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La mordedura del Sevilla es mortal

Osasuna lleva el peso del partido, pero no acierta con la portería (0-2)

ALBERTO CABELLO

El Sevilla legisla sus partidos a base de decretazos. Sus delanteros dan un golpe encima de la mesa para así desbaratar cualquiera de los argumentos que presenta la oposición. Este sábado fue Luis Fabiano, hoy Kanouté y mañana será Negredo. Tres goleadores que sacan rentabilidad máxima a los balones que se aproximan al área contraria. Lejos de ser vistoso, el equipo de Jiménez aplica el garrote vil con el rival. No hay piedad. Sus verdugos han comenzado la temporada con el hacha afilada.

Los futbolistas de Osasuna tuvieron más tiempo la posesión de la pelota, aparecieron con más asiduidad por la finca de Palop y hasta fallaron alguna que otra ocasión clara. Nada de eso suma. En el fútbol, los méritos no sirven de nada si la pelota no traspasa la línea de gol.

Los rojillos arrancaron el encuentro a toda mecha. Su juego de toda la vida aplicado a un rival que no ganaba en este campo en los últimos 16 años. Sin un futbolista capaz de templar el ritmo, el Sevilla sufrió al inicio.

Ni Lolo ni Zokora agarraron el timón. La nave zozobró con la tempestad local. La suerte es que ninguno de los marineros locales acertó con la portería. El único que se enteró de qué iba la fiesta fue Perotti. Partiendo de la izquierda, el chavalín argentino rompió el monólogo que empezaba a interpretar Osasuna.

Abrió el campo desde su banda, dibujó la diagonal y marchó de excursión a la derecha siempre con peligro. Con el paso de los minutos disminuyó la presión del centro del campo local. En un sprint corto Adriano desbordó a Calleja para poner la pelota en el área chica, donde esperaba Negredo para celebrar su primer gol con la camiseta blanca.

Osasuna se recompuso en el descanso para aplicar el mismo método del primer tiempo. La diferencia es que en esta ocasión sí que tuvo oportunidades claras de marcar. Fue el momento en el que Camuñas, Masoud y Pandiani tuvieron más foco. El uruguayo mandó la pelota fuera a un par de metros de Palop.

El Sevilla volvía a cometer los mismos errores en este estadio que en la última década y media. Se dejó avasallar por la presión navarra. La defensa reculó hasta su portería, así que el empate osasunista parecía cuestión de tiempo.

Ni mucho menos se cumplió el presagio. Kanouté enganchó un buen disparo desde la frontal del área para acabar con los temblores. Sería el tercer o cuarto balón que el africano tocaba en el partido. No necesita mucho más para marcar. Todo lo contrario que Osasuna, que sufrió en sus carnes lo dañina que puede ser la mordedura de los sevillanos.

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