios o gestos que me llegan y que me hacen sentir mal. Mal no, muy mal”, afirmaba. La vallecana pedía unos días de sosiego para recuperar el aliento ante el linchamiento machista. «Es por el cúmulo de cansancio, también de insultos y malas palabras, o de otras cosas, porque la gente me felicita cuando sé que muchos no se alegran de verdad», añadía.

Marian Pérez Bernal, profesora de Filosofía de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), resta importancia al debate que se plantea todos los años y desliga la elección de su outfit del movimiento por la igualdad. «No comprendo que cada 31 de diciembre se abre una polémica en torno al traje que ha llevado Cristina Pedroche y la opinión que pueda tener el feminismo acerca del mismo. Parece que depende de qué ropa se ponga una mujer puede ser más o menos feminista. En España en 2022 eso no tiene ningún sentido», aclara.

Pedroche ha sabido descomprimir y tomarse con humor el ser carne de meme, pero confiesa que cada Nochevieja se queda «totalmente desnuda en cuanto a sentimientos» y ha reivindicado en varias ocasiones su derecho a llevar lo que le apetece. «Mi vestido es superfeminista porque llevándolo defiendo la libertad de la mujer. Me visto como me da la gana», defendía en una entrevista con Luz Sánchez-Mellado en El País. «También te digo que, si el primer año me hubieran dicho que tenía que ponerme un vestido sin sujetador y con las bragas a la vista, nunca lo hubiera hecho. Yo decido», recalcó.

Ante estas declaraciones, la investigadora de la historia del pensamiento feminista en la UPO, ha querido añadir una puntualización: «Vestir como lo hace Cristina Pedroche no es tampoco una acción súper feminista, como ella ha dicho. Ella puede elegir libremente cómo quiere aparecer en la televisión, pero su opción no amplía la libertad de las mujeres, no contribuye al avance de los derechos de las mujeres, ni ayuda a que las mujeres tengamos más poder. Las mujeres que son capaces de salir por las calles de Irán sin velo sí están haciendo un acto revolucionario y feminista a través de su ropa. Cristina Pedroche, no». Bernal sostiene que el feminismo debe luchar por que cada mujer pueda vestir como quiera, pero centra sus desvelos en otra dirección. «Si Cristina Pedroche quiere recibir el año nuevo así que así lo haga. A mí lo que me preocupa es que Mahsa Amini muriera por no llevar bien puesto el hiyab», reflexiona.

Erea Louro, creadora del blog All That She Wants, considera fundamental descargar de responsabilidad a las celebrities de la tendencia a la cosificación pública. «Durante muchos años se ha sexualizado a las mujeres en televisión y de ahí vienen muchas críticas a Cristina Pedroche, pero yo creo que es algo que no puede cargarse sobre sus hombros. Mientras ella sea libre, debería poder ponerse lo que quiera sin que se la juzgue de esa manera», introduce.

La influencer sostiene que todas las referencias e inspiraciones que utiliza junto a Josie, su estilista, son tendencias con un trasfondo mucho más interesante que los centímetros de piel que quedan al descubierto. En los últimos años, de hecho, ha ido introduciendo un concepto cada vez más vinculado al arte. «Ha tenido grandes aciertos, como el look basado en el diseño con el que desfiló Laetitia Casta para Yves Saint Laurent en 1999 y que adaptaron en 2019, o la obra que escogió el año pasado de Manuel Piña, una gran figura de la moda de nuestro país que sigue siendo muy desconocida», observa. Desde su punto de vista, el hate es absolutamente desproporcionado. «Cher llevaba looks de ese estilo a las fiestas en los 70, vemos vestidos así en muchas galas a Beyoncé y no suelen recibir críticas en los mismos términos», asevera.

La moda como instrumento de empoderamiento

El semiólogo ruso Yuri Lotman dijo en una ocasión que la moda es un metrónomo cultural. La forma en la que vestimos nos permite saber cómo funciona la cultura y el momento que vivimos. Esta teoría no hace más que desvelar que el éxito de Pedroche escuece porque la sociedad sigue teniendo un poso machista y cualquier estilismo ‘poco comedido’ levanta la misma polvareda que aquellos míticos tres segundos que protagonizó la cantante Sabrina Salerno en la gala de Nochevieja de 1987. «Cristina Pedroche ha hecho algo muy inteligente, ha creado un evento dentro de otro más grande y lo ha conseguido al capitalizar un momento puntual. Llevó un vestido con transparencias en una televisión de nochevieja muy rancia. Aquel instante fue el equivalente al pecho visible de la cantante italiana. Seguimos siendo muy tontos, la verdad, o muy pacatos», opina Ana Velasco, autora del libro Historia de la moda en España: De la mantilla al bikini, sobre cómo la moda es un reflejo de los cambios políticos y sociales de cada época.

En efecto, ha pasado la friolera de 35 años desde aquella actuación y el cuerpo de la mujer sigue dando titulares. «Sale todo el machismo puro y duro. Me atacan diciéndome: ‘Puta, buscona, vas así y si te pasa algo lo tienes merecido'», se quejaba la presentadora en un especial feminista de El Objetivo. El programa de La Sexta le valió para advertir que la verborrea machista y faltona no cesa, tampoco al finalizar la cita navideña.

La periodista e historiadora de la moda inscribe esta ‘rebelión de las masas’ en una etapa de cambios de formato y una televisión tradicional muy agotada. «Me parece muy poco igualitario, bastante baboso y de cuñado que alguien se delicie viendo a una chica a la que se le puede entrever la ropa interior», plantea. «Al margen de eso, creo que también pensamos que hablar de ropa es superficial, cuando no lo es en absoluto. La moda dice mucho de nosotros, de lo que queremos transmitir voluntariamente y, por tanto, no me parece ni machista, ni frívolo comentar qué se pone alguien. A nivel individual, me parece un éxito para Cristina Pedroche. A nivel colectivo, es un poco deprimente que, en 2022, lo mejor que podamos ver en la tele sea cuánto de desnuda va una mujer», recalca.

Algunas publicaciones han comparado la expectación por el vestuario de Pedroche en las Campanadas con un chiste cansino, en concreto, con el sketch de las empanadillas que Martes y Trece popularizó en los 80. Sin embargo, Marita Alonso, periodista experta en cultura pop, aplica la óptica feminista y, aunque también lo considera un imprescindible de las fiestas, desvincula por completo el acontecimiento de ese humor rancio. «El look de Pedroche en Nochevieja es el nuevo turrón: ya es inconcebible terminar el año sin él. No hay que olvidar que la moda encierra mensajes, y por más que el mix ‘Josie/Pedroche’ no guste a muchos —porque en el fondo, esperan looks clásicos dignos de alfombra roja—, lo cierto es que trabajan cada año para servir de espejo a la situación actual del mundo y para rendir homenaje a la historia de la moda», explica Alonso. «Cada año diferentes voces cuestionan por qué enseña tanta piel, pero considero que Pedroche ha sabido darle un giro a la mirada masculina y retomar el control de su cuerpo, ese que lleva años siendo objeto de debate nacional, como si la silueta de la mujer pudiera ser comentada sin pudor y sin límites como una pincelada que objetiviza», añade. Desde el punto de vista de Alonso, el nuevo sex appeal radica en controlar tu identidad. «Enseñar piel para ella no es una forma de seducir, sino de adueñarse del mensaje y del deseo», asegura.

Carmen Cachero, creadora del blog El Diablo viste de Zara, apoya la tesis y pone en valor la capacidad de la vallecana para transformar la crítica en triunfos. «Cristina Pedroche ha conseguido convertirse en un referente más de las Navidades. Se hablará durante días de su vestido, antes y después de la Campanadas. Conseguirá que todos pasemos en algún momento por su canal para ver cómo se desvela el modelito es cuestión, para poder opinar al respecto. Se escribirán artículos, se publicarán tweets, se hablará de ella en las comidas en familia de año nuevo; en definitiva, se generará conversación. Ella es historia de la moda en la televisión en España: nos quedamos sin la capa de Ramón García y este año sin los vestidos rojos de Caprile para Anne Igartiburu. Si no tuviéramos el vestido de la Pedroche, estoy segura de que la echaríamos de menos”, concluye.