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Pescanova encara un mes clave ante la amenaza de liquidación

Andrés González / REUTERS

La crisis abierta hace un año en la alimentaria Pescanova encara un periodo clave de cuatro semanas en el que acreedores, accionistas e inversores interesados en la sociedad deben ponerse de acuerdo y encontrar una solución conjunta para una compañía de referencia en el sector productivo español.

El castillo de Pescanova, otrora referencia por su modelo único e integrado de captura, tratamiento y transporte de pescado, se desmoronó a primeros de 2013 cuando se destapó una crisis que se ha llevado por delante a su antiguo equipo gestor y ha aflorado una deuda de 3.600 millones de euros que triplica la que figuraba en los registros del regulador.

En concurso de acreedores y suspendida de cotización desde hace casi un año, Pescanova tiene hasta el próximo 3 de marzo para llegar a un acuerdo con el 50,1 por ciento de los acreedores sobre el proyecto a futuro de la compañía que, según su presidente, Juan Manuel Urgoiti, pasa por una quita mínima del 70% de la deuda. 'Pescanova es la mejor compañía del mundo con el mayor agujero del mundo', afirma Urgoiti, que defiende la gestión llevada a cabo por la sociedad durante el caótico 2013, que pese a las dificultades ha permitido casi mantener la facturación lograda en 2012 y obtener un Ebitda positivo de 30 millones de euros.

En la alimentaria gallega se conjuran una terna de intereses: los del grupo representado por Damm y Luxempart, accionistas de la sociedad interesados en reflotar la compañía para recuperar las fuertes pérdidas acumuladas; otro consorcio formado por los fondos especialistas en empresas en crisis Centerbridge y Blue Crest y el consorcio de bancos, que busca recuperar el máximo después de verse obligados a realizar provisiones millonarias. Los movimientos de unos y otros están siendo vigilados de cerca por el Gobierno, que no quiere que una de las compañías bandera acabe en un proceso de liquidación que merme el ya exiguo perfil industrial de la economía española.

'Tres grandes firmas, Deloitte, PwC y Lazard han dicho que la compañía es viable. El de Pescanova no es un problema industrial, sino financiero y es una empresa que no debe ser liquidada', afirma Urgoiti, que reconoce tener conversaciones habituales con el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, y otros miembros del Ejecutivo sobre el asunto.

Juan Manuel Urgoiti, presidente de Pescanova. EFE

El principal escollo para las negociaciones es la quita a aplicar en la deuda y la inyección de capital necesaria para mantener en funcionamiento una compañía con unas elevadas necesidades de capital circulante. Desde los bancos con mayor exposición al pasivo de Pescanova, un grupo de ocho entidades formado por Sabadell , NCG, Bankia, CaixaBank, Popular , Santander, Espirito Santo y BBVA, asesorados por Freshfields y KPMG, se está preparando una oferta propia con una quita del 60 por ciento y una inyección de 250 millones de euros y la búsqueda de un inversor que aporte el know how industrial.

La oferta de Damm, asesorado por Citi y Garrigues, elegida por la compañía para liderar el proceso de rescate , pasa por una quita de entre el 75% y el 80%, una inyección de 250 millones de euros y entregar a la banca acreedora un 10% del capital de la empresa para hacerla así partícipe de la esperada recuperación del valor. Centerbridge, por su parte, propone inyectar 300 millones de euros en la compañía y aplicar una quita de entre el 70% y el 80% a la banca acreedora. 'La banca no quiere aceptar una quita muy alta con Pescanova, porque eso sentaría un precedente para la oleada de reestructuraciones de deuda de empresas industriales que se avecina, una vez superada la crisis inmobiliaria', indica Urgoiti, más cercano a las pretensiones de Damm. El ejecutivo fue nombrado a propuesta de la cervecera.

El jueves se produjo una más de las numerosas reuniones que se producen entre los asesores de uno y otro bando. En este caldo de cultivo, la postura de la banca es intentar apurar al máximo los plazos para presentar la oferta aunque, como el presidente de la compañía, temen que si no se llega a un acuerdo, el juez podría acabar decretando la liquidación de la sociedad.

'La banca quiere más participación en el capital, una quita menor que la propuesta y un menor perímetro de consolidación', explica Urgoiti. 'Pero el acuerdo es absolutamente lógico y que no se llegue sería una falta de responsabilidad. Pescanova no puede acabar en la sala de despiece', concluye.

La falta de acuerdo dentro del plazo fijado judicialmente tendría como consecuencia la entrada en liquidación de Pescanova, según reconoce Urgoiti en una carta abierta hecha pública el viernes, en la que insta a todas las partes involucradas a compartir el objetivo de la salvación de la empresa y esforzarse en la consecución de un convenio de acreedores que asegure su viabilidad.

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