Este artículo se publicó hace 16 años.
González se estrella contra Federer, su bestia negra
Fernando González tocó su techo en Roland Garros, los cuartos de final, pero no pudo superarlo porque se estrelló contra su bestia negra, el suizo Roger Federer, al que puso contra las cuerdas al principio del partido pero contra quien terminó por sucumbir en cuatro sets.
El chileno, favorito número 24, se marchó de París por la puerta grande pero decepcionado por no haber podido aprovechar las opciones que le dio el número uno del mundo, que todavía no ha afinado su juego en este torneo pese a que ya está entre los cuatro mejores.
"Normalmente soy yo quien tiene que buscar las opciones contra Federer. Hoy fue él quien me las regaló, fue un partido raro. Es la primera vez que Roger me da oportunidades, es la primera vez que estoy arriba en el marcador contra él", dijo el santiagués tras caer por 2-6, 6-2, 6-3, 6-4.
Durante un set, González dio la sensación de poder repetir su hazaña de Shangai, cuando derrotó al suizo en la Copa Masters. Aquella fue la primera victoria del chileno en once sets, la que rompía una racha negra que hoy volvió a escribir una página desgraciada para "Feña".
La derecha del santiagués abrió vías de agua en el tenis del suizo, apático hasta ese momento, que dejó entrever que podía marcharse antes de lo esperado de París. Federer cedió su servicio de entrada y lo volvió a ceder dos veces más, por lo que se le marchó la primera manga, la segunda que perdía el suizo en lo que va de Roland Garros.
Era el regalo inesperado del que habló González. Pero faltaba mucho partido y el reloj suizo todavía no había dado la última campanada.
Federer comenzó a ponerse en hora, varió su juego, buscó el revés del chileno una y otra vez, subió a la red en busca de variaciones que cambiaran el signo del partido y acabó por encontrar su objetivo.
El tenis de González fue trabándose, trasladado allí donde el suizo se siente más cómodo. Federer se reencontró con su servicio y no lo volvió a ceder en todo el partido.
El chileno dejó escapar un par de ellos en el segundo set y uno más en cada una de las mangas que restaban. Suficiente ventaja para el número uno del mundo, que se aferró a ella para llevarse el partido en dos horas de juego, a media hora por set, casi medidas con precisión de relojero de Basilea.
La fatiga se unió a la desesperanza mientras los puntos iban cayendo del lado del suizo, que no cambió el gesto.
Se consumó el drama sudamericano, que se queda sin semifinalista por segundo año consecutivo.
El que mantiene una regularidad intratable, de relojero, es Federer, que por cuarto año consecutivo alcanza las semifinales de Roland Garros y que aparece entre los cuatro mejores de cada Grand Slam desde hace 16.
Su constancia es sorprendente, olvidado por las lesiones, ajeno a la fatiga y asentado en un tenis siempre de alto nivel.
Para alcanzar su tercera final consecutiva deberá ahora medirse al francés Gael Monfils, la sorpresa del torneo, el único semifinalista que no tiene cartel de cabeza de serie pero que ha asentado su tenis y que cuenta con el favor de un público que no veía a un galo a estas alturas del torneo desde Sébastien Grosjean en 2001.
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