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En manos de Clemente

Los de Pellegrini golean al Athletic, pero tardan 73 minutos en resolver un duelo gris y espeso

LADISLAO MOÑINO

El madridismo demandaba a su equipo que peleara el título hasta el final. Era lo mínimo que podía pedir tras los batacazos del Alcorcón y del Lyon. Al menos, la hinchada se fue a casa con la esperanza mínima de que el Valladolid de Clemente pueda entregarle la Liga.

Fue precisamente el Barça el que sedó al Bernabéu con su arranque tan despótico en Sevilla y el que lo levantó con su despiste. Con 1-1 en el marcador y con el Madrid incapaz de derribar la muralla del Athletic, los goles del Sevilla despertaron a la grada.

De inmediato, marcó Higuaín. El Pipa ha adquirido un par de movimientos muy buenos en la frontal que le reportan goles. Uno es recibir perfilado de costado, hacer un control orientado corto y descerrajar un disparo. Así provocó el penalti que abrió el marcador y mandó, injustamente, a la calle a Amorebieta.

Yeste fue el que le complicó la vida al Madrid durante más de media hora. Había empezado enseñando su zurda exquisita y la ratificó con un golazo tras limpiarse a todo el cogollo defensivo del Madrid: Xabi Alonso, Gago, Ramos y Albiol.

El partido resume la temporada blanca: más goles que fútbol

Al poco de que Higuaín hiciera el 2-1, sentenció Ramos, de lo poco potable que tuvo ayer el Madrid junto a Higuaín. Benzema, ya con el Athletic entregado, cerró el marcador. El partido resume la temporada del Madrid. Más goles que fútbol. Sólo cuando el Athletic se rajó ya sin nada que hacer por la inferioridad numérica y la desventaja, el Madrid pudo lucirse.

En su grisáceo partido cabe la mayor parte de su temporada. Su incapacidad para marcarle la raya al rival desde el primer minuto -al Athletic también le concedió un par de ocasiones de inicio y hasta con diez-, sus atascos porque no abre el campo y su falta de trabajo táctico para elaborar el juego. También apareció el recurso del individualismo de Cristiano cuando no le llegó con los pocos circuitos de balón que tiene.

Polémica expulsión de Amorebieta que dejó a los de Caparros tocados 

'Cristiano no rendiría igual jugando elaborado', dijo Pellegrini en la previa. Ese ha sido su gran error. Eligió lo cómodo como libreto desde el principio: preparar al equipo para la verticalidad y la pegada de Cristiano. Messi también es rápido y vertical y no sólo juega para correr hacia adelante. Para jugar vertical ya está Mourinho. Y parece que estará.

No ha entendido Pellegrini la exigencia del paladar del Bernabéu. Quizá si se hubiera preocupado de que su equipo fuera capaz de elaborar más, ayer no hubiera pasado tantos problemas para romper a un equipo en inferioridad desde el minuto 20 como fue el Athletic. O para haber calmado la furia del Alcorcón y haber desmontado al Lyon. Pellegrini ha traicionado ese compromiso estético que decía tener en el Villarreal. Se ha entregado a la eficacia y no le ha reportado mucho fútbol y, probablemente, títulos tampoco. Puntos y goles muchos, pero eso no basta en el Madrid.

El chileno se ha dado cuenta tarde de que este equipo necesitaba pausa. Kaká sobra con Cristiano e Higuaín y empezó en el banquillo. Como segunda punta no parece tener sitio. No cabe porque tanto Cristiano e Higuaín ya son segundas puntas.

El Madrid necesita fútbol y hoy tiene Guti más que Kaká. El partido también contiene la carrera del 14. Fue capaz de enganchar un caño o de errar un pase de un metro. Su triunfo es que ha prevalecido su calidad por encima de sus errores. El Bernabéu así se lo reconoció en su despedida.

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