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Futuro Cs Cs tras Rivera: sin debates internos tras la debacle y con una gestora continuista 

Ha pasado un mes desde el peor día que se recuerda en la sede de Alcalá. El 10N, el partido vio como los mismos votantes que les habían aupado a la tercera posición hacía 6 meses, les castigaban situándolos en sexta plaza, con 10 escaños.

La portavoz de Ciudadanos en el Congreso y candidata a liderar el partido, Inés Arrimadas. EFE

marta monforte 

Ya ha pasado un mes desde el peor día que se recuerda en la sede de Ciudadanos. En la noche electoral del 10 de noviembre, el partido 'naranja' vio como los mismos votantes que les habían aupado a la tercera posición hacía apenas 6 meses -con 57 escaños, a solo 9 del Partido Popular-, les castigaban situándolos en sexta plaza, por detrás de los independentistas de Esquerra Republicana, con 10 escaños. "Fue un shock, nos imaginábamos que íbamos a bajar, pero no tanto", detallan fuentes de la dirección a este diario. "Aquello fue dramático, tanto esa noche como el día siguiente. Hubo llantos y discursos de despedida emotivos, pero Albert no estaba para hacer análisis. Ni él ni nadie", justifican.

Ciudadanos fue el gran derrotado aquel día. El que fuera presidente del partido durante 13 años, Albert Rivera, anunció su dimisión públicamente tras comunicarlo antes la Ejecutiva: "Dejo la política, dejo la vida pública, en coherencia con lo que soy. He disfrutado y he aprendido muchísimo", dijo, arropado por sus compañeros. Tras su emotiva despedida, en la que no admitió preguntas, en la sede reinó la confusión y el caos. Nadie sabía muy bien quién se quedaba al mando. Primero se le trasladó a la prensa que sería su número dos, José Manuel Villegas, como secretario general. Después, se informó de que la Ejecutiva nacional se disolvía automáticamente y que los cargos de la dirección desaparecían. Y, finalmente, se mantuvo la Ejecutiva permanente hasta el nombramiento de la gestora, de corte continuista.

Diez de los 16 miembros del órgano de dirección provisional hasta la celebración del congreso extraordinario del mes de marzo forman parte del equipo de Rivera. En la secretaría general sigue al mando José Manuel Villegas y en la de organización, Fran Hervías. Ambos anunciaron su dimisión, que desde el partido se asumió como una asunción de responsabilidades, pero se quedarán, como mínimo, hasta la asamblea. El presidente de la gestora, Manuel Bofill, esgrimió que no estaba legitimado para realizar cambios de calado y voces críticas como la del vicepresidente de Castilla y León, Paco Igea, o el exdiputado Nacho Prendres, se lamentaron -y sus intervenciones, a pesar de ser a puerta cerrada, fueron recogidas por los medios- de la falta de auotocrítica y democracia interna.

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera (c), y el secretario general, José Manuel Villegas (2-d), durante la valoración de las elecciones del 10-N. EFE/Mariscal

"Un partido que no da explicaciones a sus afiliados ni hace un análisis de los resultados ni asume responsabilidades pierde el favor de los votantes y de los afiliados. Albert asumió su responsabilidad, y todos los que estábamos con él en el Comité Ejecutivo deberíamos irnos también. Debemos todos asumir responsabilidades. El nombramiento de esta Gestora es un mal mensaje para los afiliados y para la sociedad española", aseguró Prendes. "Hoy he vivido algo bochornoso en este Consejo General. Ha habido primero una votación y luego el turno de intervenciones. Es asombroso. Esto no es democrático. España esperaba que Cs desalojara a los nacionalistas de condicionar las decisiones y no hemos sido capaces. Hemos defraudado a los españoles, y lo que es peor, 20 días después de las elecciones no hemos hecho un análisis de lo que ha pasado", apostilló Igea.

Se prevé que sea Inés Arrimadas quien tome el testigo de Rivera. La exjefa de filas en el Parlament y actual portavoz de la formación en el Congreso cuenta con el apoyo mayoritario de los dirigentes que quedan en Cs, tanto de los más cercanos a Rivera como del sector crítico. "Solo Inés puede remontar esto", señalaban cargos del partido durante estas semanas. "Somos más necesarios que nunca, con Inés al frente tengo claro que el partido saldrá de esta", apostillan otros. "Esta crisis era necesaria" llegaban a asegurar algunas voces. "Nos ha pasado un tsunami por encima, pero a veces a los partidos nos viene bien un golpe así".

No hay un diagnóstico claro sobre la debacle

En la formación son francos y tachan de "debacle absoluta" el resultado de las urnas, pero no lo atribuyen a un único motivo. Es más -sostienen desde la gestora- "ojalá hubiera sido solo por una razón". En el partido no ha habido una autocrítica más allá de las dimisiones de Rivera y su núcleo cercano que se haya trasladado a los medios públicamente, aunque sí en privado: "Nosotros revivimos al PP con los pactos a nivel autonómico y local, les dimos todo el poder que Casado necesitaba tras perder 71 diputados", señalan fuentes con peso territorial, que creen que eso fue "un error". Un diagnóstico que, sin embargo, no es ampliamente compartido.

Lo máximo que se ha llegado a admitir, en boca de Inés Arrimadas, es que el partido "no supo explicar su solución" para desbloquear la investidura. Tras meses negándose a facilitar la investidura de Pedro Sánchez —y haciendo del 'no' es 'no su bandera en campaña, empleando, incluso, expresiones como "la banda" para referirse al PSOE y sus socios de la moción de censura— Rivera se abrió a pactar con los socialistas a 6 días de la repetición electoral a cambio de tres condiciones, que el presidente del Gobierno en funciones desdeñó al decir que "ya se cumplían".

"No hay una respuesta correcta. Es un cúmulo de cosas", esgrimen. Sin embargo, estas valoraciones no llegan al gran público

Los 'naranjas' no se atreven a aventurar si les hizo más daño el hecho de no pactar con Sánchez cuando ambas formaciones tenían 180 diputados, blanquear a Vox con los pactos autonómicos y municipales, romper sus principios de la regeneración para decantarse únicamente hacia el PP en territorios en los que lleva décadas gobernando, o levantar el cordón sanitario al socialista, siendo percibido como un partido "poco de fiar": "No hay una respuesta correcta. Es un cúmulo de cosas", esgrimen. Sin embargo, estas valoraciones no llegan al gran público.

En el argumentario que el partido envía a cargos y afiliados, les indica lo que hay que repetir si les preguntan: '¿Entonces no fue un error no pactar con Sánchez? Lo ha dicho Arrimadas'. "Arrimadas no ha dicho eso. Lo que ha dicho es que toda España vio que Sánchez nunca quiso pactar con nadie que no fueran sus socios habituales: nacionalistas y populistas. Y nosotros ya lo hemos dicho muchas veces: no fuimos capaces de trasladar nuestra propuesta de desbloqueo, porque fue la única que se puso encima de la mesa".

Revertir la derechización de Cs

Desde la gestora señalan que una de sus prioridades en este nuevo ciclo será volver a sus "esencias centristas" revertiendo la derechización del partido, que se intensificó cuando la Ejecutiva decidió vetar al PSOE de los pactos de Gobierno, estableciendo al PP de Pablo Casado como su "socio prioritario". La decisión de decantarse hacia los conservadores también les forzó a trazar alianzas con la ultraderecha, cuyos votos fueron necesarios para constituir los gobiernos de Madrid, Murcia y Andalucía, además de algunos Ayuntamientos como la capital.

Durante este último año —desde la irrupción el partido ultra en Andalucía hasta las pasadas elecciones— Ciudadanos no ha confrontado directamente con los de Santiago Abascal, conscientes de que les debían sus cuotas de poder. De hecho, Rivera evitaba calificar al partido como ultraderecha y en las pocas alusiones a Vox les llamaba populistas o conservadores: "Yo no soy un analista político", repetía machaconamente el exdirigente al ser preguntado por la formación.

Desde Cs aseguran que las diferencias con los ultraderechistas se harán tangibles en el día a día del Congreso: "En Europa, cuando surge un movimiento totalitario, lo primero es eliminar a los liberales. Somos los que más incomodamos a Vox", defienden. A juicio de los 'naranjas', al defender "por igual" la unidad de España y las libertades individuales, lo que "limita la discusión" al campo ideológico. Sin embargo, la gestora no se plantea romper los pactos con Vox y tampoco con el PP. Alegan que "es importante" cumplir con los acuerdos firmados, aunque ello suponga depender de la extrema derecha para sacar adelante los presupuestos en las comunidades y ciudades donde gobiernan

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