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Estreno 'Parliament', la serie sobre el Parlamento Europeo que explica cómo funciona con mucha ironía

Filmin estrena esta serie europea creada por Noé Debré que se adentra en los entresijos del Parlamento Europeo.

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La acción de 'Parliament' arranca después de la votación del Brexit. Imagen de un fragmento de la serie.  Filmin

Una serie política puede ser divertida e instructiva al mismo tiempo y Parliament, coproducida por Bélgica, Francia y Alemania, es un buen ejemplo de ello. A lo largo de diez episodios de menos de media hora de duración y en clave de comedia recorre los pasillos y los despachos del Parlamento Europeo siguiendo a Samy, el asistente de un parlamentario francés que, como una buena parte de los espectadores, no tiene muy claro qué se hace en Bruselas ni cómo.

La acción de Parliament arranca en octubre de 2018, después de la votación del Brexit. La primera escena de la serie creada por Noé Debré es una fiesta de celebración británica. Políticos que parecen más un grupo de Erasmus que cargos electos. Ese es el panorama que se encuentra Samy (Xavier Lacaille) cuando aterriza en un edificio plagado de personajes que van del inepto más absoluto a la más maquiavélica de todos. Aún así y pese a caer en ocasiones en el tópico de la nacionalidad, están perfilados con tanto acierto que es fácil llegar a interesarse por su devenir tanto profesional como personal.

Samy trabaja para Michel Specklin (Philippe Duquesne), un tipo lleva tres años allí y sigue sin saber el mecanismo para elaborar y presentar una enmienda. Lo suyo es ser un maestro del escaqueo. Rose (Liz Kingsman) es una joven brillante, trabajadora y algo estirada que ayuda a salir de los continuos aprietos en los que se mete a su parlamentaria: una firme defensora del Brexit y adicta a Cats. Torsten (Lucas Englander), el tercer asistente del singular grupo protagonista, cumple intimidado los mandatos de la temida y eficaz Ingeborg (Christiane Paul).

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Imagen de una escena de 'Parliament', la serie creada por Noé Debré. Filmin

Decía Debré en unas declaraciones a The Guardian que el de Parliament "no es el tema más fácil de vender" porque "el drama es conflicto y el conflicto es drama. Y sin conflicto no tienes acción. Y la UE es un lugar diseñado para producir compromisos, no conflictos". Sin embargo, y pese a toda esa dificultad añadida, lo que consigue esta serie es dotar de tensión e interés a algo a priori tan poco atrayente como una enmienda sobre finning (cercenamiento de aletas de tiburón). Lo hace gracias a quienes están detrás y llevando la ineptitud de algunos al límite para explicar con humor cómo funciona la política en la Unión Europea.

De su enrevesada y estática burocracia se nutren los primeros episodios mientras va trazando la red de relaciones personales que se convierten en la verdadera razón de ser de la serie en su segunda mitad. Para entonces los tropiezos con los formularios o el desconocimiento de Samy pasan a un segundo plano. Lo que realmente importa llegados a ese punto es si cada uno de los protagonistas conseguirá lo que desea y hasta dónde están dispuestos a jugar sus bazas en el tablero europeo para conseguirlo.

Los diez episodios de Parliament, que en Francia fueron emitidos con éxito en abril durante el primer confinamiento, suponen un viaje por los entresijos de la política europea y la complejidad de una institución en la que los intereses encontrados, las zancadillas y los acuerdos resultan clave. Samy lo aprende a base de errores y de caer en la trampa del novato. Su historia se podría haber contado sin más, pero la decisión de hacerlo apostando por el humor y una ironía que impregna el guion de principio a fin es tan acertada como la elección del reparto.

En cuanto a lo primero, sirva como ejemplo para hacerse una idea mencionar esa escena en la que los grupos parlamentarios son descritos por su atuendo como si de tribus urbanas se tratasen y la frase "los nazis no son como los dodos o los osos polares; pueden desaparecer y reaparecer de nuevo". Es cierto que en ocasiones se cae en los lugares comunes, pero eso no lo hace menos divertido. Sobre todo cuando se demuestra la parte de verdad que estos contienen.

Sobre el casting, una de las cosas más interesantes es esa mezcla de distintas nacionalidades y acentos. La química entre Lacaille como el buen chico con ganas de hacer algo por el bien común y Kingsman como la cínica con corazón es evidente. Junto a ellos, Englander en el papel de joven poco lúcido y fiel ayudante sin grandes aspiraciones. Todos ellos forman un trío perfecto en el que sus 'mayores' circulan a su alrededor para hacerles crecer y evolucionar mientras ellos mismos andan su propio camino. Ninguno acaba donde empezó. Cada uno tiene su propio arco.

Siendo una serie rodada en distintas lenguas (principalmente en francés e inglés) y con la política europea como escenario, no es de extrañar que de vez en cuando se cuele en plano alguna que otra palabra en español, un parlamentario apellidado Sánchez y el conflicto catalán. Aún así, el papel de España en Parliament es reducido. Incluso en la lectura de cartilla que Debré se permite hacia el final. Quizá más adelante, si Samy sigue progresando y avanzando casillas, esa presencia aumente.

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