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Un estudio revela que la compañía ferroviaria belga recibió pagos nazis por la deportación de judíos y gitanos

El informe fue presentado este viernes al Senado por el historiador Nico Wouters, director del Centro de Estudios de la Guerra y la Sociedad (Cegesoma) de Bélgica.

Varios viajeros esperan un tren de la SNCB en la estación de tren de Bruselas-Schuman, a 8 de noviembre de 2022
Varios viajeros esperan un tren de la SNCB en la estación de tren de Bruselas-Schuman, a 8 de noviembre de 2022. John Thys / AFP.

La compañía ferroviaria belga Sociedad Nacional de los Ferrocarriles Belgas (SNCB) recibió pagos nazis por la deportación de judíos, gitanos, combatientes de la resistencia y trabajadores forzados durante la Segunda Guerra Mundial, según un estudio presentado este viernes.

Se trata de la conclusión de una investigación sobre el papel del SNCB en los convoyes ferroviarios de deportación, presentado este viernes al Senado belga por el historiador Nico Wouters, director del Centro de Estudios de la Guerra y la Sociedad (Cegesoma) de Bélgica.

Entre 1942 y 1944, la SNCB organizó 28 convoyes ferroviarios desde el centro de internamiento de Malinas hasta el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.

De los 189.542 trabajadores forzosos belgas, 25.490 eran judíos, 16.081 presos políticos y 353 gitanos

De los 189.542 trabajadores forzosos belgas llevados en esos viajes, 25.490 eran judíos, 16.081 presos políticos y 353 gitanos, y solo el 5% sobrevivió. Estos transportes se facturaron al ocupante y se pagaron en aquella época unos 50,7 millones de francos belgas, según los datos del estudio.

"No hay duda de que estos pagos permitieron, entre otras cosas, reembolsar los trenes de deportación", explicó Wouters al presentar su informe al Senado, según recogen medios belgas.

La mayoría de las deportaciones tuvieron lugar en los llamados trenes especiales Sonderzüge, que circulaban fuera de los horarios habituales y que eran controlados por militares nazis.

El informe indica que no se tomó ninguna decisión formal dentro de la propia SNCB y que, según las fuentes analizadas, prácticamente no hubo protestas del personal contra estas deportaciones.

La participación belga es, según el estudio, el resultado de una sumisión tácita a la presión y el control alemanes

Las instrucciones alemanas estipulaban que para las deportaciones solo se podía utilizar personal belga "absolutamente fiable". Esta participación es, según el estudio, el resultado de una sumisión tácita a la presión y el control alemanes.

Según Wouters, la decisión del consejo de administración en junio de 1940, un mes después de la invasión alemana, de relanzar la SNCB y colaborar con las fuerzas de ocupación era una decisión considerada inevitable para garantizar el abastecimiento de Bélgica.

Esto es un reflejo de la doctrina del mal menor, entonces aplicada en Bélgica, conocida también como la doctrina Galopin. El propio consejo de administración admitió que a la empresa ferroviaria le resultaba "fácticamente imposible negarse".

El informe también señala que los ferrocarriles belgas realizaron transporte militar para las fuerzas de ocupación y, a partir de ese momento, se produjo entonces un proceso de incremento y estandarización de la práctica.

Por ejemplo, los equipos alemanes fueron reparados en talleres belgas en junio de 1941, después de las primeras derrotas alemanas a manos de la Unión Soviética.

El informe también señala que los ferrocarriles belgas realizaron transporte militar para las fuerzas de ocupación

Según el informe, la compañía ferroviaria consideró estos "servicios prestados" a las fuerzas de ocupación como un precio necesario para mantener el transporte y el suministro de alimentos en Bélgica. "Para la SNCB, los trenes de deportación representaban sólo una pequeña parte de estos servicios", explicó Wouters.

"Cuando los trenes de deportación se introdujeron en 1941 y se intensificaron en 1942, no fueron vistos como algo nuevo: eran simplemente una continuación de lo que se había aceptado durante mucho tiempo", añadió el historiador.

En su informe, el investigador no hizo comentarios sobre un punto de vista político, jurídico o incluso moral, tampoco sobre la cuestión de la indemnización para las familias de las víctimas. El ministro de Movilidad, Georges Gilkinet, propuso crear un "consejo de sabios" para considerar los próximos pasos.

"Recordar nuestra historia es la mejor manera de entenderla, para evitar que revivamos sus páginas más oscuras. Esto es aún más cierto en un momento en que el antisemitismo, el racismo abierto y el odio están aumentando nuevamente", afirmó.

Este estudio responde a cuestiones que se plantearon en 2007 tras la publicación de un informe de 1.100 páginas dedicado a la 'Bélgica dócil'. Pero, ya entonces, se planteó que era necesario profundizar más para comprender en qué medida la compañía ferroviaria, y más ampliamente las autoridades belgas, habían participado en el transporte de judíos a los campos de exterminio nazis.

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