Este artículo se publicó hace 15 años.
Fraga y Carrillo escenifican su antagonismo
Acuden por separado a la presentación del documental "Últimos testigos" que ambos protagonizan
"Últimos testigos" rescata para el cine cuarenta años de la historia de España vistos desde quien asegura que la "emoción" la tiene superada desde hace tiempo, Manuel Fraga, y desde quien afirma no haber dejado de apasionarse como cuando tenía 19 años, Santiago Carrillo.
Protagonistas ambos del doble documental "Últimos testigos", presentado hoy en Madrid y dividido en "Fraga Iribarne" y "Carrillo, comunista", dos extremos de la España de la dictadura franquista -uno desde una cartera ministerial y el otro desde el exilio- y dos versiones de la posterior Transición.
Un antagonismo que Carrillo y Fraga han escenificado en la inauguración de sus testimonios, ya que ambos han comparecido en rueda de prensa por separado y con diez minutos de diferencia para presentar la cinta, que se estrena el próximo viernes.
"Hemos tenido relaciones cuando había que tenerlas", ha dicho Fraga sobre Carrillo, de quien únicamente destaca que el día que el Rey firmó la Constitución, el histórico comunista y otros dirigentes del PCE "aplaudieron cariñosamente".
"A Fraga, el único consejo que puedo darle es que fume y que deje de ser de derechas"Carrillo piensa ahora de Fraga "lo mismo" que siempre, aunque valora que durante la Transición "trajera al ámbito constitucional" a un sector que era "muy reticente a ello".
"A Fraga, el único consejo que puedo darle es que fume y que deje de ser de derechas", receta con la que quizá el senador "popular" envejezca mejor.
Y es que durante la pasada XII edición del Festival de Málaga, en la que se exhibió la película, Carrillo se refirió a Fraga como una persona que ha envejecido "peor" y que se encuentra en condiciones difíciles.
La afinidad entre ambos, bromea, no existe, y los dos han estado "peleados toda la vida", aunque siempre han hecho el esfuerzo de "comportarse".
"Fraga Iribarne"El documental "Fraga Iribarne", dirigido por José Luis López-Linares, repasa la figura de quien durante 40 años ha ocupado cargos de responsabilidad política y fue uno de los padres de la Constitución.
El protagonista destaca la "objetividad" de la cinta al recordar episodios como el de Palomares o la nueva Ley de Prensa en su etapa como ministro de Información y Turismo, o sus posteriores destinos en la embajada de Londres y en el Ministerio de Gobernación.
Apoyado con testimonios de políticos como Ramón Tamames o el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, Fraga aparece en la película como el eterno presidenciable al que no se le ofreció más que una vicepresidencia del Gobierno tras la muerte de Franco.La sensación de que no se había hecho justicia con él le llevó a renunciar a ser el segundo del elegido por el Rey, Adolfo Suárez, aunque "por respeto" al monarca y al ex jefe del Ejecutivo, Fraga prefiere no hablar del nombramiento del líder de la UCD.
Sin embargo, se siente "bastante conforme" con su pasado y ha visto el documental con "criterio cinematográfico" porque "la palabra emoción" la tiene superada desde hace "bastante tiempo".
"Carrillo Comunista"No opina lo mismo Carrillo, quien no ha dejado atrás la emoción ni ha parado de apasionarse desde que tenía 19 años.
Ni la guerra, ni el fracaso, ni tan siquiera el exilio, concluye Carrillo, le impidieron ser español "ni un solo minuto"La ruptura con su padre, al que llegó a acusar de traidor a la causa comunista, y su reconocimiento de haber fracasado al frente del PCE, son los dos episodios que más le han emocionado al ofrecer su testimonio, "Carrillo, comunista", dirigido por Manuel Martín Cuenca.
A sus 94 años y sin despegarse de su cigarrillo, subraya que él no es el responsable de los "crímenes" de Paracuellos, sucedidos el 7 y 8 de noviembre de 1936 cuando era delegado de Orden Público y miembro de la Junta de Defensa de Madrid. Durante la Guerra Civil las "atrocidades" eran inevitables, pero insiste en que él no autorizó los fusilamientos, sino tan sólo la evacuación de los presos.
Pero ni la guerra, ni el fracaso, ni tan siquiera el exilio, concluye, le impidieron ser español "ni un solo minuto"
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