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En torno a un planeta enano con misteriosos puntos brillantes

Una nave de la NASA entra en órbita de Ceres, el mayor cuerpo celeste del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter

Imagen de Ceres tomada por Dawn en la que se observan puntos luminosos.- NASA/JPL-Caltech/UCLA/MPS/DLR/IDA

MALEN RUIZ DE ELVIRA

MADRID.- Despacio pero sin pausa ha recorrido la sonda Dawn de la NASA 4.900 millones de kilómetros desde su lanzamiento en 2007 en un largo periplo por el Sistema Solar. Ahora llega a su objetivo final, el planeta enano Ceres, que se encuentra actualmente a 500 millones de kilómetros de la Tierra en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. La nave quedó atrapada por su gravedad el pasado viernes 6 y desde entonces lo órbita a unos 60.000 kilómetros de altura, una sexta parte de la distancia de la Tierra a la Luna. Es el primer visitante de un cuerpo celeste de este tipo y pronto se acercará más y más, descendiendo en espiral para estudiarlo en detalle.

Mientras tanto, las imágenes de Ceres que ya ha captado Dawn en su aproximación revelan unos misteriosos puntos brillantes, en una superficie con numerosos cráteres. Los científicos esperan poder comprobar si se deben a que existe actividad geológica en el planeta enano pero por ahora no aventuran hipótesis alguna. Sí que señalan que, aunque las han buscado, no han encontrado satélites naturales alrededor de Ceres. El único, y artificial, es ahora Dawn.

En realidad, Ceres, que mide solo 950 kilómetros de diámetro (3,6 veces menos que la Luna), fue considerado tras su descubrimiento en 1801 un planeta, luego se clasificó como asteroide y desde 2006 es, al igual que Plutón y Eris, planeta enano según la clasificación establecida ese año por la Unión Astronómica Internacional.

Precisamente a Plutón se está acercando ahora otra nave de la NASA, New Horizons, que el 14 de julio realizará su máxima aproximación a este cuerpo, mucho mayor que Ceres y tambien mucho mas lejano.

Ceres mide solo 950 kilómetros de diámetro, 3,6 veces menos que la Luna

Dawn es una de las misiones planetarias de bajo presupuesto que tan buen resultado están dando. En ella participan, además de los estadounidenses, institutos científicos europeos de Alemania e Italia. Su motor de propulsión iónica, de xenón, le da un empuje pequeño pero muy eficiente que le ha permitido explorar el asteroide Vesta durante más de un año en 2011 y 2012. Vesta es otro protopolaneta y el segundo cuerpo con mayor masa del cinturón de asteroides y tiene un diámetro de 525 kilómetros.

Dada la forma de navegación que tiene esta misión, la entrada en órbita de Ceres se produjo de forma tranquila, a la hora programada, sin depender de maniobras bruscas con encendido de motores. De todas formas, hubo que confirmar que todo había ido bien, y de eso se encargaron las comunicaciones a través de las estaciones de la Red del Espacio Profundo de la NASA, en Madrid, Canberra (Australia) y Goldstone (EE UU).

“Vesta y Ceres iban camino de ser planetas pero la gravedad de Júpiter interrumpió su desarrollo. Son como fósiles y al estudiarlos comprenderemos mejor la formación de nuestro Sistema Solar, y especialmente la de los planetas sólidos y sobre todo la Tierra”, explicó Carol Raymond, directora adjunta de la misión en el Jet Propulsión Laboratory la pasada semana “Estos cuerpos son ejemplos de los componentes que formaron Venus, la Tierra y Marte. Se cree que los asteroides como Vesta contribuyeron a formar el núcleo de nuestro planeta y los del tipo de Ceres pueden haber suministrado el agua”.

El caso es que mientras que Vesta es un cuerpo celeste seco, se estima que un cuarto de la masa de Ceres es agua en forma de hielo, lo que lo hace especialmente interesante. El estudio planetario de Ceres terminará en junio de año que viene.
Los resultados de las dos misiones, a Ceres y a Plutón, pueden plantear una nueva redefinición de la categoría de planeta enano, que ha resultado ser muy polémica.

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