Manuel Chaves afrontó ayer en el Congreso una batalla pendiente desde hace dos semanas. La subvención que la Junta de Andalucía concedió a la empresa Matsa, de la que es apoderada la hija del ex presidente andaluz, coleó durante toda la campaña electoral bajo acusaciones de corrupción. Ayer, el actual vicepresidente tercero salió a cortarlas de raíz.

Le esperaban tres diputados del PP, dispuestos a sacarle los colores ondeando las páginas del periódico El Mundo, desde el primer día dedo acusador en la polémica. Como había hecho ya en una rectificación publicada por el periódico, Chaves respondió una a una a las acusaciones.

Pregunta tras pregunta, se esmeró en aclarar cada punto oscuro: rechazó haber participado en la toma de decisiones y negó que su hija hubiera tomado parte en el proceso. 'Ni he vulnerado la ley de incompatibilidades, ni esa empresa ha recibido ningún trato de favor', aseguró.

Los conservadores elevaron el tono de las críticas llegando a comparar la situación con los últimos gobiernos de González: 'Derrotas electorales, paro y corrupción'. Cuando por segunda vez los conservadores pidieron su dimisión, Chaves no quiso dejar las ofensas sin respuesta. 'Ustedes no quieren respuestas, simplemente espacir basura. Lo único que les interesa es meter a los demás en el fango en el que algunos de ustedes están metidos', reaccionó.

Batalla en Andalucía

Mientras, el PP andaluz elevaba una queja al Parlamento autonómico por no poder hacerse con una copia del expediente y cubría de acusaciones de falsificación al consejero de Innovación, Martín Soler. Este invitó a los conservadores a acudir a los tribunales y recordó que el expediente puede ser consultado. Los conservadores aceptaron ambos retos. Presentarán una demanda y el lunes podrán acceder por segunda vez el documento.