Las dificultades financieras abocan a las 17 monjas clarisas del convento de Santa Cruz, en Córdoba, a abandonar el recinto, de 6.000 metros cuadrados y cinco siglos de historia.

La puntilla a su estrecha economía la ha dado la imposibilidad de refinanciar un crédito concedido, precisamente, por la caja de la Iglesia, lo que ha obligado a poner en venta el convento. Concretamente, se trata de una hipoteca de 500.000 euros a pagar en 25 años que las monjas tienen con Cajasur, explicó ayer a Público Clara Moya, abadesa del convento, que está a la espera de la decisión que el Vaticano tome al respecto del posible cierre.

Consultado por este diario, Cajasur declinó hacer comentario alguno, amparándose en el secreto bancario.

Las clarisas intentaron refinanciar la hipoteca en junio, sin éxito, explica Sor Clara, que culpa de la situación a los malos tiempos que corren para la economía. 'Hasta ahora íbamos tirando con nuestra lavandería y los dulces que hacemos, y con la ayuda de particulares y la de Cajasur, pero luego vino la crisis...', lamenta la abadesa del convento, donde residen 17 monjas de España, Kenia, México, India y Colombia. 'Antes hacíamos la lavandería de grandes hoteles y restaurantes, pero ahora todos recortan gastos', dice.

Los cuantiosos costes de mantenimiento de este histórico edificio, que se encuentra en una zona privilegiada de la ciudad en el centro, cerca del río, arrojaron a manos de la banca en 1982 a las monjas clarisas. Tuvieron que pedir préstamos para arreglar partes del edificio. Una obra para construir unos baños encareció el préstamo en 1987.

Mal que bien, las monjas fueron refinanciando la deuda durante años, tirando a veces del ingenio emprendedor. En 2004, por ejemplo, montaron una lavandería para aumentar sus ingresos. Hubo que comprar maquinaria y renovaron la hipoteca con Cajasur, que ahora no pueden pagar.